Oír, ver y callar

A una persona inteligente podemos disculparle la cualidad de testaruda porque a la postre cometerá más aciertos que errores; a una persona ignorante, en cambio, le hará bien ser cauta y flexible. Sin embargo, si juntamos los atributos de ignorante y testarudo en un mismo individuo, el cóctel se torna infumable. Vean:

milla

Tras esto, conviene recordar la frase merecedora del 7º pin de Ciencia en el XXI.

(Vía: haha.nu)

El universo no tiene sentido

¡Claro que [el universo] no tiene sentido! Decir que algo «tiene sentido» es lo mismo que decir que es el resultado de una intención, de un plan, de un deseo. Pero los deseos son sencillamente un tipo de proceso biológico que realizan algunos seres vivos con ayuda de ciertos órganos especializados, en este caso, el cerebro; las alcachofas y las bacterias no tienen «deseos» —igual que los jabalíes no realizan la fotosíntesis, ni los rosales hacen la digestión—. Así pues, decir que el universo es el resultado de una intención (o sea, del proceso biológico de desear y actuar) es tan absurdo como decir que el mundo es el resultado de una digestión (o sea, del proceso biológico de degradar los alimentos para aprovechar su energía y sus nutrientes, y expulsar lo que sobra), vamos, lo mismo que decir que el mundo es una defecación.

(Visto en el Otto Neurath)

El Mesías de Händel

Este martes, 14 de abril, se celebrará el 250 aniversario de la muerte de Georg Friedrich Händel y no quería desaprovechar la oportunidad de presentaros a este excepcional compositor barroco.

Al contrario de lo que la contemporaneidad nos vende, algunos clásicos lo han sido desde siempre. Händel gozó de renombre internacional ya en vida, y su fama jamás se ha eclipsado hasta el día de hoy. Su carácter cosmopolita y popular es sin duda lo que mejor lo define: a pesar de su origen alemán, componía óperas al estilo italiano (el estilo de moda en la época) y terminó por adoptar la nacionalidad inglesa, pues fue en este país donde desarrolló la mayor parte de su obra. Todo ello fue posible gracias a sus constantes viajes por Europa y a su variada formación.

El Oratorio inglés, su aportación fundamental a la Historia de la música, es también fruto de la mezcla de distintos estilos y de un afán por llegar a un público más amplio: desde 1729 Händel estaba a cargo de un teatro, al que destinaba su producción operística. No obstante, debido a diversos problemas económicos, decidió probar con otros géneros menos caros y más cercanos al potencial público inglés de clase media. Para ello tomó una forma musical religiosa italiana, la adaptó al inglés, le dio el carácter «espectacular» propio de las óperas de la época, y añadió sus característicos coros, con influencias de la música inglesa y de la tradición luterana alemana. Como resultado, el oratorio inglés es una pieza dramática que, a diferencia de la ópera, no requiere representación escénica, trata un tema religioso (generalmente del Antiguo Testamento), pero se presenta como un entretenimiento profano, y, a pesar de sus influencias multiculturales, pronto se convirtió en un símbolo nacional de la música inglesa, gracias a su gran popularidad.

El Mesías, precisamente un oratorio, es la obra más conocida de Händel. Fue compuesto en apenas tres semanas y se estrenó en Dublín en 1741. A pesar de su argumento, la mayor parte del libreto está tomado del Antiguo Testamento y consta de tres secciones distintas: El Nacimiento, la Pasión y las Secuelas.

Una anécdota curiosa sobre este compositor es que la mayor parte de sus obras no hubiesen sido posibles bajo las leyes de propiedad intelectual que rigen en la actualidad: Händel tomaba la mayor parte de sus temas musicales de obras escritas anteriormente, tanto suyas como de otros compositores, plagios que mejoraban con creces, eso sí, el material original. Se ha conjeturado que acudía a este recurso para superar el «temor» a la partitura en blanco. En cualquier caso, eran prácticas plenamente aceptadas en la época y, de no haber sido por Händel, toda esa música, plagiada o mejorada, habría quedado en el olvido.

Semana Santa en Zaragoza

Y primavera en El Corte Inglés. Os traigo una bonita estampa que nos deja la Pascua, una de esas que nos arrancan irremediablemente una sonrisa a unos… y a otros les provoca una úlcera de estómago.

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(Vía: Las penas del Agente Smith)

Desactivar «Comprimir archivos antiguos»

La herramienta Liberador de espacio en disco de Windows sería francamente útil… si no fuera un tremendo coñazo. Me refiero —los que la hayáis usado lo estaréis intuyendo—, cómo no, a esto:

compressoldfiles

Al inicio siempre aparece ese mensaje debajo, «Comprimir archivos antiguos», y se pasa un buen rato ahí, calculando el espacio que no vamos a ahorrarnos porque no queremos comprimir los archivos antiguos, sólo borrar los innecesarios.

Pues bien, hay una manera de deshabilitar esta opción y que el Liberador de espacio en disco sea tan rápido que no nos dé ninguna pereza usarlo. Para ello hay que recurrir al registro de Windows: vamos a Inicio > Ejecutar, escribimos regedit y presionamos Enter. Ahora, nos desplazamos hasta HKEY_LOCAL_MACHINE\SOFTWARE\Microsoft\Windows\CurrentVersion\Explorer\VolumeCaches\ y eliminamos la clave llamada Compress old files. Y listo.

Ahora bien, para los que no os atreváis, o no sepáis de qué estoy hablando, o directamente seáis unos vagos de mierda, os he preparado sendos archivos para habilitar y deshabilitar esta opción. Lo único que tenéis que hacer es pinchar en el link correspondiente, se abrirá un archivo de texto y vais a Archivo > Guardar como… y lo guardáis con la extensión .reg donde queráis. Después, ejecutad dicho archivo.