Contrafilosofía

Pienso luego existo es la afirmación de un intelectual que subestima los dolores de muelas.

(Milan Kundera, escritor checo. Vía: Futility Closet)

Hay que españolizar a los españoles

Viñeta de hoy de El Roto – elpais.com

Adoro al ministro Wert. Ese pobre torpe idiota… autor de grandes verdades que sólo la torpeza y la idiotez suficientes pueden dejar salir a la luz. A pocos días del 12 de octubre y en pleno acceso independentista catalán, su última intervención ha sido deliciosa. Mi acidez y las páginas faltas de contenido de todos los periódicos de este país estamos en deuda con él.

El hecho es que Wert tiene toda razón. «Hay que españolizar a los catalanes»… si se quiere que sean «españoles», claro. Es la segunda parte de la frase donde se centra la polémica mediática. Una polémica vacía de significado como lo son los atributos «catalán» o «español». Pero es la primera mitad, la afirmación de Wert desnuda, la que tiene verdadero interés. Porque viene a aclarar que el español no nace, sino que se hace. Y que «se hace» desde la educación formal, una educación que no viene dada espontáneamente por el entorno, sino que debe ser defendida, inculcada y protegida por las instituciones. Como los toros, como el cine español o como el buen catolicismo. Como todas las especies «culturales» en peligro de extinción.

Y es que, en un tiempo caracterizado por la movilidad de las personas y de la información, la idea de que todos aquellos nacidos entre los Pirineos y Gibraltar (o entre los Pirineos y el delta del Ebro) deben tener algo en común, resulta, cuando menos, extraña. Hoy, hasta el último adolescente vallisoletano puede elegir su cultura por Internet, hacerse gótico o rapero, cantar rancheras o aprender gamelán indonesio. Y, probablemente, ese vallisoletano tenga más elementos culturales en común con otro friki, gótico o rapero de Korea, que con la abuela que vive en su casa. ¿Cultura nacional?, ¿y eso, qué coño es? ¿O es que «la Nación» es algo distinto a la suma de los ciudadanos que viven en ella?, ¿o es que tiene que venir a educarnos el PP (o CIU, o el PNV, o Bildu) sobre cómo «hacerse» español (escriba aquí su identidad nacional preferida)?

Los gentilicios son, cada vez más, atributos vacíos. Banderas sin lema que alguien agita de cuando en cuando para convencernos de que el multimillonario patrio es más «hermano» que el inmigrante que busca trabajo. Pero si no lo fueran, si tuviésemos que decidir qué significa «ser español», sería arbitrario preguntarle al PP (CIU, Bildu, PNV…): lo justo sería inferirlo a partir de las decisiones colectivas de los que habitan en estas fronteras. Decisiones, como las de las urnas, las audiencias de televisión o el nivel educativo… Y en tal caso, señor Wert, yo, cada día, me siento un poco más noruega.

Pero aún está a tiempo de convertir a esos pobres niños antes de que se vuelvan «catalanes». Y no se olvide contarles que Dios también es uno, grande y libre.

Sesgos

El destino y la suerte no son más que el resultado de una visión sesgada de la vida.

(Lucas Sánchez en su novela Impostores)

Nuestras charlas en Naukas Bilbao 2012

La lucha entre los ordenadores y las matemáticas

Tu cerebro y la música

Impostores, una novela de Lucas Sánchez

Me gustaría presentaros Impostores, la primera novela de nuestro amigo Lucas Sánchez (@Sonicando en Twitter y en su blog), bioquímico (prontito ya doctor) e investigador del Centro Nacional de Biotecnología, divulgador, guitarrista… y ahora también escritor. Todo un hombre del Renacimiento, vamos. ;-)

Hay dos tipos de personas: las que disfrutan contando historias y las que disfrutan escuchándolas. Lucas es de las primeras, de esas personas que empiezan a hablar y no paran. Lucas es uno de esos contadores de historias que, con la compañía de una cerveza ante la barra de un bar, es capaz de dejarte encandilado con cualquier relato (incluso aunque vaya de calamares… mejor no preguntéis).

Hace ya más de dos años, Lucas se dio cuenta de que no solo le gustaba contar historias, sino que además tenía su gracia escribirlas, plasmarlas en un papel. En un día a día repleto de Realidad™, esta actividad, junto con la música, se convirtió en su conexión con la ficción favorita. Así es como se fue fraguando Impostores.

Proyecto, aventura, novela. Así la describe él mismo en el blog dedicado a ella. Novela fue desde el principio, desde que la concibió como tal, desde que se armó de valor y decidió someterla al juicio de una editorial: la editorial Mondadori. Recibió un no por respuesta, pero un gran piropo como contrapartida:

En otro apartado llamado “sensación epidérmica” decía que la misma era la de “la de encontrarse frente a un escritor. Joven, seguramente y que podrá mejorar aun más ¡pero un verdadero escritor!”

Ahí fue cuando se convirtió en proyecto y en aventura, cuando optó por la autoedición.

Impostores es una novela independiente. Una novela sin editorial. Sin más dueño que su autor y sin más derechos que el de ser leída.

Puedes disfrutar de Impostores online y, si te engancha, quizás quieras colaborar en el proyecto de crowdfunding y comprar tu copia digital o en papel (cuando escribo estas líneas, ya hemos llegado al 19 %, ¡y todavía quedan 44 días!). Merece la pena demostrar que otras formas de hacer y distribuir cultura son posibles.

Nosotros ya somos impostores. ¿Y tú?

Bonus: buscadme en los créditos. ;-)