Suite para violoncello No.1, de Bach

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Los exámenes empiezan y no tengo mucho tiempo para comentar esta pieza como debería. Sólo os remito a la explicación sobre contrapunto que escribí la última vez que hablamos de Bach.

Bach escribió un total de seis suites para violoncello solo, todas ellas muy recomendables. Elijo la primera quizás por ser la más reconocible y escuchada, pero cualquiera de las otras cinco merece la pena también. La forma suite se caracteriza por reunir varios movimientos, cuyo origen son distintas danzas barrocas de ritmo contrastante.  Entre estas danzas, una suite siempre debe contener: una Allemande (lenta), una Courante (francesa, rápida), una Sarabanda (española, pausada) y una Giga (inglesa, rápida y viva). Las suites de Bach añaden además un Preludio para introducir cada suite y una danza adicional entre la Sarabanda y la Giga que puede ser: un Minueto (suites 1 y 2), un Bourrée (suites 3 y4), o una Gavota (suites 5 y 6). Cada suite consta por tanto de 6 danzas diferenciadas por su estructura y sus características rítmicas.

De nuevo, música de Bach: puro ritmo, equilibrio, formas orgánicas y fluidas que se entrelazan entre sí y parecen no tener fin. En esta ocasión la interpretación corre a cargo de Rostropovich, un genio del violoncello de origen soviético (no puedo evitarlo, lo siento). En Youtube encontraréis también la excelente interpretación de Pablo Casals, que no añado a esta entrada porque la calidad de la grabación es algo peor, pero que os recomiendo encarecidamente escuchar.

El secreto de los violines Stradivarius

La ciudad de Cremona (Italia) vio nacer, allá por el siglo XVII, los mejores violines jamás construidos, a manos del famoso luthier Antonio Stradivari. Hoy en día, sus (mal llamados) Stradivarius son valiosas piezas que alcanzan precios millonarios. Los más selectos, incluso, tienen un valor incalculable.

Desde entonces, ha habido innumerables intentos de igualar la calidad sonora de estos instrumentos con un denominador común siempre: el fracaso. Muchas son las teorías acerca del secreto que Antonio se llevó a la tumba. ¿El barniz? ¿El tiempo de secado de la madera? ¿Un tronco «especial» sacado de un río? Algunas tienen más sentido, otras son más poéticas, pero ninguna ha llevado por el momento a la reproducción de ese sonido tan característico.

La ciencia podría tener la respuesta, pero cuenta con trabas insalvables, una vez más. Al ser piezas únicas, los estudios que pueden (más bien que permiten) hacerse son limitados, de «mírame pero no me toques», que diría el refrán. Y esto, aunque ha permitido averiguar algunas cosas, es como querer estudiar un electrón con una lupa.

Sin embargo, parece que Joseph Nagyvary, profesor emérito de bioquímica de la Universidad de Texas, ha tenido más suerte. Nagyvary lleva media vida detrás del secreto de los Stradivari, y siempre ha defendido que la excepcional calidad sonora de estos instrumentos se debe a algún tratamiento químico de la madera que no ha trascendido hasta nuestro tiempo. En su último trabajo, tras enormes esfuerzos y súplicas para conseguir pequeñas muestras de madera de expertos restauradores, ha conseguido nuevos resultados que podrían destapar el ansiado secreto. Concretamente el análisis del humo de quemar las muestras ha sido el que ha aportado nuevos detalles. Nagyvary y su equipo han encontrado bórax, fluoruros, cromo y sales de hierro. Merece especial atención el heptaoxotetraborato de sodio, o bórax para los amigos, que históricamente ha sido utilizado como conservante e insecticida. Probablemente fuera utilizado por Stradivari para proteger sus instrumentos de la carcoma.

La reproducción de las cualidades de los millonarios violines Stradivarius tendría, evidentemente, serias implicaciones. Esto, sumado al misticismo que los rodea, implica un gran obstáculo para los científicos. Tal vez el famoso secreto pase por algo tan sencillo como aplicarle bórax a la madera, tal vez sea otro compuesto y este análisis de una muestra tan pequeña sea insuficiente. En cualquier caso, este es un trabajo muy importante, en mi opinión, porque pone de manifiesto la capacidad de la ciencia y abre un serio debate. ¿Merece la pena sacrificar algún instrumento para tratar de descubrir la fórmula de tan ansiado sonido?

Las descargas P2P generan riqueza

El otro día, mi tía me mandó una entrevista de 20Minutos a Teddy Bautista, el presidente de esa «cueva de ladrones» (que no lo digo yo, que lo dice la CNT y lo avalan los jueces). En ella, dice cosas tan jocosas (haciéndoles sombra incluso a los clérigos humoristas) como que el P2P supone la «quiebra del sistema de los valores morales». También hace gala de sus famosa pericia matemática (más penosa que la de Almudena Grandes), sí, esa que dice que 500 millones de archivos descargados se traducen en 50 millones de discos no vendidos. Aunque, sin duda lo mejorcito de la entrevista es el siguiente fragmento:

Hoy en día, la cuestión es «bajarse por bajarse», según Bautista, y entonces «hemos perdido enteros en la calidad del producto» y además «el oído -añadió- se va atrofiando y se pierde sensibilidad porque se va acostumbrando a unos ficheros de audio muy comprimidos».

Esto es regodearse en la ignorancia y lo demás tonterías. Además, dice esto mientras las discográficas cada vez se introducen más en la llamada Loudness War, poniéndole más y más volumen a los discos para sonar más que la competencia, mientras nuestros oídos van sufriendo las consecuencias.

En contraste con esta penosa entrevista, recuerdo que en 2007 salió un estudio de la Journal of Political Economy que no encontraba ninguna relación causa-efecto entre las descargas P2P y la reducción en las ventas de música.

Más cosas. Leí recientemente que Jason Holtman, de la empresa de desarrollo de juegos de PC Valve Software, declaró que «los piratas de software son clientes desatendidos» y, sabiendo esto, se puede mejorar y sacar partido de ello.

Y para rematar la faena, me llega este artículo de PÚBLICO al que he copiado el título vilmente. En él se cuenta que un informe realizado por expertos en economía, legislación y tecnología para el Gobierno de Holanda concluye que los que descargan archivos compran lo mismo o más que los que no descargan. Y no sólo eso, también han encontrado que el P2P reporta ganancias a la sociedad holandesa: han calculado un beneficio neto de 100 millones de euros al año sólo en el terreno musical. La siguiente imagen habla por sí sola (click para agrandar):

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Para la coordinadora del informe, Annelies Huygen, «la industria debe crear nuevos modelos de negocio que sean atractivos para los consumidores». Como afirma el estudio: el P2P ha venido para quedarse y los que descargan son, al mismo tiempo, grandes clientes. Huygen también se muestra muy crítica con la criminalización de los usuarios: «Soluciones como el sistema francés de los tres avisos son desproporcionadas y carecen de un nivel mínimo de seguridad jurídica».

La negrita es mía. Más claro, agua.

Zanahoria-jazz

Linsey Pollak es un músico australiano muy conocido por su faceta de creador de instrumentos musicales de viento. Cualquier cosa le sirve: una escoba, un guante de látex, una regadera, una silla… Podéis ver y escuchar sus instrumentos en su página web.

En el siguiente vídeo, con una zanahoria a la que hace unos agujeros, un colador a modo de campana y una boquilla (de saxofón parece), se marca un solo jazzero más que digno. Ahí tenéis al artista (gracias a José Luis por el vídeo):

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Y encima, luego la puedes echar a la ensalada.