De subordinadas y negaciones traicioneras

Ayer por la tarde, hacia la hora de comer, la cuenta de Twitter del Partido Popular reflejaba la siguiente cita:

Confieso que a mí me la pasaron, la leí y no vi nada raro. Así que me sorprendió la ristra de respuestas que en poco tiempo acumulaba señalando la falta de pericia del autor: mucha gente sostenía que el PP acababa de admitir, con ese comentario, que se han cometido irregularidades (no caerá esa breva…). Lo primero que pensé, por tanto, es que yo había cometido algún error al leer rápido, que tal vez esa acumulación de negaciones (tres, en concreto: el primer «no», la propia «duda» y el segundo «no») escondiese un significado no deseado —porque el deseado lo da el contexto que todos conocemos—. Y tras un análisis pormenorizado (varios en realidad, por si acaso), concluí que mi primera impresión era acertada: está perfectamente escrito y dice lo que quiere decir. Así lo expresé en Twitter, no falto de énfasis:

Además del despiporre generalizado, no faltó la gente que aprovechó para insultar directamente (que no digo que no se lo merezcan, pero cuidado con escupir hacia el cielo, que ya se sabe…):

Muchos han atribuido el supuesto error al esquema de doble negación típico del castellano. Pues bien: no existe tal doble negación. Podemos consultar en la RAE cuándo se da esta construcción, como en el uso de adverbios que expresan negación («nadie», «tampoco», etc.) cuando van pospuestos al verbo. Este caso no tiene nada que ver. Yo atribuyo la confusión a la acumulación de negaciones en forma de subordinación y a las ganas que les tiene la gente.

Como el mío, fueron apareciendo mensajes, poco a poco, que avisaban de la corrección de la cita. Entre las discusiones ajenas que he ojeado y las propias, he visto desde gente que afirma que es incorrecta hasta quien afirma que es correcta gramaticalmente pero resulta ambigua, luego incorrecta; también la evolución de una postura a otra. Por ello, quiero exponer aquí algunos procedimientos que he empleado yo para analizar dicha cita y llegar a la conclusión de que es correcta y no hay posible ambigüedad.

[Nota: mientras escribo estas líneas, veo que @chusop ya ha publicado una explicación sobre la que tengo poco que añadir, la verdad].

La primera aproximación es la obvia: empezar de atrás hacia adelante, dado que tenemos una cadena de subordinadas.

  • El PP sostiene que no ha habido prácticas irregulares.
  • La gente duda de lo anterior.
  • El PP no tolera esa duda.

Aprovecho para hacer notar que no hay otra forma de entender las subordinadas ni queriendo y con esfuerzo: está claro que «dudar que» va dentro de «tolerar que». Segunda aproximación: si las negaciones nos molestan, expresemos las mismas proposiciones de forma afirmativa (y si nos salen otras negaciones, les damos la vuelta también; la negación sobre «tolerar» la dejo porque resulta trivial).

  • El PP sostiene que no ha habido prácticas irregulares, ergo el PP afirma su integridad.
  • La gente duda de la integridad del PP, ergo la gente cree en la falta de integridad del PP, ergo la gente cree que son unos mangantes.
  • El PP no tolera que se dude de su integridad, ergo el PP no tolera que la gente crea que no tienen integridad, ergo el PP no tolera que la gente crea que son unos mangantes.

Cristalino. Ante la claridad de este último paso, puedo admitir que la acumulación de negaciones enmaraña el significado, pero en ningún caso se comete incorrección o ambigüedad. De hecho, ¿hasta qué punto da lugar a confusión? Estoy convencido de que si se hubiese tratado de otro tema y otro autor, nadie le habría buscado la vuelta (o «no le habría buscado la vuelta nadie», esta vez sí, con doble negación): se habría entendido perfectamente y a la primera —aunque esto nunca lo sabremos—.

Llegados a este punto, he de confesar que todo lo anterior no es más que una excusa para lo que viene ahora. En mi discusión particular de ayer tarde, un twittero me dijo lo siguiente:

A lo que yo contesté: CHALLENGE ACCEPTED. ¿De qué nos serviría el lenguaje si no fuese formalmente lógico? Por supuesto que hay matemáticas ahí detrás: podemos analizar la cita mediante lógica de predicados [¡peligro, matemáticas!]. Empezamos.

