Qué sería de la moral sin la religión… (II)

Aquí tenéis otro trocito de la Biblia muy parecido al anterior. De hecho, las narraciones son tan similares que uno no puede sino pensar que tal vez un pedazo de manuscrito se perdió y siglos más tarde fue reinventada (de nuevo) la historia. En definitiva, «una ilustración de la errática proveniencia de los textos sagrados» (como dice Richard Dawkins), y una prueba de la poca fiabilidad de las Escrituras.

Para no copiar todo el capítulo, os hago un resumen de lo anterior. Un levita (un sacerdote) viaja con su concubina hacia la montaña de Efraím, de donde procede. Durante el camino, paran en Guibeá para pasar la noche, y nadie quiere darles cobijo en su casa, salvo un anciano.

Apreciaréis que este fragmento es, si cabe, más explícito que el de Lot. Además, el final no es tan feliz en esta ocasión.

Libro de los Jueces, capítulo 19 (qué casualidad):

  1. El anciano le dijo: «La paz esté contigo. Yo proveeré a todas tus necesidades. No pases la noche en la plaza».
  2. Entonces lo llevó a su casa y dio de comer a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
  3. Estaban pasando un momento agradable, cuando los hombres de la ciudad, gente pervertida, rodearon la casa y comenzaron a golpear la puerta, diciendo al anciano dueño de casa: «Trae afuera al hombre que entró en tu casa para que tengamos relaciones con él».
  4. Pero el dueño de casa se presentó ante ellos y les dijo: «No, hermanos míos, no obren tan perversamente, porque ese hombre es mi huésped. ¡No cometan esa infamia!
  5. Yo tengo a mi hija, que es virgen: se la traeré afuera, para que ustedes abusen de ella y la traten como mejor les parezca. Pero no cometan semejante infamia con ese hombre».
  6. Sin embargo, ellos no quisieron escucharlo. Entonces el levita tomó a su concubina y la llevó afuera. Los hombres se aprovecharon de ella y la maltrataron toda la noche hasta la madrugada, y al amanecer, la abandonaron.
  7. La mujer llegó de madrugada y se cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su marido. Allí quedó hasta que fue el día.
  8. Por la mañana, su marido se levantó, abrió la puerta de la casa y salió para continuar su camino. Al ver a la mujer, su concubina, que estaba tendida a la puerta de la casa, con la mano sobre el umbral,
  9. le dijo: «Levántate, vamos». Pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la cargó sobre su asno y emprendió el camino hacia su pueblo.
  10. Cuando llegó a su casa, tomó el cuchillo y partió en doce pedazos el cuerpo de su concubina. Luego los envió a todo el territorio de Israel.
  11. El levita había dado esta orden a sus emisarios: «Digan esto a todos los hombres de Israel: ‘¿Ha sucedido una cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta el día de hoy? Reflexionen, deliberen y decidan’». Y todos los que lo veían, exclamaban: «¡Nunca ha sucedido ni se ha visto una cosa semejante, desde que los israelitas subieron de Egipto hasta el día de hoy!».

Un comentario sobre “Qué sería de la moral sin la religión… (II)

Comentarios cerrados.