Me ha gustado este vídeo de TedEd sobre la física de tocar la guitarra. En él se resume, desde la vibración de una cuerda a la función del amplificador, todo lo que afecta a la producción del sonido y su percepción. El vídeo dura 5 minutos, así que, entiéndase, es un resumen escueto.
The warmest place
Nuestros amigos Julio García y Carmen Ros acaban de sacar un nuevo álbum de estudio, The warmest place, en el que he tenido el placer de colaborar. Julio, guitarrista, compositor y productor con discos eminentemente instrumentales en su haber, en esta ocasión explora su lado más ecléctico a través de temas vocales con reminiscencias varias, desde el jazz al rock pasando por la música brasileña. Carmen, además de ser la diseñadora del álbum, firma las letras, la música de varios temas y participa como vocalista.
Este disco —y los anteriores— puede escucharse al completo en su página de Bandcamp y, por un módico precio, es posible comprar pistas individuales así como álbumes completos. Por mi parte, participo al clarinete en el noveno tema, Angel, y sirvo como contrapunto a la voz de Rubén Melogno, que recuerda a los tradicionales crooners norteamericanos. Un precioso tema que dejo a continuación.
Además, el disco cuenta con un videoclip del segundo tema, titulado Papers, dirigido y editado por Almudena.
Anteriormente, Almudena ha dirigido y editado los videoclips de los temas instrumentales El regreso y Danza del humo, del disco Alborada.
Fraude científico
El Cuaderno de Cultura Científica, uno de los blogs de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, ha publicado esta semana una muy recomendable serie de artículos escritos por Joaquín Sevilla (blog, Twitter) acerca del fraude científico. ¿Existe el fraude científico? ¿Lo podemos cuantificar? ¿Es grave, doctor? ¿Cuáles son las causas? ¿Qué se puede hacer? Estas y otras preguntas, además de un montón de referencias con las que se puede seguir profundizando en el tema, en estos cinco artículos:
Debate sobre transgénicos convocado por Ahora Madrid
El viernes asistí al debate convocado por Ahora Madrid en Casino de la Reina sobre su propuesta para declarar Madrid zona libre de transgénicos. Debo reconocer que llevé conmigo bastantes dudas sobre mi propia pertinencia: a fin de cuentas, ni soy biotecnóloga ni creo haberme informado lo suficiente sobre un tema tan especializado. Sé lo que es un gen, eso sí, que ya es más de lo que se le puede pedir a la mayoría de los españoles. Pero, precisamente por eso, pongo en duda que un tema de semejante calado sea una cuestión de «opinión», susceptible de debatirse en una asamblea abierta.
La función de las ponencias que abrieron la convocatoria era cubrir precisamente ese hueco de desinformación. Costaba entender, por tanto, la poca formación específica en el tema de algunos de los ponentes, entre los que se encontraba un solo investigador y una licenciada en biotecnología. Para mi sorpresa, no obstante, las tres primeras presentaciones resultaron bastante elaboradas. Pablo Salustegui (no he conseguido averiguar su formación) se centró en algunos de los problemas socio-económicos derivados de las patentes que protegen muchos de estos productos biotecnológicos. Gabriela Vázquez, licenciada en biotecnología y portavoz de Ecologistas en Acción, puso en relieve la dificultad de garantizar la independencia de los organismos científicos encargados de evaluar la seguridad de estos productos (como la EFSA). La ponencia más constructiva, no obstante, fue la presentada por David Foronda, investigador biotecnólogo y representante del Círculo Podemos Ciencia. David lamentó que no se hubiese consultado a este círculo antes de elaborar la propuesta, pero, sobre todo, adoptó una postura conciliadora haciendo lo que resulta tan deseable en estos casos: separar el grano de la paja y abordar los problemas de manera independiente. De hecho, las dos primeras ponencias centraban su hilo argumental a favor de la propuesta de Ahora Madrid en problemas «derivados» de los transgénicos, como son su explotación comercial o la independencia de los organismos que los evalúan, pero no en propiedades inherentes a los OMG en sí. Es, por tanto, posible dirigir propuestas hacia la solución de estos problemas específicos sin oponerse de manera total a una tecnología que, como tal, puede utilizarse para mejorar las vidas de muchos seres humanos.
En este punto, las posturas parecían, al menos, remotamente conciliables si bien, como asistente no especialista en el tema, me quedé con la impresión de que los tres ponentes habían ofrecido información contradictoria entre sí. Esto resulta inevitable cuando se expone un tema tan complejo al público. A fin de cuentas, un ciudadano, en base a datos e información objetivable, puede decidir cuáles son sus prioridades o qué nivel de riesgo está dipuesto a asumir en cuestiones que afectan a su economía o su seguridad, por ejemplo. Pero no puede decidir (simplemente porque no tiene la formación suficiente) cuáles son esos «datos e información objetivable». Para llegar a ese punto, el punto de la «opinión», es necesario que un grupo de expertos en el tema consensúe la información que se va a ofrecer y sobre la que se va a trabajar: el mínimo común objetivable. Desde mi asiento no percibí que se hubiese logrado algo así, más bien todo lo contrario. Y eso, ciñéndome a las primeras ponencias que, insisto, fueron las más razonables. Las dos últimas y, muy especialmente, la de Yago Rosa (supuestamente «pro-transgénicos», pero que funcionó como un lamentable caballo de Troya gritando datos inconexos al azar extraídos de su libreta o de su móvil) fueron un galimatías y no aportaron nada más que ruido y tensión entre dos bandos que venían predispuestos al enfrentamiento.