Sean los siguientes predicados:

\begin{array}{rcl} I(x) & : & x \text{ tiene irregularidades} \\ D(x) & : & x \text{ se pone en duda} \\ T(x, y) & : & x \text{ tolera } y \end{array}

Nuestra cita queda formalizada en la siguiente expresión: \neg{T(x, D(\neg{ I(x)}))}, donde x = \text{"el PP"}. Ahora bien, la Ley de la doble negación nos dice que dos negaciones equivalen a una afirmación. Asimismo, las Leyes de Morgan nos dicen, básicamente, que podemos mover una negación a través de los predicados sin modificar la proposición. Así que, en primer lugar, vamos a obtener todas las proposiciones equivalentes que se obtienen aplicando dos negaciones en distinto predicado (la primera es la original):

\neg{T(x, D(\neg{I(x)}))} \Leftrightarrow \neg{T(x, \neg{D(I(x))})} \Leftrightarrow T(x, \neg{D(\neg{I(x)})}) \Leftrightarrow T(x, D(I(x)))

Esto quiere decir que deberían ser equivalentes las siguientes proposiciones:

  • [Original] El PP no tolera que se ponga en duda que el PP no tiene irregularidades.
  • El PP no tolera que no se ponga en duda que el PP tiene irregularidades.
  • El PP tolera que no se ponga en duda que el PP no tiene irregularidades.
  • El PP tolera que se ponga en duda que el PP tiene irregularidades.

Queda como ejercicio para el lector comprobar que, efectivamente, es así. De la misma forma, la negación de la proposición generará otras tres equivalentes (o, lo que es lo mismo, aplicamos a la original un número impar de negaciones):

T(x, D(\neg{ I(x)})) \Leftrightarrow \neg{T(x, D(I(x)))} \Leftrightarrow \neg{T(x, \neg{D(\neg{I(x)})})} \Leftrightarrow T(x, \neg{D(I(x))})

Esto quiere decir que deberían ser equivalentes las siguientes proposiciones:

  • [Original negada] El PP tolera que se ponga en duda que el PP no tiene irregularidades.
  • El PP no tolera que se ponga en duda que el PP tiene irregularidades.
  • El PP no tolera que no se ponga en duda que el PP no tiene irregularidades.
  • El PP tolera que no se ponga en duda que el PP tiene irregularidades.

Más tarea para el lector. Ahora definamos el siguiente predicado:

A(x, y) : x \text{ cree verdadero } y

Estaremos de acuerdo en que si x cree verdadero y, es más que razonable decir que x no tolerará que se dude de y, y lo mismo se sigue en sentido inverso:

A(x, y) \Leftrightarrow \neg{T(x, D(y))}

Entonces, ¿qué cree verdadero el PP? Basta con sustituir y por «el PP tiene irregularidades» o «el PP no tiene irregularidades».

\begin{array}{rcl} A(x, I(x)) & \Leftrightarrow & \neg{T(x, D(I(x)))} \\ A(x, \neg{I(x)}) & \Leftrightarrow & \neg{T(x, D(\neg{I(x)}))} \end{array}

De esta manera, si el PP afirma que no tiene irregularidades, obtenemos justamente la cita original, mientras que, si el PP afirma que tiene irregularidades, obtenemos una proposición equivalente a la negación de la cita original. QED.

¡Hackeada la web del PP!

O no. Como parece que tienen el tinglado bastante protegido contra ataques Cross-Site Scripting, aquí tenéis un apaño en local, más cutre pero más personalizable [AVISO: el siguiente enlace solo funciona en navegadores modernos con soporte para HTML5]:

VISITA LA WEB DEL PP

Os animo a que modifiquéis el enlace para crear vuestras propias versiones (iba a crear un formulario y tal para modificarlo, pero he pensado que no es tan difícil buscar una cadena de texto y cambiarla; vagos). Si me mandáis nuevos «diseños», los iré recopilando aquí. Los únicos límites son vuestra imaginación y los dos mil y pico caracteres que suelen imponer como máximo los navegadores en las URL.

