Universidad Complutense de Madrid, 2009

¿Sabéis quién dijo que todo es relativo? Albert Einstein: el mejor inventor de la historia.

Mi profe, ayer, en otro arranque de lucidez, quiso despedir el trimestre explicándonos que la realidad no existe, que cada cual la interpreta a su manera, etcétera. La frase es literal y quizás no la tontería más grande que ha soltado desde octubre, aunque cueste creerlo. Con esto dan comienzo oficialmente mis vacaciones (¡vacaciones!). Si notáis que baja el ritmo por mi parte, es porque la Bartola y yo necesitamos retomar nuestra intimidad (¡vacaciones!).

Feliz solsticio de invierno

edredon

Aprovechad las noches más largas y frías del año.

Me gusta el texto justificado

Sí, amiguitos: vengo a romper una lanza por el texto justificado en la web —algunos ya estaréis afilando vuestros cuchillos jamoneros; pues guardadlos hasta el final del post, no os vayáis a pinchar…— con este artículo a modo de extensión de mi último comentario en el blog de Ocularis, que acaba de ser rediseñado (el blog, no él). Como decía en dicho comentario, la aversión, casi convertida en moda, que se ha propagado por Internet hacia el texto justificado me parece una soplapollez muy snob (sin acritud… ;-) ). Me vais a disculpar por ser tan brusco, pero los que claman contra el texto justificado también lo hacen en términos tajantes como si estuvieran en posesión de la verdad absoluta.

A mí me gusta el texto justificado. Sí. Qué pasa. El texto justificado mola. Creo que da un aspecto más ordenado, más profesional, más pulcro. También opino que quien diga que el texto alineado a la izquierda es lo correcto, está equivocado; de la misma manera, quien diga que el texto justificado es lo correcto, está equivocado. Para mí es una cuestión de gustos.

Los detractores suelen esgrimir como arma arrojadiza los «ríos de blanco» que pueden producirse por el hecho de que el navegador simplemente añade espacios en blanco (más grandes o más pequeños, según convenga) para conseguir el justificado. Esto hace que aparezcan grandes zonas en blanco entre palabra y palabra, o peor, concatenadas de línea en línea que dificultan la lectura y ofrecen un aspecto horrible.

Si no digo que no. Pero, ¿no será que la columna usada es muy estrecha? Una columna de texto cuyas líneas tienen mucho menos de 80 carácteres de media tiene un problema: o es estrecha, o la letra es grande. Siguiendo la sencilla regla (mía, empírica) de los (alrededor de) 80 carácteres por línea no sólo se facilita la lectura (no hay que cambiar con tantísima frecuencia de línea con la vista), sino que además milagrosamente desaparece casi por completo el problema de los «ríos de blanco» (a no ser que pongas en una misma frase «esternocleidomastoideo» un porrón de veces…). Ahora que cada uno haga un poquito de autocrítica y reflexione, no vaya a ser que las columnas empleadas en el blog sean muy estrechas (lo cual también hace que el texto alineado a la izquierda quede horrible por las enooormes irregularidades que se crean a la derecha, qué os pensáis…).

Mientras tanto, invito (y reto) a todo el que afilaba su cuchillo al inicio del post a que se pase por este blog y me diga sinceramente si queda mal el justificado que empleamos. ¿No verdad? La culpa la tiene Hyphenator, un plugin de WordPress que se encarga de insertar guiones al final de los renglones que lo requieren para partir palabras y hacer la labor de justificado que no realizan los navegadores. Está basado en Hyphenator.js, un JavaScript que implementa el algoritmo que utiliza LaTeX para estas labores. Por supuesto, se ejecuta del lado del cliente y realiza la tarea de forma transparente tanto para el cliente (se ejecuta en cuanto se carga la página, si el navegador soporta JavaScript) como para el blogger (no hay que añadir nada en nuestros textos). La instalación es sencillísima (la misma que para cualquier otro plugin) y la configuración trivial. Además, soporta un montón de lenguajes —estando el castellano entre ellos—; es decir, que no parte las palabras al tuntún, sino que respeta las normas del lenguaje.

Ahí queda eso.

