Cuando Bertrand Russell fue encarcelado por oponerse a la entrada de Inglaterra en la Primera Guerra Mundial, el alcaide de la prisión le preguntó cuál era su religión (una pregunta rutinaria por aquel entonces en todos los ingresos). Russell le respondió que era agnóstico. El alcaide, como no conocía la palabra, tuvo que pedirle que la deletreara; después, suspiró y dijo:
—Bueno, hay muchas religiones distintas, pero supongo que todos adoramos al mismo Dios.
Russell cuenta en su autobiografía que aquel comentario le mantuvo animado durante semanas.
(Escuché esta anécdota en la conferencia de Fernando Savater de la que os hablaba ayer. Al parecer, la cuenta Martín Gardner en ¿Tenían ombligo Adán y Eva?)
jajaja Desde luego… atrevida es la ignorancia :D
Muy recomendable la colección de textos y conferencias de Russell, «Porqué no soy cristiano». ¡Es que este hombre era el p#t@ amo!