¡El infierno existe!, es un lugar real y está lleno de almas pecadoras y malosas. Así que ya sabéis niños, si veis a un señor con cuernos, vestido con una capa negra, un tridente en una mano y la cara colorada, ¡no os acerquéis!
Así lo ha asegurado Benedicto XVI, y si él lo dice… ¡va a misa! El Papa anterior, Juan Pablo II, había decidido cerrar el antro en cuestión (mucho olor a carne quemada, problemas con la calefacción, falta de aforo…) pero al parecer debía ser un cese temporal por obras nada más, así que a partir de ahora todos los que os portéis mal, ya tenéis un sitio adónde ir ¡muahahaha!
Bromas aparte, esto no es sino un paso más atrás de nuestra Santa Iglesia Católica. Parece que en los últimas décadas y gracias precisamente a Juan Pablo II, la institución había logrado avanzar un poquitito (hasta el s.XVII más o menos), pero el nuevo Mandamás está dispuesto a reestablecer y defender las posturas más anacrónicas y casposas del catolicismo. Después de defender el jucio de la Iglesia contra Galileo (increíble pero cierto), o de arremeter contra la fecundación in vitro, esto no es sino una prueba más de ello: del Dios más o menos «intelectual», con su Paraíso y su Infierno como ideas abstractas, simbólicas, metafóricas, defendido por Juan Pablo; la Iglesia involuciona hasta recuperar la figura del Dios paternalista y castigador propio de la Edad Media y en general de culturas mucho menos avanzadas. Rebaja así a sus fieles infantilizándolos, pretendiendo hacerles obrar «bien» por temor al castigo o soñando su recompensa. Con las ratas de laboratorio pasa igual: si les pones un trozo de queso y un cable que suelte pequeñas descargas, puedes conseguir de ellas lo que quieras. De este modo el creyente se vuelve irresponsable, «rebaño» en el peor de los sentidos, pues asume un código ético que le es ajeno y no es capaz de respetar por sí mismo. Por no hablar de la realidad maniqueísta, niñata y catastrofista que este tipo de líderes (G.Bush, Ratzinger, el PP…) se empeñan en recrear: «Niños, no os preocupéis, ¡nosotros os salvaremos de los Malos!» (y donde dice Malos léase, Osama, Satanás y ZP respectivamente).
Pero lo que verdaderamente me intriga es: Y él, y Benedicto, ¿¿Se lo tragará?? Porque claro, una cosa es que prediques una Doctrina y para vender más le añadas su código penal y otra muy distinta, que realmente visualices al señor de la perillita y el rabo con forma de flecha, escondido en algún lugar bajo tierra y pinchándole el culo a los infieles. Personalmente, estoy convencida de que no se lo cree. ¿No puede ser no? Es un tío con estudios, que ha publicado no sé cuántos libros y dirige una institución con millones de adeptos. Debe estar riéndose todavía de la cara que pusieron los párrocos que le escuchaban… «Amigos, creo en el Infierno… ¡y en Peter Pan!». Y por otra parte, está el Católico aplicado ¿qué pasa con los que ya habían desechado al Diablo de su Credo durante el último Papado? ¿Tendrán ahora que volver a forrar su cuarto con los cuadros de El Bosco? Ése sin duda sí creía en el de la perillita, pero a saber lo que se fumaba, otro día lo averiguaré…
Mientras tanto, ¡temed niños, temed! y esta noche antes de iros a dormir, no olvidéis mirar debajo de la cama: los últimos expertos aseguran que también anda suelto el Hombre del Saco.
Ya os había hablado de él en el