Sobre la nueva Ortografía (tercera parte)

La lengua para quien la habla, magnífico artículo de Miguel A. Román en el blog Román Paladino, de Libro de Notas:

[…] no pocos de los prenunciados cambios son ya cosa juzgada en esta sala (aquí y aquí) y créanme que no voy a modificar aquellos criterios, menos aún en los casos en que los doctos académicos me dan la razón.Pero no venían mis razonamientos hoy a esos detalles “científicamente” tratables de la cuestión, sino al hecho (que se me antoja sorprendente) de las polémicas, zalagardas, soflamas, bochinches, garapas y mitotes que se han producido en días pasados a cuenta de un quítame allá esas tildes.

Hombre, que los filólogos, ortotipógrafos, etimólogos y lexicógrafos pongan el grito en el cielo imbuidos de espíritu científico y corporativista me parece razonable. Al fin y al cabo son profesiones lo suficientemente aburridas como para que cualquier algarabía suponga una liberación de la rutina.

Pero que el “pueblo llano” reaccione ante las decisiones académicas de poner o quitar grafema como si se subieran los impuestos o se declarara la ley marcial, colma mi capacidad de asombro. Al parecer realmente piensan que es importante (adelanto: no lo es) y que las mudanzas propuestas son profundas (aclaro: no lo son). Y concluyo que somos pueblos (los de allá y los de acá) para los que el idioma y su uso correcto alcanzan estatura de problema nacional y aun transnacional.

Pero lo que no es de recibo es que si no parecen buenas las disposiciones en materia de normalización idiomática que debaten, acuerdan e imprimen la Asociación de Academias de la Lengua Española, se ejerza simplemente ese derecho al pataleo resignado, en la creencia simplista de que “por la fuerza de la ley” se nos obligará a aceptar unas normas que no son las conformes a la costumbre.

Porque, insisto (y ya son mil), no es así. Las normas las pone quien habla y quienes le escuchan, quien escribe y quienes le leen, primando por encima de cualquier criterio la claridad en el mensaje, la función comunicativa. Y no es ese argumento una llamada a la desobediencia, sino a la conciencia de que el idioma es nuestro y las autoridades académicas únicamente tienen la misión de estudiarlo, entenderlo, aceptarlo y proclamarlo.

Y, recogido del segundo artículo enlazado en esta cita:

La única recomendación razonable en todo esto es apelar a la honradez personal: tilde usted como pronuncie, será la mejor forma de que en sus escritos persista no únicamente sus pensamientos, sino también, de chiripa, algo de su voz.

Funciones ocultas de la CASIO fx-82MS (y otras)

Doy fe de que en esta calculadora (que es la que tengo yo) funciona. Comentan que en otros modelos también (artículo completo en Gaussianos):

  1. Primero es interesante que pulséis la tecla MODE varias veces para que veáis qué modos aparecen operativos en la calculadora, para que así podáis comprobar que al final de este proceso aparecen modos nuevos que en este momento no están activos.
  2. Pulsamos la tecla MODE y después la tecla 2, entrando así al modo SD.
  3. Pulsamos la tecla de un número cualquiera, por ejemplo la del 0, e introducimos ese número como dato 80 veces pulsando la tecla M+, que es la que lleva debajo DT en azul (la que hay encima de la tecla AC).Cuando lleguemos a 80 volvemos a pulsar la tecla M+ y nos aparecerá en pantalla la expresión DATA FULL. Volvemos a pulsar la tecla M+.
  4. Nos aparece en pantalla EditOFF, con un 1 debajo, y ESC, con un 2 debajo. Pulsamos la tecla 2 y la pantalla queda vacía.
  5. Pulsamos ahora la tecla Arriba del botón direccional y nos aparece en pantalla Freq80= y un 1. Ahora pulsamos las teclas 1 y 3 alternativamente (esto es, 131313131…) hasta que la calculadora no nos deje escribir más.
  6. Pulsamos ahora la tecla = y nos vuelve a aparecere DATA FULL. Volvemos a pulsar la tecla = y nos aparece otra vez EditOFFESC con un 1 y un 2 debajo respectivamente. Pulsamos ahora las teclas 0 (una vez) y 1 (también una vez) y después (aparezca lo que aparezca) la tecla AC.
  7. Ahora pulsad la tecla MODE y veréis como han aparecido más funciones de las que había en principio.

Sí, el método es un poquito coñazo. Más todavía si consideramos que, cada vez que se apaga la calculadora o se presiona la tecla ON, estas nuevas funciones vuelven a desaparecer; pero no deja de ser interesante que esta calculadora (más barata porque supuestamente tiene menos funciones que sus hermanas mayores) sea capaz de sacarnos de un apuro para realizar operaciones con números complejos o resolver ecuaciones de segundo y tercer grado, y hasta sistemas de ecuaciones con varias incógnitas.

Al leer este artículo de Gaussianos, inevitablemente me he acordado de aquel examen infernal que hice de Dispositivos de Microondas… 5 horas (y pico) de examen estuve rellenando folios y folios (y folios, y folios) con cuentas a mano con números complejos (¡y todo para rellenar 5.2 puntos del examen!… menos mal que saqué un 5.1). De eso hace año y pico, y todavía tengo agujetas en la mano. Y ahora me entero de que mi querida calculadora tiene funciones ocultas que podían haberme ahorrado horas, energía, neuronas, bolígrafo, papel… En fin…

Jesús Mosterín: Qué es cultura

Descrubro esta conferencia gracias a una entrada de Etiopica y quería, también yo, recomendárosla. Dura una hora, pero la podéis alternar mientras conducís con los podcasts de Irreductible ;). En ella, Jesús Mosterín establece un paralelismo entre genética y cultura (dos modos de transmitir información), entre genes y memes (unidades de información), entre evolución de las especies y evolución cultural. Para que abráis boca he seleccionado un pequeño fragmento del final de la conferencia que me ha llamado especialmente la atención (probablemente por ser el más polémico aunque no el más representativo).

