Paga porque no pagas

  • Vas andando a todas partes, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes utilizar una autopista cuando quieras.
  • Tienes un pozo en tu jardín del que sacas agua potable, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes beber del grifo cuando quieras.
  • Vas andando a todas partes, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes coger un tren cuando quieras.
  • Tienes un sistema para generar tu propia electricidad en casa, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes utilizar la red eléctrica cuando quieras.
  • Eres un ahorrador que solo gasta lo que tiene, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes pedir un crédito cuando quieras.
  • No tienes teléfono fijo porque siempre funcionas con móvil, pero todos los meses tienes que pagar una tasa en concepto de que puedes contratar el fijo cuando quieras.

De las afirmaciones anteriores, hay una que es verdadera.

[Edito, para que se entienda mejor. Cuando digo en cada ejemplo «tasa en concepto de» me refiero a tasa por el servicio, por NO USAR el servicio PRIVADO. La infraestructura pública, en cada caso, se da por hecho que se está pagando (o se ha pagado) aparte, y bien a gusto. El ejemplo del crédito es quizás el menos acorde a los demás].

Hotel de Hilbert Marca España

—Hemos tocado fondo. En este país hay mierda infinita —dijo un tuitero.

Y entonces trajeron otra carretilla de mierda infinita.

No se puede tocar fondo si no existe un fondo —dijo el tuitero matemático con la mirada impasible—. A ver, que la mierda democráticamente electa multiplique su número de escaño por dos y se mueva al nuevo número.

Así, quedaron libres todos los números impares, que son infinitos, por lo que se pudo alojar a toda la mierda recién avenida. And so on.

La voluble cámara de TVE

Ayer se inauguraron las fiestas patronales de este pueblo y como los sábados no nos dan para madrugar, en esta casa lo vimos con amigos desde la cálida comodidad del sofá. Fue así como nos enteramos. Por inercia o por falta de criterio, teníamos puesto TVE y, por un instante, la breve mancha de una sábana roja, verde y blanca se dejó intuir en la esquina de la pantalla (ver 50’45»). ¿Hay una Godzilla-ikurriña tapando medio Ayuntamiento? Esperamos en vano la repetición del plano, mientras especulábamos con posibles explicaciones: ¿quizás una bandera pequeña, situada a poca distancia de la cámara, había generado esta extraña ilusión óptica?

Tuvimos que cambiar de canal para averiguarlo. La esquiva imagen de TVE se convirtió, enfocada por ETB, en una gigantesca bandera del País Vasco. Una anomalía bien difícil de esquivar pero que, bajo el criterio del realizador de TVE, no debía de tener interés informativo: nada que ver con los recursos de cabezas y más cabezas fluyendo con la marea humana durante más de 15 minutos (la bandera sé colgó algo después de las 11:45). Y no es lo único que esquivaba TVE: en ETB era mucho más fácil leer «Etxera» en esa otra bandera blanca y negra que decora las esquinas de los planos de la tele estatal (véase, por ejemplo: 49’12»).

El momento épico llega sobre 59’10», una vez que la dichosa ikurriña no puede seguir siendo obviada porque, ¡mecachis!, va a retrasar el lanzamiento del chupinazo. Así es como lo explica la periodista de TVE: «No sé si podemos ver la imagen del ayuntamiento porque, bueno, creo que ahí hay… un poco de… de movida… han desplegado algunas banderas. Bueno, es algo que suele pasar todos los años». Pero aún hay que esperar otro minuto largo más para que «lo que suele pasar todos los años» salga en pantalla. Me imagino el apretón del pobre realizador, conteniendo todo lo posible ese plano que tanto había costado evitar. Y a los acalorados periodistas, sin poder decir caca «i-ku-rri-ña». Me los imagino a todos asfixiados, rígidos, sonriendo festiva y apolíticamente, procurando «no ver» eso que «no han visto», actuando con total y constitucional normalidad.

Pero lo más llamativo fue lo que sucedió en casa, poder apreciarlo en directo: aquí todos supimos perfectamente que, si queríamos enterarnos de algo, debíamos cambiar de canal. En algún momento, hemos aprendido que en TVE estas cosas no suceden. Hemos aprendido que la realidad es eso que cambia cuando sintonizas otro canal. Y, lo que es realmente grave: que la información pública, la que debe servir de base a una sociedad más crítica y con mejor poder de decisión, depende de los votos repartidos en unas urnas. Según las encuestas de noviembre de 2011, rezar hace más llevadero el desempleo, la culpa es de los padres que las visten como putas, los gays siguen ocultos dentro de sus armarios y en Navara no, repito, NO hay nacionalismo. Tenemos una televisión tan «democrática» que cada cuatro años podemos votar qué Verdad se vuelve a llevar. Ojalá no sea la que nos merecemos.