Demo: instalación de WordPress

Lo prometido es deuda. Como algunos me pidieron, aquí está la demostración de la instalación de WordPress en un servidor propio que hice en la charla que dimos Iván y yo en las Jornadas de Blogs&Ciencia, el pasado día 2 en CosmoCaixa Madrid.

Para la gente que ha pensado alguna vez en dar el paso e instalar WordPress y todavía no se ha atrevido, generalmente los conocimientos no son un problema —en WordPress.org hay una documentación muy extensa y muy bien explicada, y seguro que si buscamos existen cientos de excelentes tutoriales en castellano—. Lo que echa para atrás, yo creo, es más bien preguntas como «¿será difícil?, ¿seré capaz?, ¿me dará problemas?». Y en ese sentido es donde pecan los tutoriales existentes: son demasiado exhaustivos. La única pretensión de esta pequeña demostración de una instalación básica es la de cubrir esa carencia y dejar constancia de que esto está chupao. Me consta que al menos a uno ya le ha hecho decidirse, por lo que me siento orgulloso.

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Al de ‘Mi mesa cojea’ le van las salchichas

Buen sabor de boca nos dejan las jornadas de blogs y ciencia. Aunque entre medias había unas cuantas conferencias programadas en CosmoCaixa, luego nos soltaban y nos dejaban ir por ahí a beber cerveza. Mientras tanto, los ponentes nos hicieron amena esta espera, incluso aquellos obligados a luchar por nuestra atención a la hora de la siesta.

Gran parte de las ponencias se centraron en un mismo tema: los problemas que plantea la divulgación de la ciencia, quién debe hacerla, bien a través de blogs o de la prensa y cuáles de estos medios despuntan en este momento.  Se debatieron además los límites de la divulgación, adaptación y popularización de la ciencia, frente al rigor que ha de mantener o sacrificar el divulgador. Cabría mencionar en este sentido las charlas de Álvaro Ibáñez, Manuel HermánHéctor MediavillaMiguel Ángel Sabadell, Ambrosio Liceaga, Sergio Palacios, Eugenio Manuel Fernández y Jorge Alcalde. Sin embargo, yo me quedo con una idea que lanzó Javier Armentia y me pareció muy interesante. Quizás no se pueda acabar con la superstición y las pseudociencias por medio de una argumentación razonada, pero sí podemos hacer presión como grupo para que este tipo de creencias estén mal vistas, para que suene tan estúpido como de hecho lo es que alguien se presente diciendo que es Piscis.

Las ponencias de Iván García, Iñaki y Miguel Artime trataban sobre cómo hacer un blog, bien desde el punto de vista de los contenidos (me encantó el divertido decálogo de Miguel), bien desde la pura logística (qué software es necesario para montar un blog, qué sitios web lo ofrecen etcétera).

En otra línea temática, Sergio Pérez y Rubén Pascual nos ilustraron sobre el modo en que se desarrollan y diferencian las células durante el desarrollo de un embrión (el primero), y sobre los aspectos más peculiares de la vista humana y los mecanismos que dan lugar, en muchas ocasiones, a ilusiones ópticas (el segundo). Personalmente, eché de menos más ponencias de este estilo. Ya que estamos hablando de divulgar ciencia, qué mejor lugar y ocasión para hacerlo que este tipo de jornadas.

Habría que hablar aparte, claro, del monólogo de Jose A. Pérez. Todos los lectores que ha perdido, esperaban verlo subir al estrado cubierto con una Ikurriña (como buen vasco radical), que después incendiaría para encenderse el cigarrillo (como buen fascista). Otros pensaban que nos enseñaría los calzoncillos con una foto de ZP como buen lacayo de los socialistas (y encima maricón). O que ilustraría su ponencia con imágenes pornográficas de Maddy con sus padres, al grito de ¡muera la corrección política! Su ponencia fue bastante más cómica que todo esto pero no mucho menos desconcertante. Las asistentes siguen sin acertar con el adjetivo.

Conclusiones de las jornadas: (1) La cerveza sabe mejor en buena compañía. Viva CosmoCaixa por proporcionárnosla. (2) La ciencia es necesaria como base de una sociedad menos crédula y manipulable. Cómo lograr cambiar la imagen del científico y que esta temática le robe audiencia a Belén Esteban supone a día de hoy un reto bastante utópico. (3) Mientras tanto, nada como un títular amarillista para atraer la atención de los lectores.