Que no lo sepan los mercados

No hagas ruido, no molestes. No grites cuando folles ni desees demasiado. Que un Español decente no sólo lo es de pensamiento sino que, sobre todo, lo parece.

Que haya pobres, como siempre, pero que no nos manchen las aceras. Que no vengan, con su hambre, a cuestionarnos el paisaje. El hermoso cuento del «mejor de los sistemas posibles». Que el mal gusto no les permita venir a salivarnos encima. Venir a existirnos encima.

Que se casen los gays y que no se enteren sus esposas. Que las mujeres no conozcan el sexo, que no digan clítoris (ssh), que se vayan a Londres si engordan. Que no vengan con su lascivia a recordarnos nuestros muslos. Que se muerdan con fuerza los labios, como la santísima y Virgen, María.

Ve a misa en domingo, complace a tu jefe, teme a tu banco. No protestes a deshora: toma valium si te duele. Deja tu casa ordenadamente y por la puerta. Recuerda que los suicidas no van al cielo.

Y si el espejismo se rompe. Si los indecentes gritan, si nos ensucian la imagen (imago, imaginada), entonces la violencia legítima vendrá a salvarnos. Todo sea por saberlos marginales, perroflautas estridentes, anticuados, huelguistas, «ellos». Todo para que tu vida siga siendo de anuncio: moderadamente satisfecha por el consumo. No menos protagonizada por actores.

6 comentarios sobre “Que no lo sepan los mercados

  1. La palabra consumo debería estar coloreada en rojo, en negrita, subrayada, en tamaño 5000 y en comic sans para que se vea bien porque es la causa de todo esto.

    Cuando se empiece a trabajar sobre esa palabra de forma individual, se podrán realizar cambios a nivel global.

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