Nótese que en el título hago referencia a los «ecologistas» y no al «ecologismo». Y es que el ecologismo, como idea, está muy bien; más aún, es totalmente necesario en los tiempos que vivimos. Son muchos de los que enarbolan esa bandera (no todos, por supuesto, y seguramente sean una minoría) los que acaban haciendo otra cosa que nada tiene que ver con ella, para vergüenza del resto.
Este rebote viene a que ayer leí que la ONG Ecologistas en Acción celebró ayer el “día contra la contaminación electromagnética”. En especial, expresan su preocupación por los dispositivos de conexión inalámbrica (WiFi) que “incluso con los límites actuales de seguridad, pueden producir problemas muy graves de salud”. La Organización argumenta el peligro citando el BioInitiative Report, un informe internacional que se dedica a analizar estudios ya hechos al respecto. Estudios que, hasta el momento, no han hallado evidencias claras de la presunta relación entre las radiaciones no-ionizantes y distintos problemas de salud. ¿Qué hacen en este informe? Pues, como los mismos autores dicen, cambian de «vara de medida»: redefinen los umbrales de «qué es suficiente» o «qué es una prueba concluyente». Vamos, que se pasan la opinión de miles de expertos por debajo del forro de los… Así cualquiera. Sin embargo, aun así y según he podido leer un poco por encima, todo lo que encuentran es «pequeñas dudas», «posibles efectos», «posibles factores de riesgo», etc.
Tal vez volver a analizar los estudios existentes de manera más conservadora y tratar de que los límites legales de radiación electromagnética estén tan bajos como sea posible sea bueno, no digo que no; aunque con ello estás echando por tierra el trabajo de miles de colegas, y estás diciendo básicamente que a todos ellos les importa un pimiento la salud humana.
En realidad, lo que me revienta es que lleguen los «ecologistas» de turno a alborotar y a hablar desde el profundo desconocimiento que demuestran. Lo que me saca de quicio es la facilidad con la que sacan a la palestra la palabra «contaminación». Ahora, así de repente, tildan de «alarmante» el aumento de la «contaminación» electromagnética. ¿Alarmante? ¿En qué se basan? ¿Contaminación? La Tierra ya estaba «contaminada» de radiación electromagnética mucho antes de que existiera el ser humano, y hoy en día estos niveles se controlan estrictamente, por ley y en la práctica. Señores: el oxígeno es tóxico y no acusamos a las plantas de «contaminar» el medio ambiente. Ellos sí que contaminan con su alarmismo y su histeria colectiva.
Otra cosa que también me saca de mis casillas y que a menudo critican (de nuevo desde el desconocimiento más absoluto) es el «exceso» de antenas de telefonía móvil. Mucha gente está convencida de que habría que quitar antenas y dejar el menor número posible de ellas (pero sin que les dejen sin cobertura, para bajarse el último politono de Bisbal, claro). Vamos a ver, esto es «de cajón de sastre»: si colocamos una sola antena capaz de cubrir una población entera, evidentemente tendrá que trabajar a la máxima potencia para cubrir toda el área; en contraposición, si dividimos la población en celdas y colocamos mayor número de antenas, cada una de ellas tendrá que cubrir un área mucho menor y, en consecuencia, la potencia radiada por cada una de ellas será mucho menor. En consecuencia, en promedio, la potencia vista desde cualquier punto de la población será mucho menor en el segundo caso.
Conclusión: ecologismo, sí; ecologistas, algunos…