Sobre Podemos, ciencia y democracia

La historia va más o menos así. Materia publica una entrevista a Pablo Echenique-Robba (@pnique de aquí en adelante, que es más corto), científico y flamante europarlamentario de Podemos, titulada «En la izquierda a veces la gente se vuelve anticientífica». En ella, @pnique expresa su opinión sobre algún tema en concreto —en particular, transgénicos—, pero mantiene la razonable postura de que en último término, en democracia, es la gente la que decide. Seguidamente, se publica una colaboración en Naukas sobre dicha entrevista que genera un encendido debate y un aluvión de comentarios. Seguidamente y a raíz de esto, @pnique publica un artículo de opinión en Materia titulado «La ciencia y la política, esa extraña pareja».

Mientras tanto —al mismo tiempo que todo lo anterior, quiero decir—, las discusiones se enzarzan en Twitter, Facebook… y el tema sigue. Y en un momento dado, la estupefacción provoca que un servidor de ustedes suelte una ristra de tweets que quizás no se entiendan muy bien tan sinténticamente y por separado. Por ello, los reúno aquí y los comento.

Naukas es una gran familia a la que me siento muy honrado de pertenecer. Formamos un conglomerado de personas de muy diversos ámbitos del conocimiento, pero a la vez con un interés común en defender los valores del escepticismo y la divulgación del conocimiento científico. Esto forma un caldo de cultivo muy enriquecedor, puesto que nos alimentamos unos a otros con una gran cantidad de conocimientos transversales, fuera de nuestra pequeña parcela de conocimiento, que nos serían más difícilmente alcanzables por separado incluso buscándolos activamente.

Pero ojo, entre nosotros y círculos afines, creo que estamos empezando a asociar científico a transversalidad de conocimientos. Parece que damos por hecho que el científico medio es un ser debidamente informado del estado de la ciencia en su conjunto, y no: hay que darse cuenta de que esto no es lo habitual. Por el contrario, lo habitual en ciencia hoy en día es el gran especialista en un campo muy reducido, pero totalmente ignorante de otras disciplinas —y añado: sin ningún interés en otras disciplinas—. Por tanto, no está ni mucho menos a salvo del pensamiento irracional sobre otras ramas del saber. Nadie lo está, ni siquiera en su propia rama, y los casos se cuentan por docenas.

Dicho esto, no me parece que @pnique se haya mostrado irracional y magufo en las opiniones vertidas en los diversos foros. Desde el principio me ha parecido cauto y, aun dejando entrever posturas propias, apela siempre al electorado. Pero señores, es lo que le toca: es un representante político y se debe al programa electoral de su partido por encima de opiniones personales particulares —democracia, lo llaman—. Bien es cierto que ha tenido algunos comentarios desafortunados, pero es algo inevitable: lo están bombardeando por todos los frentes y él comete el error de contestar a todo. Nadie sin experiencia aguanta a flote tal paliza dialéctica sin meter la pata un par de veces.

Otra cosa que quizás olvidamos. Llega un partido nuevo que, tanto a los que le han votado como a los que no, nos ilusiona porque parece que ha empezado a romper una tendencia parasitaria en el sistema democrático español. Y leemos en la lista: P. Echenique, científico. Y nos emocionamos; un poquito. ¿Ciencia por fin en un partido? No —mejor dicho, no tiene por qué—: @pnique no está ahí para aportar una base científica a Podemos; @pnique está ahí porque simpatiza con la causa. Y la causa principal de este movimiento es el bipartidismo anquilosado, no lo olvidemos.

Ahora bien, @pnique no deja de ser un científico, un científico que creo que se muestra racional y abierto al diálogo. Habrá cosas en las que esté equivocado, pero es que ni sabe de todo ni tiene por qué saber de todo. Por tanto, en vez de destruir, vamos a intentar construir. Vamos a ayudar, a aportarle conocimientos que pueda emplear desde su tribuna para educar al electorado y luchar contra posturas anticientíficas. Sí, ya sé que tú lo harías mejor, igual que confeccionar la alineación de tu equipo favorito para ganarlo todo, pero démosle una oportunidad antes de crucificarlo por esta o aquella opinión aislada que pueda mantener en estos momentos.