Esta predisposición quedó clara durante el turno del público. Si bien las primeras respuestas fueron constructivas y cargadas de sentido común, muy pronto se dejó ver la irritación que la propuesta de Ahora Madrid había causado en gran parte del público. La cosa no llegó a las manos y en general transcurrió con bastante educación (pese al triste nivel argumental de algunas de las respuestas). Pero, razonablemente sorprendido, un representante de Ahora Madrid resaltó la gran agresividad que había suscitado este tema a través de las redes sociales.
Razonablemente sorprendido, sí. O, al menos, a mí también me sorprende, tratándose de un tema que requiere tanta especialización (tanto en biotecología como en legislación internacional, por ejemplo). Y me sorprendió todavía más encontrar una sala llena de escépticos en un entorno donde me esperaba otro tipo de mayoría. Lo cual me hace pensar que la visceralidad en torno a este tema no la despiertan los genes de los tomates, sino la poca visibilidad de una izquierda racionalista que existe pero que se siente injustamente desplazada por esa caricatura de herbolario, paradójicamente urbanita, que se ha impuesto en el imaginario colectivo. La misma que propone librar a Madrid de transgénicos, en nombre del «sentir ciudadano» (según Liliane Spendeler, una de las ponentes) sin consultar siquiera con un Círculo de ciencia que le debería ser afín.
No: no toda la izquierda se «siente» de la misma manera, ni opina lo mismo sobre determinados temas. Existe, sigue existiendo, una izquierda profundamente progresista que confía en la cultura (versus la natura), en la razón y en la capacidad de la humanidad para mejorar su propia calidad de vida por medio de la ciencia y la tecnología. Al menos yo quiero seguir llamándolo izquierda, yo quiero seguir diciendo «progreso».
Sin embargo, cuando en los días previos al debate, hablé con algunos miembros de esta izquierda, muchos de ellos se mostraron reticentes a asistir al debate: bien porque no encontrasen que este sea un tema debatible en una asamblea (posición que comparto), bien porque creían que asistirían a un debate ya perdido, muchos prefirieron no ir a Casino de la Reina. Tras mi experiencia el viernes debo animar a esta izquierda a volver a participar y hacerse visible. Precisamente porque creo que estamos ante una página en blanco que nos da la oportunidad de cambiar muchas cosas y prejuicios a este lado del espectro político. Levanten la patita, tímidos rojos racionalistas y descreídos, ¡que la cosa no está tan perdida!
Bendita burocracia
Os propongo un juego clásico, buscar las 7 diferencias entre estas dos imágenes:
La foto está sacada en un santuario de Cebú dedicado a María, conocido como Simala Shrine. En Filipinas existe auténtica devoción por este lugar, con peregrinos llegando (y dejando sus donativos) desde todas partes. Semejante flujo se sustenta sobre la creencia en los milagros (¡milagro!) concedidos por la figura de la virgen que sirvió de excusa a la construcción del templo 1998 (ayer). Vaya, un Lourdes tropical contemporáneo.
En el cartel central de la primera imagen se puede leer (según Google y otros traductores del tagalo similares, o sea que no se fíen del todo):
Este mostrador es sólo para servicios espirituales.
Prohibido:
- Hacer esperar.
- Largas conversaciones.
- Contacto físico con los monjes al saludarlos.
Arriba a la izquierda, el cartel de mayor tamaño (el de las margaritas) es una bendición a los patrocinadores, esta vez en inglés (las mayúsculas no son mías):
Our joyful praise to our LORD JESUS and to MAMA MARY for giving us two Businesss Firms/Corporations, who help us through their Financial Assistance for the Completion of Our Huge Project «SANCTUARY CASTLE OF MARY» in the form of LOANS AND CREDIT. They are:
- LIBOROS INTEGRATED AND EQUIPMENT SERVICES. Payable in 10 years term Credit Plan.
- PLANTERS BANK – Mango Ave. Branch. Payable thru Loan Plan.
It is also our Prayerful Gratitude for those SILENT, GENEROUS DONORS who share their blessngs for the said project […]
Más abajo, el pequeño letrero «PAMISA AREA ONLY» significa, como su propio nombre indica, «Área solo para misas». Por último, un cartel junto a la ventanilla advierte que las donaciones deben darse directamente a los monjes, no a los que atienden allí. Y es que, como no podía ser de otra manera, un negocio que mueve tanto dinero que requiere varias ventanillas de atención espiritual al cliente (con sus formularios, sus oraciones deluxe, sus patrocinadores…), también ha estado rodeado de escándalos económicos y sexuales.
Cuando el s.XXI llegó, el catolicismo seguía allí…