Generación perpleja

Mi aparición en la tirada del diario Público de ayer. Puede descargarse en PDF aquí.

La forma fuga. Pequeña fuga en sol menor BWV 578 de Bach

Es complicado hablar de formas musicales por lo que tienen de ideales: por mucho que teoricemos sobre las normas de la fuga, la práctica sólo nos presenta excepciones. Para empezar el mismo término, «fuga», cobra distintos significados según la época a la que nos refiramos; puede hacer referencia a un proceso compositivo o a una estructura musical; como tal, existen fugas libres o escolásticas e incluso resulta difícil desentrañar qué patrón rige estas últimas. No obstante, en esta entrada, me centraré en la fuga escolástica, como forma consolidada en el siglo XVII y, para ello, recurriré al ancestro sabio de todos los músicos (y, al parecer, el compositor preferido de los lectores de este blog): el Gran Johann Sebastian Bach.

Una fuga es una forma musical polifónica contrapuntística. Esto es: como la mayor parte de la música occidental, consta de varios sonidos simultáneos, pero además estos se organizan en voces melódicas independientes. No es una cuestión trivial: en otro tipo de polifonía existe una voz principal a la cual se supeditan todas las demás. El centro de atención está totalmente centrado y mientras una voz «canta», las demás la miran, la agasajan, le facilitan el camino, pero no tienen sentido por sí mismas. En contrapunto, cualquier voz tiene interés y autonomía, aunque ocasionalmente la atención se centre en una u otra. Precisamente por eso resulta tan difícil memorizar e interpretar una fuga de Bach: cada pieza no es sólo una pieza, con un solo hilo conductor. Cada pieza es un bosque, con sus distintas ramas y organismos siguiendo sus propios caminos y, al mismo tiempo, construyendo y reinventado el conjunto.

Está claro, sin embargo, que sí tiene que existir un hilo conductor: un bosque no es caótico, por múltiple y orgánico que resulte. Si no, la palabra bosque carecería de significado, sería irreconocible. Del mismo modo, cada fuga adquiere una identidad gracias al material musical sobre el que se construye y la forma en que está organizado. Un análisis nos ayudará a aclararlo.

1. Exposición

  • El sujeto: Lo más característico de una fuga es su sujeto. Es el tema sobre el que gira toda la pieza. De hecho, toda fuga comienza con la presentación sucesiva de cada una de las voces entonando el sujeto, en lo que se conoce como exposición. En este caso podéis escuchar (y ver, gracias a las fantásticas animaciones de smalin) que el dibujo que aparece en solitario al principio, entre 0’04» y 0’18», vuelve a sonar, sumándose a la composición, a partir de 0’19» (verde caqui), 00’39» (rojo) y 00’54» (doblado a la octava en morado y granate), una aparición por cada una de las 4 voces de esta fuga.
  • El contrasujeto: El contrasujeto es el tema que, en algunas fugas, suena a la vez que el sujeto y lo complementa. En este caso, se puede escuchar por primera vez, presentado en la voz superior entre 0’19» y 0’33». En lo sucesivo, sonará invariablemente con cada aparición del sujeto.

2. Sección media

  • Los divertimentos: A partir de 1’08» pasamos a la sección media de la fuga. En ella, el sujeto va alternándose con pasajes libres, de poca importancia melódica en general, llamados divertimentos o episodios. Tenéis un par de ejemplos entre 1’08» y 1’17» o entre 1’35» y 1’42».
  • Falsas entradas: En esta sección, el sujeto va cambiando de tonalidad y variando más sus presentaciones. En ocasiones puede no aparecer entero, o simular entradas que no llegan a producirse, como en el bajo en 2’31».
  • Estrecho: Las últimas entradas del sujeto pueden aparecer en estrecho, esto es, empezar a sonar antes de que la anterior presentación haya finalizado, produciendo así una sensación de precipitación y tensión hacia el final, aunque en esta fuga no se da el caso.

3. Final

Al final de la fuga el sujeto vuelve a aparecer en la tonalidad principal (3’17»). Frente a la digresión de la sección media, el final supone una afirmación de lo dicho en un principio. Esta aparición del sujeto suele ser, por tanto, contundente, rotunda, muy notable (de hecho, en este caso, el intérprete hace un pequeño rallentando para aumentar la tensión antes de su llegada). Desde mi punto de vista tiene algo de eufórico: después de todas las dudas, las disputas, los caminos contrapuestos, hay un solo conjunto, una construcción común, un eje que las guía y las unifica.

  • Coda: Todo el material que aparece tras esta aparición del sujeto se considera como coda, y, en este caso, sólo dura medio compás (3’30»). Sirve para cerrar definitivamente la fuga y, generalmente, se ralentiza el ritmo.

