Sarabanda de la Suite para clave en re menor HWV 437, de Händel

Hoy os propongo escuchar una pieza que muchos habréis oído ya como parte de la banda sonora de Barry Lyndon. A la película de Kubrick debemos su versión orquestal, la más conocida: después aparecería también en películas y series de televisión, como Redacted de Brian de Palma o Los Tudor. La pieza original, en cambio, fue escrita para clavecín solo y es el tercero de los cuatro movimientos que forman la suite. Desde mi punto de vista, la versión para teclado es más variada, dentro de que ambas están compuestas a partir de un único tema de apenas 8 compases, presentado dos veces. Se trata, por tanto, de una pieza bastante repetitiva ya de por sí. La Sarabanda original, sin embargo, utiliza sucesivas variaciones del tema, cosa que no hace esta versión orquestal, más dramática pero más monótona (sólo se varía la instrumentación). Todo ello no se percibe en la película, no obstante, donde el tema se utiliza sin repeticiones para presentar las distintas partes en que se divide la historia, como una especie de telón, un intermezzo recurrente que nos saca fuera de la trama.

La Sarabanda es uno de los movimientos siempre presentes en una suite. Se trata de una danza lenta y ternaria, procedente de América central. Se hizo popular en las colonias españolas en el siglo XVI, antes de extenderse a la Península y de ahí, al resto de Europa. Al parecer, fue prohibida en España en 1583 por su obscenidad. Se caracteriza por la ligadura que suele unir el segundo y tercer pulso del compás (correspondiente a los pasos arrastrados en el baile). Esto le confiere un carácter muy rítmico: la tercera parte del compás, al quedar descabezada (no es percutida), funciona como anacrusa; como un impulso hacia el siguiente compás. A su vez, la música queda suspendida y tensada en el segundo pulso, que centra todo el interés y la dirección de la música: os invito a mover la mano al compás, veréis como siempre sale despedida en este momento. Se consigue así, en este caso, un efecto muy dramático: la música es fluida y rítmica, avanza siempre, pero no sin cierto esfuerzo, no es algo «trivial» como un vals, necesita clavar sus tacones en el suelo para poder erguirse.

Händel ideó un material musical sumamente sencillo y fácil de analizar, inspirándose en un tema popular español, La Folía. Si Beethoven compuso una melodía con tres notitas, Händel lo hace con dos: el ritmo, nuevamente, contiene toda la expresividad. Adjunto una transcripción de la melodía para analizarla con más detalle (la partitura original, está en 3 por 2).

Sarabande-Handel

Si sabéis leer algo de música (y si no, os lo cuento), podéis ver que la tercera parte de cada compás comienza siempre con un silencio (3). La corchea que hay a continuación es totalmente prescindible: funciona como un impulso, pero no aporta nada melódicamente. La negra del segundo pulso (2) reitera lo dicho en el primero. Por tanto, el motivo principal queda reducido a dos notas descendentes (en rojo en la partitura): fa-mi, la-sol, si-la, re-do#. Si entonáis la melodía prescindiendo de todo lo demás (adornos, al fin y al cabo), veréis que la música se sigue entendiendo perfectamente. El tema se compone de 4 repeticiones de este mismo motivo. Sólo en su segunda aparición, al final (dos últimos compases), introduce nuevo material para concluir con más fuerza: acelera el ritmo mediante corcheas y concluye en la tónica (re). De algún modo, parece que el cantante se despierta de su abatimiento, su pesimismo y su contención y por fin, se queja. No obstante, si simplificamos también este fragmento, observaremos que la melodía no varía mucho: de nuevo, utiliza un movimiento de segundas descendentes, sólo que lo alarga un poquito. En lugar de dos notas, usa tres: fa-mi-re.

Decía Charles Mingus que complicar algo sencillo es algo que hace cualquiera, pero la creatividad consiste en simplificar lo complejo. Sin duda Händel era otro maestro en este sentido.

Latencia con los DNS de Google e impacto en la navegación web

El pasado 3 de diciembre Google anunciaba el lanzamiento de un nuevo proyecto llamado Google Public DNS, que, como su propio nombre indica, es un nuevo servidor DNS público que sigue la estela marcada por OpenDNS. De esta manera, disponemos de una alternativa más a la hora de configurar nuestros DNS que además es muy fácil de recordar: 8.8.8.8 y 8.8.4.4. La noticia ha sido acogida con entusiasmo por la blogosfera: Google se ha impuesto como meta acelerar la navegación web, y apuesta por los estándares, la neutralidad de la red, la seguridad y la privacidad, compromiso que viene avalado por una trayectoria (hasta el momento) impecable.

