Los vinilos NO tienen más calidad que los CD

A menudo los nostálgicos esgrimen que los discos de vinilo (sí, efectivamente, los CD no han existido siempre) tenían mejor calidad que los actuales CD, que sonaban mejor. Lo segundo es parcialmente incorrecto, lo primero es totalmente falso.

Los soportes digitales tienen muchísima más precisión que los analógicos para almacenar la información. Un medio digital es tan preciso como queramos nosotros, podemos hacer que el error sea tan pequeño como deseemos. Los detractores de las tecnologías digitales probablemente no conozcan esto. Los soportes analógicos son mucho más complejos y generan muchos más problemas, errores y en consecuencia hay que ser muy precisos y cuidadosos para mantener una calidad que es bastante limitada.

Otra historia son los formatos con pérdidas como el MP3. En esos casos sacrificamos información que el oído humano no percibe para economizar recursos. Ahí hacemos un poco como con los primeros coches Ford que se fabricaron. Ford enviaba a sus ingenieros a los cementerios de coches para averiguar qué piezas fallaban. ¿Con qué fin? Con el de empeorar las que no fallaban —y por supuesto mejorar las que daban problemas—. Si un coche se rompe por la transmisión, pues hago las ruedas un poco peores, porque no fallan nunca. La idea es la misma: economizar recursos. A lo que iba, que me desvío. Sobre el MP3 discutimos todo lo que queráis. Hay gente que dice que lo nota, otros no, otros depende. Estamos hablando de un formato con pérdidas y la calidad, obviamente, será menor. Sin embargo, lo de los CD no es subjetivo. Un CD siempre tendrá más calidad que un vinilo, porque la tecnología es más precisa y registra la información con menor error.

Ahora bien, decía que es parcialmente erróneo lo de que los vinilos se escuchaban mejor. ¿Por qué? Porque de un tiempo a esta parte, las discográficas se han instalado en la llamada «guerra del volumen». ¿No os habéis dado cuenta de que cada vez los discos suenan más fuerte con el reproductor al mismo volumen? Poned un CD de música clásica, mejor si es viejo, y después uno de un grupo de rock actual. Si ajustáis el volumen para escuchar bien tirando a alto el primero, probablemente con el segundo el vecino llame a la policía. Eso es porque en la masterización se tiende a igualar las dinámicas: la diferencia real entre los sonidos más suaves y los sonidos más fuertes se hace más pequeña con el objetivo de poder subir el volumen global de la música, para sonar más alto que la competencia. Lo explican muy bien aquí. Esto hace que la calidad de la música baje notablemente, y por eso podemos percibir que los vinilos sonaban mejor, lo cual no implica que éstos tuvieran más calidad. ¡La culpa no es del CD, la culpa es de las discográficas!

Spartacus Op.82 de Khachaturian

Sí, otra de rusos. La obra de hoy es un ballet en cuatro actos llamado Spartacus, del magnífico compositor y director soviético de origen armenio Aram Khachaturian, compuesto entre 1950 y 1954, y estrenado el 27 de diciembre de 1956 en el Teatro Kirov de Leningrado. En él se cuenta la famosa historia de Espartaco, el esclavo tracio que se alzó con su ejército de esclavos contra la antigua República Romana.

Aunque la música de Khachaturian fue tachada de «formalista», al igual que la de sus contemporáneos Serguéi Prokófiev y Dmitri Shostakóvich, se convirtió junto con éstos en uno de los denominados “titanes” de la música soviética. Es considerado como uno de los más grandes compositores del siglo XX.

En 1955, Khachaturian adaptó la música de este ballet para realizar tres suites orquestales (Spartacus Suite No. 1, Spartacus Suite No. 2 y Spartacus Suite No. 3). El fragmento que escucharéis a continuación, el Adagio de Spartacus and Phrygia, es muy conocido por ser utilizado como banda sonora en numerosas películas, entre ellas Calígula, y se corresponde con la primera pieza de la Spartacus Suite No. 2.

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Príncipe Igor, danzas Polovtsianas de Borodin

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Sordo el que no se enamore. Aquí os dejo otra maravilla del Grupo de los Cinco, ésta escrita por Alexander Borodin. Las danzas Polovtsianas son la parte más conocida su ópera «El Príncipe Igor», si bien debido su muerte repentina en 1887, fueron otros dos compositores, Glazunov y Rimsky Korsakov (de quien ya os hablamos el domingo pasado), quienes la terminaron y estrenaron tres años después. Está ambientada en Rusia y cuenta la historia del Príncipe Igor y su resistencia contra la invasión polovtsiana.

Contaros como anécdota que Borodin, a pesar de ser un reconocido compositor, se ganó siempre la vida como químico. En este campo también fue bastante respetado y, de hecho, se le atribuye el descubrimiento de la reacción aldólica junto con Charles-Adolphe Wurtz.

La versión que os dejo de las danzas es lo mejor que he encontrado en Youtube. Seiji Ozawa hace una magnífica labor al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, si bien, desgraciadamente la grabación está imcompleta, le falta la introducción y no acaba siquiera de forma coherente. En fin, no todo el monte es orgasmo, que decía un amigo mío. Espero que, de todos modos, este fragmento sea suficiente para abriros el apetito y me ofrezco personalmente a enviar la grabación completa por email a quien le pueda interesar os animéis a escuchar la versión completa en Spotify.

Scheherazade Op.35 de Rimsky-Korsakov

Hoy por ser domingo y como una costumbre que queremos adoptar, os dejamos escuchando buena música. Schehrerazade es una de nuestras piezas orquestales preferidas y no podíamos menos que compartirla. Esta suite fue compuesta en 1888 por Nicolai Rimsky-Korsakov, compositor nacionalista ruso del siglo XIX y uno de los integrantes del «Grupo de los Cinco». Entre ellos, Rimsky-Korsakov fue conocido no sólo por sus propias obras, sino también por las revisiones y numerosos arreglos orquestales que realizó a partir del trabajo de sus compañeros. De hecho, este compositor ha pasado a la historia como uno de los mejores orquestadores de todos los tiempos, siendo su Tratado de Orquestación una obra de estudio obligatorio en los conservatorios aún a día de hoy.

Esta obra es una de sus suites orquestales. Está basada en el libro de Las Mil y Una Noches. De hecho, Scheherazade es el nombre de la muchacha que escapa de la muerte noche tras noche, contándole cuentos al Sultán que podría ejecutarla. Se trata por tanto de una obra programática, con un hilo argumental extramusical, donde el título de cada movimiento se corresponde con uno de los cuentos que relata Scheherazade:

  1. El Mar y el barco de Simbad
  2. La historia del príncipe Kalendar
  3. El joven príncipe y la joven princesa
  4. Festival en Bagdad. El Mar. El barco encalla contra un acantilado superado por el Jinete de Bronce

La siguiente interpretación corre a cargo de la Orquesta Sinfónica de Moscú, bajo la dirección de Arthur Arnold.

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Animación MIDI, medley de varios juegos

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(Vía: haha.nu)