Al fin los obispos se pronuncian sobre el autobús ateo. Como de costumbre, no nos han defraudado: según ha señalado hoy un comunicado de la Conferencia Episcopal Española, «insinuar que Dios probablemente sea una invención de los creyentes […], es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen«. Por ello, instan a las autoridades competentes a «tutelar el ejercicio pleno del derecho de la libertad religiosa». Pese a todo, el tono del comunicado es bastante moderado, se cuida mucho de repetir que «los católicos respetarán el derecho de todos a expresarse» (qué remedio). Se nota que han tenido tiempo para pensárselo bien.
5 comentarios sobre “Ya estaban tardando”
Comentarios cerrados.
Entenderás por libertad religiosa, el derecho a no creer en la religión, o en eso no existe libertad, y estamos condenados a creer?
Perdón, quería decir «entenderán». Perdón, fue un lapsus linguae
Imagino que decir que el «suyo» es el único dios verdadero, no es una ofensa para los millones de personas en la India que creen en Visnu…
¿Qué ocurriría si les preguntamos a los obispos, qué opinan sobre los otros dioses?
En fin… como decía Dawkins, todos somos ateos respecto a uno o varios dioses… yo sólamente añado uno más a la lista.
¡Cuidado! Cuando los obispos dicen que eso es una blasfemia, no es meramente una pataleta sin consecuencias, por mucho «respeto» que añadan luego en su comunicado.
En realidad, nuestro código penal incluye sanciones graves, incluso de cárcel, para las burlas a la religión. Confirmar en mi blog:
http://abordodelottoneurath.blogspot.com/2007/11/la-religin-como-homeopata.html
Hombre, una blasfemia es, el mensaje «injuria» a dios.
Pero precisamente el comunicado me ha parecido «moderado», por no hacer referencia explícita a las leyes que, como bien apuntas, protegen de la ofensa a los creyentes. En cambio, su principal argumento es que, como mucha gente no puede librarse de utilizar esas líneas de autobús, ése mensaje no debería colocarse ahí («los espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los ciudadanos no deben ser empleados para publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos de ellos»).
Intentan negar la legitimidad del mensaje y defender la libertad de expresión al mismo tiempo: por eso casi parece que se disculpan por quejarse, buscan una excusa políticamente correcta para poder denunciar la propaganda atea. El resultado es un tono «moderado» y también bastante ridículo: podéis decir lo que queráis, pero no en un autobús.