Actualización (04/12/16):

Aquí podéis ver una pequeña animación que realicé hace tiempo para visualizar la fuga en sol menor del segundo tomo del Clave Bien Temperado, finalista en el concurso de animación MuVi (Visual Music).

Fanatismos (2)

Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.

(Wins­ton Chur­chill, ora­dor, es­cri­tor y Pri­mer Mi­nis­tro bri­tá­ni­co)

Congelando el tiempo

"Densmore Shute Bends the Shaft" (1938).

Gracias a New Scientist, descubro la fotografía de Harold Edgerton un artista ingeniero estadounidense del siglo XX, que trabajó sobre la representación gráfica del movimiento.

Precisamente, la invención de la fotografía supuso un gran avance en este campo, pues permitía congelar instantes hasta entonces «invisibles» (por lo fugaces). Gracias a ello, Eadweard Muybridge quiso capturar el galope de un caballo en varias fotografías sucesivas, convirtiéndose así en un precursor del cine.

El sistema usado en muchas de las fotografáis de Edgerton, sin embargo, se basaba en plasmar distintos estadios de un mismo movimiento en una sola fotografía. Para ello utilizaba tiempos de exposición prolongados (tanto como el movimiento que quería retratar) y un estroboscopio que iluminaba la escena de forma intermitente, evitando así que la imagen se convirtiese en un barrido indescifrable.

"Back dive" (1954).
"Cycloid Demostration" y "Coin Toss".

El estroboscopio había sido ideado por el matemático austríaco Simon von Stampfer hacia 1829 y permitía emitir flashes sucesivos a una frecuencia regulable. Sin embargo, Edgerton amplió sus posibilidades y lo llevó al campo de la fotografía. En 1926, con apenas 23 años y siendo aún estudiante en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, desarrolló un tubo de flash capaz de producir destellos de elevada intensidad en tan sólo 1/1,000,000 de segundos. También desarrolló diversos sistemas para lograr tiempos de exposición ínfimos. Su cámara de alta velocidad sincronizaba el obturador con cada flash del estroboscopio, logrando así rodar secuencias a cámara extremadamente lenta. En la década de los 40, ideó asímismo la cámara rapatrónica para fotografiar explosiones nucleares con todas las dificultades que ello implicaba (una luz cegadora captada a kilómetros de distancia), y tiempos de exposición de apenas 10 nanosegundos (1/100,000,000 segundos). Estos sistemas le permitieron capturar instantes aislados de una duración ínfima, fotografías fugaces que muchos habréis visto:

"Bullet piercing an apple" (1964) y "Bullet cutting card" (1964).

El valor estético de estas imágenes es indudable. De hecho, Edgerton recibió varios premios de fotografía en vida, colaboró con artistas reconocidos como Gjon Mili y su obra se llegó a exponer en multitud de museos, incluido el prestigioso MOMA de Nueva York. Incluso colaboró en un corto documental ganador de un Óscar: Quicker’n a Wink. De nuevo, un logro científico había abierto puertas a la creación plástica. Sin embargo, Edgerton negaba ser un artista en absoluto:

No me tomen por un artista. Soy ingeniero. Persigo los hechos. Sólo los hechos.

Yo tengo mis dudas. Y a vosotros qué os parece, ¿ciencia o arte?

The yes men

Acabo de ver un documental titulado The Yes Men fix the world y quería recomendároslo. Trata sobre las «gamberradas» de una pareja de humoristas-activistas hilarante. La mayoría de sus actuaciones se basan en la misma idea: los Yes Men se hacen pasar por alguna organización, empresa u órgano administrativo importante, crean páginas web falsas con currículos falsos, hasta que algún inocente pica y les llama para que den una conferencia. Una vez allí, y con la máxima seriedad, proponen algún disparate lo suficientemente macabro como para desconcertar a los asistentes, en un lugar donde no se espera una parodia.

Me encantó, por ejemplo, la broma sobre Vivoleum, un combustible alternativo al petróleo, creado con los cadáveres humanos resultantes del cambio climático (eso es aprovechar los recursos). Para demostrar su eficacia, los Yes Men repartían velas a los asistentes y, una vez encendidas, proyectaban un documental conmemorativo sobre Reggie, el voluntario utilizado para fabricarlas. Aunque, en este caso, la broma resultaba evidente, en otras ocasiones, los asistentes a sus conferencias no terminan de captar la ironía: ley de Poe mediante, sus «vibolas», ideadas para la supervivencia humana en caso de desastre natural y protagonistas de la portada del documental, encontraron potenciales compradores durante su presentación. Pero quizás eso sea, en sí, lo más irónico: no es posible concebir una idea lo bastante exagerada, apocalíptica o increíble: siempre habrá alguien dispuesto a hacer dinero con ella.