Hasta aquí son todo ventajas. Tan sólo hay una gran pega que se le podría poner: su situación geográfica. Y es que, al parecer, recalco, al parecer, los DNS de Google se encuentran en su sede de Mountain View (California). Cruzar el charco y todo el continente americano para hacer una petición de resolución de nombre no parece muy buena idea, desde luego. Pero recuerden: al parecer.

Me he propuesto hacer una pequeña comparativa del retardo introducido por el DNS del ISP (en este caso Telefónica, luego utilizo el típico 80.58.61.250), el de OpenDNS (208.67.222.222) y el nuevo de Google (8.8.8.8). También he introducido en la comparativa la dirección del router ADSL (192.168.1.1), ya que mucha gente tiene configurada la conexión con esa dirección en el DNS. En esos casos, el router tiene configurado el DNS del ISP al fin y al cabo y, por lo tanto, el retardo debería ser equivalente. Sucede así en los datos recogidos, pero he comprobado que depende mucho del router: si es muy lento, puede introducir un retardo adicional muy grande.

Para la recogida de datos, he elaborado un pequeño script en Bash. Los gurús de la programación en Bash verán que no es muy académico que digamos, pero funciona, que es lo importante (si alguien me propone mejoras, estaré encantado de aprender).

[code lang=»bash»]#!/bin/bash

muestras=100
servers=(80.58.61.250 192.168.1.1 8.8.8.8 208.67.222.222)
for n in {0..3}
do
server=${servers[@]:n:1}
for ((i=1; i<=muestras; i++))
do
a=$(dig @${server} enchufa2.es | grep "Query time")
echo ${a:15:${#a}-20} >> $server
done
done[/code]

Lo que hace este script es realizar 100 peticiones por cada DNS que vamos a analizar y guardar los tiempos de respuesta en sendos archivos. Y con dichos archivos y Gnuplot he obtenido la siguiente gráfica:

latencia-dns

Como podemos ver, el retardo introducido por los DNS del ISP es de unos 60 ms. De este tiempo, la mayor parte es debido al modo interleaved de la conexión ADSL, pero eso ya es otra historia (es un método para lograr mayor protección contra errores en el que los bits de las tramas se van entrelazando de manera que se recibe el primer bit de varias tramas, luego el segundo bit de todas ellas, etc.; resumiendo, no recibes el bit N de una trama hasta que no has recibido los N-1 bits de su «grupo» de tramas, por lo que aumenta el retardo considerablemente).

También observamos que OpenDNS y Google rondan los 100 ms (OpenDNS parece que gana, de media, por poquito). Por lo tanto, el retardo adicional que introducen tanto OpenDNS como Google Public DNS es de 40 ms.

No he hecho un estudio exhaustivo sobre el número de peticiones DNS que se realizan al cargar páginas web, pero por el puñado de pruebas que he hecho, diría que se realizan normalmente menos de 10 (no cuento aquí la resolución de todos los enlaces incluidos en el documento HTML, puesto que esto se hace después de la carga de la página y no repercute en la experiencia del usuario). ¿Esto qué supone? Pues un retardo adicional de menos de medio segundo en páginas que tardan en cargar 3, 4, 5, 6 segundos… Por lo tanto, la latencia no se verá muy afectada.

Por otra parte, ¿no os chirrían un poco esos 100 ms junto con la localización en la costa oeste de los EEUU? Si hacemos un ping a haha.nu (servidor situado por el centro de EEUU), descubrimos un tiempo de respuesta de 170 ms, y si lo hacemos con enchufa2.es (situado hacia la costa este de EEUU), tenemos 180 ms. Más raro todavía: si hacemos un traceroute a 8.8.8.8 descubrimos que uno de los saltos está en París con un tiempo de respuesta de 95-100 ms y que ¡el siguiente salto está en California con un tiempo de 95-100 ms! Probad también con OpenDNS; sucede algo parecido.

Conclusión: o bien han inventado los enlaces transoceánicos y transcontinentales instantáneos y yo no me he enterado, o tanto OpenDNS como Google Public DNS tienen servidores en Europa.

Evidencias

senial_blog

(Como su propio nombre indica, Humor tonto para gente inteligente)

Manifiesto: En defensa de los derechos fundamentales en Internet

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

  1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
  2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
  3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
  4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
  5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
  6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
  7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
  8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
  9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
  10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia

Este manifiesto, elaborado conjuntamente por varios autores, se publica en multitud de sitios web. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

Orígenes

—¿De dónde vienes?
—Del mono, según los demócratas.

(House contestando a Cuddy, ca­pí­tu­lo 1 – tem­po­ra­da 4)