Todo cobra sentido…

Este es es el mapa del paro en España por provincias:

tasaparo2013

Y este, uno que muestra la cantidad de ateos en cada comunidad autónoma, publicado en Recuerdos de Pandora hace poco.

ateos

Ahora ya saben por qué la última reforma educativa equipara la religión a cualquier otra asignatura de verdad, como matemáticas o inglés: para conseguir trabajo en la mayor parte de España,  lo mejor que uno puede hacer es aprender a rezar. Jose Ignacio Wert sólo ha llegado a la misma conclusión que la Ministra de trabajo, TVE y gran parte de nuestros paisanos.

¿Y vosotros qué?, ¿ya tenéis claro a qué país vais emigrar?

Nuevo interrogante ante las políticas de austeridad

(Esta anotación se publica simultáneamente en Naukas)

Después de más de un lustro, seguimos inmersos en la peor crisis económica de los últimos tiempos. Una crisis con nombre y apellido —la Gran Recesión— que nadie parece saber cómo abordar, aunque seguro que, dentro de unos años, los libros de texto contarán con sesudos análisis de brillantes economistas que desmenuzarán hebra a hebra las causas y mecanismos de la ahora, para nosotros, torpes seres del presente, inescrutable recuperación. La coyuntura, con la imprescidible colaboración de nuestros dirigentes, ha dado lugar a las políticas de austeridad más duras y más discutidas —y discutibles— que han conocido las últimas generaciones de europeos.

Los argumentos esgrimidos con mayor frecuencia por los defensores de tales políticas —no así en España, donde los argumentos son un lujo que no lucen en pantalla de plasma— han sido los resultados publicados en 2010 por Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en el paper Growth in a Time of Debt (Crecimiento en tiempos de deuda). En dicho estudio, los investigadores analizan las economías de una veintena de países a lo largo de periodos de tiempo que oscilan entre los 60 y los 200 años. El principal resultado que arrojan sugiere que los países con un valor de deuda superior al 90 % de su PIB, de media, no presentan un crecimiento sostenible de su economía. De hecho, esta media se sitúa en un valor negativo de crecimiento.

Muchos gobernantes han visto en este dato la justificación perfecta para imponer unas políticas de reducción del endeudamiento extremadamente agresivas, a pesar de las objeciones que suscita. La primera y más obvia pasa por cuestionar la representatividad de la media, dado que los propios investigadores afirman que la mediana se sitúa solo un 1 % (literalmente, aunque sospecho que querían referirse a «un punto porcentual») por debajo de los casos con un nivel de deuda inferior. La segunda objeción consiste en invertir la entendida causalidad (aunque los autores señalen que solo han establecido una asociación): tal vez sea la desaceleración en el crecimiento la que provoca el aumento del endeudamiento. O tal vez no pueda establecerse una relación causal en absoluto debido a que ambos factores van de la mano y son consecuencia de un tercero (o múltiples terceros).

El hecho es que este estudio ha sido tremendamente influyente y, sin embargo, no ha podido ser replicado; hasta este mismo lunes. En un nuevo estudio titulado Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff (¿Una elevada deuda pública ahoga consistentemente el crecimiento económico? Una crítica de Reinhart y Rogoff), Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin consiguen replicar los resultados del anterior y, en este proceso, han encontrado importantes errores e irregularidades cometidas por el original. Principalmente tres, según estos investigadores:

  • Exclusiones selectivas. De los datos sobre países con un nivel de deuda superior al 90 %, Reinhart-Rogoff suprimen del análisis 14 años de los 110 disponibles sin ofrecer ninguna explicación. Casualmente, estos datos pertenecían a países que mostraban un crecimiento sólido a pesar del endeudamiento.
  • Ponderación poco convencional. Todos los países tenían el mismo peso en el promediado final a pesar de que el promediado individual se realizó con una cantidad de datos muy variable.
  • Error en la hoja de cálculo. La hoja de cálculo suministrada por Reinhart-Rogoff contenía un error que excluía completamente del análisis a cinco países.

Herndon-Ash-Pollin

Los resultados corregidos por Herndon-Ash-Pollin muestran una discrepancia crucial con el artículo original que afecta precisamente a la categoría con un endeudamiento superior al 90 %. La nueva media muestra un crecimiento todavía inferior a las otras categorías, pero positivo y palpablemente superior al obtenido por Reinhart-Rogoff. Así, el último gran pilar de la austeridad más agresiva queda severamente dañado.

Ahora, solo queda la pregunta que todos tememos: ¿contarán los economistas del mañana cómo una celda de Excel sin actualizar prolongó innecesariamente una crisis histórica?