Entre las fuerzas que mueven la evolución cultural […] están la coacción, la coerción, la obligación por parte de diversas autoridades […] el tratar de imponer ciertas pautas culturales, esto es el desarrollo coaccionado de la cultura y luego está el desarrollo libre, que es meramente la resultante estadística de muchas decisiones individuales.

Ahora, por ejemplo, qué se yo, en España mismo, en las autonomías los políticos están de acuerdo en que los ciudadanos deben hacer y deben educar a sus hijos como quieran los políticos y entonces lo único que se descute es si tienen que hacerlo como quieran unos políticos u otros políticos y si tiene que ser obligatorio que aprendan en gallego, en catalán o en vasco o que aprendan en castellano… pero lo que a nadie se le ocurre es que cada uno haga lo que quiera, incluido si quiere que sus hijos aprendan en inglés, o en cualquier otra lengua que quiera . […]

En este sentido, en todos los ámbitos que no están dominados por la coacción y que están convergiendo, son las fuerzas de las decisiones individuales las que  están tirando hacia adelante la evolución cultural actualmente […] Fíjense ustedes, qué mundo el de Internet sobre el que tan poco dominio tienen los políticos. Ningún tipo de político, ni nacionales, ni autonómicos, ni municipales, ni europeos… ningún político  domina Internet. Internet es el puro resultado de las libres decisiones de individuos sueltos en todo el mundo y es el campo, quizás, más dinámico y más progresivo de la cultura actual.

Mientras transcribo este fragmento, leo el último post de Mi Mesa Cojea: para que todo esto siga siendo así, para que la cultura en Internet se siga generando de forma libre, espontánea e imparcial gracias a las decisiones no coaccionadas de miles de ciudadanos ¿no habría que garantizar de una vez  la neutralidad de la red?

Sobre la nueva Ortografía (segunda parte)

Me gustaría recomendaros la lectura del artículo Más reflexiones sobre las nuevas normas ortográficas: ¡No pasa nada!, de Sandro Cohen. Cito a continuación lo que me parece más relevante (las negritas son mías) con relación a la polémica que ha suscitado la supresión de la tilde en la palabra solo.

En lo personal, sigo celebrando las nuevas normas, pero concuerdo en que hay otras palabras que también debieron ser incluidas. La primera es aun. Este vocablo es aun más problemático que solo. Se supone que cuando es sinónimo de todavía, debe llevar tilde. Cuando significa hasta o incluso, no debe acentuarse. Pero todavía tiene dos funciones bien diferentes: como adverbio de tiempo y como adverbio de modo.

Hasta hace un par de años, yo había entendido que aun solo debía recibir tilde cuando equivalía a todavía como adverbio de tiempo. ¿Y el otro todavía, el que usamos cuando decimos “Ella me ama todavía más que tú”? Aquí, todavía equivale a incluso o hasta. Anteriormente, yo entendía que, de usar alguna forma de aun en la oración anterior, no debíamos ponerle tilde: “Ella me amaba aun más que tú”. Pero, actualmente, en el diccionario solo se afirma esto: “ORTOGR. Escr. con acento cuando pueda sustituirse por todavía. Aún (‘todavía’) está enfermo. En los demás casos, se escribirá sin tilde”. Así, entendemos que no importa cuál de los dos todavía es sinónimo de aun: debe escribirse con tilde. En el ejemplo citado, “Ella me amaba aun más que tú”, todavía puede ocupar el lugar de ese aun, en su sentido de adverbio de modo (¿Cómo me ama? Todavía más). Así, ponga o no ponga la tilde, sigue siendo adverbio de modo, no de tiempo, aunque pudiera presentarse confusión en este sentido si no se prestara atención a la coma: “Ella me amaba aún, más que tú” (aún, como adverbio de tiempo). ¿Si da lo mismo poner la tilde que no ponerla, para qué ponerla? Y no creo que el contexto ayude mucho. Para evitar el problema, tendría que replantear la oración de otro modo, con algún sinónimo: “Ella me amaba, incluso más que tú”.

[…] En otras palabras, sí creo que debemos seguir utilizando las tildes, pero también hace falta un examen concienzudo de cuáles realmente ayudan en la comprensión de la lectura, y cuáles no pasan de ser estorbos.

[…]

Es curioso y divertido el caso citado por Guillermo: “Siempre me ha gustado el vino y ahora trabajo en una empresa vitivinícola. Viajo mucho y a distintos países. Algunos muy lejanos. Precisamente la próxima semana voy a Catar. Catar ha sido uno de mis grandes sueños”. Como chiste es buenísimo, pero en el mundo real nos topamos diariamente con casos parecidos donde la única —o la mejor— solución es el replanteamiento de la proposición para evitar ambigüedades. En este caso, habría sido fácil evitar la confusión así: “Catar vinos ha sido uno de mis grandes sueños” o “El emirato Catar ha sido uno de mis grandes sueños” o “Catar vinos en Catar ha sido uno de mis grandes sueños”. Lo mismo podemos hacer cuando se trata de confusiones que pudieran suscitarse con solo. Otra vez: ¡no pasa nada! En comparación con lo que se gana con no usar tilde, lo que se pierde es realmente poco.