Que trabajen, coño

Me tomo la libertad de transcribir un comentario de Almudena en La SGAE contraataca, porque merece una anotación aparte y no quedar relegado a ser un comentario perdido en un artículo. Dice así:

Pues yo voy a plantear mi postura, radical como yo sola, pero es lo que hay. Primero expongo y después opino.

Cuando compras un CD original, te venden dos artículos distintos:

  1. El “contenido”, esto es, la propiedad intelectual, la música que hay dentro, por la que se supone que pagas de antemano el canon (en realidad es lo que descargas de Internet).
  2. El “objeto”. El CD, con su libreto, sus fotos del artista… Aquello que puedes tocar y atesorar y que a Iñaki le hace ilusión poseer (como a mí, toda la discografía de Extremoduro y de Joao-Pires tocando los Valses de Chopin).

Bien. Lo radical: lo primero debería ser gratuito, o bien compensarse, financiarse mediante los auténticos “mecenas” de este siglo: los promotores y la publicidad. A Bach le mantenían los curas; a Goya, Carlos IV, porque en aquella época eran ellos (el clero, los monarcas) quienes movían el dinero y “patrocinaban” la “creación artística”. En el Renacimiento italiano, las familias nobles italianas; en el s.XIX, los burgueses… Pues ahora, existen dos nuevas formas de financiar el arte:

  1. Las empresas (que se publicitan).
  2. El “pueblo”. Pero el pueblo, financia como consumidor y, en ese sentido, compra el “objeto”. Como dice Iñaki, el CD tiene su encanto y hay mil maneras para convertirlo en algo “vendible”: añadir comentarios del autor, fotografías, documentación, vídeos…

Por otra parte hay algo que me cabrea sobremanera. Todos los currantes de España se pasan 8 horas al día, como poco, en su trabajo para ganarse duramente la vida. Y estos señores (que, no hace falta recordar, no viven precisamente debajo de un puente), se quejan porque un trabajo que han realizado exclusivamente durante el tiempo que se han pasado en el estudio de grabación (o, si quieres añadirlo también, el minuto y poco que han tardado en componer cada canción) no les reporta beneficios durante el resto de su vida. Y a esto añado que los derechos de autor se cobran de por vida, e incluso se “heredan” de unas generaciones a otras.

Yo propongo: que el artista trabaje, como todos. Que genere un bien a la sociedad cada día y que entretenga. Que toque en conciertos, que dé giras. Que monte espectáculos y divulgue su trabajo. Y que sonría: que Internet lo único que consigue es que se vuelva más popular, que más personas tengan acceso a lo que hace. Si su trabajo es bueno, la gente comprará sus discos (el objeto, el producto, que, por supuesto, debería ser infinitamente más barato. De hecho, puntualizo, la venta del producto sirve para mantener a la compañía discográfica sobre todo, para que se puedan seguir grabando trabajos nuevos), e irá a sus conciertos. Estos conciertos, las giras, los espectáculos, y la popularidad que tuviese cada artista, dándole la oportunidad de participar en anuncios, revistas etc. tendrían que ser suficientes para que viviese suficientemente bien.

Y ahora suavizo. Lo que digo no es tan radical. Soy pianista clásica. Viviré de dar clases, tocar en algún concierto, ganarme la vida. Igual que viven y se buscan las castañas miles de músicos de jazz, cantautores poco conocidos (estoy pensando ahora en César Rodríguez por ejemplo, un tipo brillante que cada semana toca en algún local de Madrid y deja descargarse gratis sus canciones de Internet…) que se lo curran todos los días, sus ocho horas, como todos. Y no se mueren de hambre. Pero no quieren ser super-estrellas. Tenemos asumido, y muy mal asumido, que nuestros artistas tienen que llevar una vida cómoda, nadando en la abundancia, como una nueva oligarquía, de gente “brillante”, “intelectual”, “simbólica”… ¡¡Son mitos!! Y quieren vivir como tales. Pues yo me niego. Que trabajen, coño. Y si quieren un sueldo fijo, que hubieran estudiado… (mierda, no se me ocurre ninguna carrera con salida segura…) ¡Que se hubieran metido a especular en el mercado inmobiliario!

5 comentarios sobre “Que trabajen, coño

  1. Se puede decir más alto, pero no más claro :). ¿Postura radical? Pues yo creo que tienes toda la razón en lo que has dicho.

    Un saludo

  2. Es radical, en tanto que pienso que las cosas deberían cambiarse «de raíz». No tiene por qué ser algo malo.

    De todos modos… negar la propiedad intelecutal sí es un tema bastante peliagudo y serían las últimas consecuencias de algo así…

  3. ¿Propiedad intelectual? No creo que todos los «mitos» de la sociedad actual hayan compuesto ni dos canciones de cada disco, igual ni una. De todas formas si pueden ganar pasta sin currar 8 horas al día mejor para ellos, ójala ganaría millones por estar tumbado en el sofá y que todas estarían lokitas x mis huesossss ajajaj.
    Es injusto, pero si pueden…

    Teleco tiene mucha salida!!! (en el extranjero… =( )

  4. […] tienen interés más allá del verano.  En cambio, el disco sólo es vendible como objeto fetiche. Sólo alguien con mucho interés en un artista determinado desearía poseer un “original&#8221…: el disco, con sus carátulas, los comentarios del autor… Sólo artistas encumbrados (que no […]

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