Sobre ética farmacéutica

(Esta anotación se publica simultáneamente en Naukas)

Pongámonos en situación. Una persona sale del médico con sus recetas y un dolor de muelas de los que no dejan dormir (quien dice dolor de muelas, dice cualquier tipo de infección bacteriana que conlleve dolor, mucho dolor). El susodicho encara hacia la farmacia con unas ganas terribles de irse a su casa y tomarse el siguiente chute de ibuprofeno, que tocaba hace una hora pero que no se ha tomado porque estaba en la consulta. En esto que le toca el vendedor con título de Farmacia de turno y le «aconseja» (con veinte comillas): «Mira, este antibiótico es muy fuerte [estamos hablando de amoxicilina], por lo que te va a bajar mucho las defensas y te va a dar diarrea. Yo te aconsejo que te tomes también esto». Redoble de tambores.

«Para favorecer las fisiológicas defensas inmunitarias». Esto lo ha escrito el maestro Yoda.

¿Resultado? El pobre sujeto ni mira lo que compra, se fía del señor serio de bata blanca que hay tras el mostrador; así que venga, padentro que hay prisa por ir a gimotear a otra parte. Así que, mediante mentiras, le acaban de endosar una gran mierda pinchada en un palo por el módico precio de 14,5 euros: un puto complemento dietético.

Sí, me ha pasado hoy a mí, y efectivamente, cuando me pongo malito me vuelvo automáticamente gilipollas, como cualquier hijo de vecino. Por lo menos, dentro de lo que cabe, yo soy un tipo escéptico, y una vez en casa, me he puesto por fin a mirar qué cojones había comprado. Y han saltado todas las alarmas de las dos neuronas que todavía funcionaban. Y he preguntado y me he informado, para llegar a finalmente a la poco agradable conclusión de que me la habían metido doblada. Por lo menos, dentro de lo que cabe, he vuelto allí, me he despachado a gusto y me han devuelto el dinero.

Ahora imaginaos cuántas personas entran allí (aquí, por cierto, una farmacia que está justo al salir de un consultorio médico) y no se hacen tantas preguntas, ni siquiera a posteriori; simplemente se fían de que el señor de bata blanca que hay tras el mostrador está velando por su salud. Multiplicad por 14,5 euros. No voy a preguntar si es ético que esto suceda, porque tengo muy claro que no lo es. Voy a preguntar, en su lugar, ¿es ético que se permita que esto suceda? ¿Es ético que esto no sea denunciable? ¿Es ético, siquiera, que se venda en una farmacia algo que no es un medicamento?

Mi carta a TED

Si no estabais ayer de vacaciones en Venus (o fuera de twitter, que está igual de lejos), probablemente os hayáis enterado de la polémica suscitada por las charlas TEDx Valencia Women.

A mí, como esto de los estereotipos que disfrazan a las mujeres de seres mágicos, emocionales y espirituales, incapaces de entender una fórmula o de tomar decisiones racionalmente… en fin, como la obligatoriedad de ser una «chica» me toca mucho los cojones (oh yeah), he decidido enviar mi queja a TED y procurar que los magufos y los machistas no puedan volver a empañar su buen nombre.

Este es el texto. Si quieren unirse a la queja son libres de utilizarlo, copiarlo o modificarlo como les parezca.

Hello,

My name is Almudena M. Castro and I write this message to complain about TEDx Valencia Women that took place yesterday, in Spain. Many Spanish TED followers were bewildered by the kind of talks that were offered and I think TED should do something about it.

In the first place, most of the ideas that were «spread» yesterday deal with spiritual or religious beliefs that have nothing to do with the «science, technology and enterprising spirit» promised by the event’s slogans. Many speakers talked about Jesus, the «cosmic energies», the laws of God, «plasmatic» inner healing powers (don’t even ask me what that is), Reiki, fairies and nonsense like that.

But worst of all, from my point of view, several talks insisted on relating what is «feminine» with what is emotional, irrational or magical. And that is profoundly male chauvinist. Indeed, that kind of ideas only build upon the stereotype that keeps women away from scientific careers, for example. Or that make us think of men as being emotionally incapable and irresponsable (boys don’t cry, you know?).

Women can be as rational, logical and intelligent as men, and we deserve interesting speakers that actually talk about «science, technology and enterprising spirit», not just magicians that walk on stage. For that reason, I think TED should take more care about what is spread under its trade-mark.

Thanks in advance for your attention and your excellent work. TED is the first idea that is worth spreading (and being protected).

Almudena M. Castro

Y para rematar, os recomiendo esta genial viñeta de La Pulga Snob, que resume a la perfección lo sucedido este sábado.

