Una frontera es una línea imaginaria que suele servir para separar realidades más difusas. Cualquiera que haya viajado a otro país por carretera, sabe que el paisaje no cambia repentinamente nada más llegar a la dichosa raya. Al contrario de lo que dicen los mapas, el suelo no tiene distinto color en Francia o en Portugal.
En el caso de los océanos el “difuminado” de esta raya es especialmente pronunciado porque, como dicen por ahí “no se le pueden poner diques al mar”. Eso explica que, estando en plano Océano Ártico, los científicos de ATP se esfuercen tanto en esquivar el agua atlántica (inútil para realizar ciertos experimentos) y que nos hayamos tenido que acercar hasta el mismísimo casquete polar para muestrearla sin problemas. No todos los que habitan en Madrid son madrileños, ni todo el agua que hay a 79 º N es ártica. Pero entonces, ¿cómo se puede conocer la procedencia del agua? ¿Pidiéndole el pasaporte?