Eso es lo que se viene dando en Navarra en los últimos 10 años a escondidas, sin que nadie se entere. Y es que el Arzobispado de Navarra, con Don Fernando Sebastián Aguilar a la cabeza, ha escriturado a nombre de la Iglesia miles de parcelas de titularidad pública, con uso religioso o no, y entre ellas cinco templos históricos de Pamplona: la Catedral de Santa María, y las iglesias de San Saturnino, San Nicolás, San Lorenzo y San Agustín, todas ellas de gran valor histórico y artístico.
Todo esto es posible gracias al artículo 206 de la Ley Hipotecaria que se basa en otra de 1946, en pleno régimen franquista. En dicho artículo —claramente anticonstitucional–, se permite a la Iglesia inmatricular bienes que no sean de culto y «se equipara a la Iglesia Católica con el Estado, la Provincia, el Municipio y las Corporaciones de Derecho Público, al legitimarse a los diocesanos a expedir las certificaciones necesarias». Además, gracias a la Reforma del Reglamento Hipotecario (año 1998, en plena era Aznar), se permitió también la inscripción en el registro de los templos destinados al culto católico. En otras palabras: se encuentran al margen de la ley. Estos artículos les permiten inmatricular inmuebles que no constaban antes en el registro por ser de dominio público sin dar cuentas a nadie y sin tener que justificar nada para ello. De ahí el sigilo con el que han podido llevarlo, mas antes o después tenían que saltar las alarmas, y desde que salió a la luz, no han parado de crecer las voces discordantes, incluso en el seno de la propia Iglesia.
Pero mejor que yo lo cuenta José María Esparza, historiador y miembro de la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro, que ya ha tomado cartas en el asunto. Os dejo con él.
- Más información: Ostentación de dominio sobre las iglesias inscritas, por Iñaki Vigor.
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