La tilde cojonera

Dos años tiene ya la última edición de la Ortografía de la lengua española. Dos años y todavía muchos no se han enterado de que los pronombres demostrativos (este, ese, aquel, etc.) y el adverbio solo han perdido su tilde. Otros muchos simplemente reniegan de la nueva norma por peregrinas razones que lo único que esconden es el a mí me lo enseñaron así. Por mi parte, aunque estoy de acuerdo con los que promulgan que el idioma es de sus hablantes, también creo que hay que reconocer cuando la RAE hace las cosas bien. Y en lo que a este asunto se refiere, siempre la he defendido en este y otros foros.

Sobre esto precisamente trata el último artículo de Miguel A. Román, Con tildes a porfía (de obligada lectura), en Libro de Notas:

La función diacrítica de la tilde se ha de emplear, en puridad, para distinguir entre dos palabras distintas que, sin ella, serían homógrafas pero no homófonas, pues una presenta pronunciación tónica y la otra átona.

Así que, si lo vemos con perspectiva, el susodicho cambio ortográfico no supone más que una vuelta a la norma general, norma en la que se incluyó injustificadamente —a mi modo de ver— estas excepciones en el año 1952. Algunos académicos, como Ángel Rosenblat, ya se expresaban así por aquel entonces:

Así, convierte en potestativa la acentuación de esos pronombres (pronombres sustantivos), lo cual conspira contra la fijeza de las reglas de acentuación, que hasta ahora era absoluta. La Academia ha decidido no extender esa posibilidad de acentuación a otros pronombres (otros, algunos, pocos, muchos, etc.), contra su criterio anterior. Me parece que la decisión académica es un primer paso para la supresión definitiva del acento de los pronombres demostrativos, con lo cual corta por lo sano una serie de discusiones: por ejemplo, el uso o no de acento en ‘aquel que’ («¡Dichoso aquel que se contenta con lo que tiene!»). En realidad no hay por qué distinguir con la ortografía lo que no se distingue con la pronunciación.

Lo suscribo. Y quien no lo haga, debería leerse la ristra de ejemplos que proporciona Miguel A. Román en el citado artículo de palabras homógrafas y homófonas que pueden dar lugar a equívocos. Obviamente, estas situaciones, como sucede con este, ese, aquel, solo, etc., son de forzada probabilidad. Véanse si no los ejemplos que se solían procurar al respecto:

A veces se ha recurrido a ejemplos de insólita ocurrencia para denunciar el riesgo de ambigüedad, como en textos escolares que ejemplificaban: “Compraron aquéllos libros”; o en el texto de la ortografía académica de 1999: “Dijo que ésta mañana vendrá”, donde el pronombre tildado ejerce de sujeto. Pero, claro, si como el maestro Yoda hablásemos, normas distintas falta harían. Lo normal, sensato y conforme al uso común del castellano es interponer el verbo entre el sujeto y los complementos de aquel: “aquellos compraron libros”, “Dijo que esta vendrá mañana”; o, para culteranos irredentos, emplear una adecuada puntuación: “compraron, aquellos, libros”, “dijo que, esta, mañana vendrá”.

“Estaré allí solo dos días” presenta la tan traída y llevada ambigüedad que durante años ha hecho preceptiva la tilde diacrítica. Sin embargo, si la frase fuese dada de viva voz, el oyente tendría que discernir por su conocimiento el sentido correcto (ya que, insisto una vez más, no hay prosodia distintiva); y, si fuese escrita, se cuenta con varias opciones para no dar lugar a confusión: “solo estaré allí dos días”, “estaré allí, solo, dos días”, “estaré allí solamente dos días”, “estaré allí dos días yo solo”, etcétera.

Lo que más me sorprende de los que justifican el uso de estas tildes es que recurran a este apaño precisamente para renegar de algo que es totalmente deseable: una correcta ordenación de la oración y una puntuación diligente con el objetivo de que el mensaje quede codificado de manera fidedigna.

Dejo que el propio Miguel A. Román cierre este texto por mí:

Sin embargo, si no existe justificación lingüística, es una excepción a la norma general, nunca fue taxativamente obligatorio y, encima, embarulla el ya de por sí accidentado oficio de escribir correctamente, no sé a qué vienen las reticencias a liberarse de una vez por todas de esa tilde cojonera. Ganas de complicarse la vida.