Sería maravilloso poder votar a un partido de izquierdas sin maguferías en su programa, lo sé. Y ver sangre nueva con un científico entre sus filas ilusiona, ciertamente. Pero tampoco hay que olvidar que Podemos no es de @pnique, sino que @pnique es de Podemos. Me ha dado la sensación esta tarde de que aquí no se va nadie de Twitter hasta que @pnique se convenza de esto y aquello y arreglemos el programa electoral de Podemos en materia científica. Lamentablemente, esto no funciona así.

Esa es otra: aunque @pnique fuese un megacientífico con un estado del arte perfectamente claro y actualizado de todas las ramas del saber, no podría —no debería, más bien— votar como tal. Como decía más arriba, un representante se debe a su electorado y a su programa, y debe proceder en consecuencia, porque estamos en DE-MO-CRA-CIA. Lo otro, con lo que muchos hemos fantaseado alguna vez, se denomina tecnocracia y es harina de otro costal, camisa de once varas.

Y a pesar de ser un representante político en una democracia, su formación de científico y su actitud abierta le da una ventaja. A saber, tiene la capacidad y las herramientas para informarse de todo hecho científico susceptible de cambiar nuestras vidas a través de cierta política, y tiene la visibilidad necesaria para llegar a un gran número de personas, educar y convencer. Todo esto para que, en último término, su programa y sus electores le demanden que actúe con base científica. No al revés, o al menos no en democracia.

Edito a posteriori: se me había pasado incluir el siguiente fragmento del propio @pnique, que resume la esencia de lo que quiero transmitir con todo lo anterior.

Ciencia rigurosa y de calidad.
Divulgación y pedagogía para que llegue a la mayor cantidad de gente de un modo inteligible.
Democracia informada por los puntos anteriores.

Termodinámica de la estupidez

Las gilipolleces ni se refutan ni se destruyen, solamente se crean y se transforman.

José María Mateos, PhD (AKA @Rinze, PhD)

en esa cosa que utiliza como excusa para no arreglar su blog, y que no nombraré ni enlazaré.

La opinión de la gente sobre un hecho es irrelevante

Iba a twittearlo… pero este vídeo me ha parecido tan bueno que quiero guardármelo permanentemente como una entrada del blog. Efectivamente: no existe debate sobre el cambio climático porque el cambio climático es un hecho. Da igual lo que la gente opine, o desee: la Tierra se está calentando, según todas las evidencias científicas, a causa de la actividad humana, punto —la muy desconsiderada, ganando temperatura a loco, sin escuchar lo que dicen en el bar de al lado—.

Las opiniones que ponen en cuestión este hecho son, o bien extremadamente minoritarias (menos de un 3% de la comunidad científica que, por lo que sé, no pone en duda el cambio climático sino que, más bien, se muestra conservadora respecto a su origen antropogénico), o bien están desinformadas y son irrelevantes. El día en que esta irrelevancia salga de los medios, el día en que el primo de Rajoy, sencillamente, no tenga un micrófono del que aprovecharse, estaremos ante una información imparcial, de calidad y objetiva. Ese día, por fin, podremos empezar a debatir sobre lo único debatible en el cambio climático: qué hacer al respecto.

(Vi el vídeo gracias a Txema Campillo)

Casi todo por la patria

Por España, lo que sea. Menos el domicilio fiscal.

Jose A. Pérez (AKA @mimesacojea) en Delirio español.

Ah, el progreso…

El progreso consiste en que si lo que vemos ahora hubiera ocurrido hace 200 años, la lista de guillotinados habría sido extensa.

Javier de la Cueva, abogado.