Viste lo que querías ver

El otro día, embobada frente a la tele mirando a Dios a Milla Jovovich, descubrí una escena de la película Juana de Arco bastante sugerente. Sugerente, sobre todo, porque en la película no queda claro si el señor oscuro con el que habla Juana es Dios, el Diablo, su propia conciencia o una alucinación… en cualquiera de los casos, se trata del personaje más racional de toda la película, dispuesto a cuestionar con una lógica aplastante las supuestas «señales divinas» de la protagonista.

Todo ello me recordó a un par de artículos que leí hace tiempo en New Scientist. En el primero, titulado La religión altera la percepción visual, un estudio revela que los calvinistas holandeses tienen una mayor predisposición que sus paisanos ateos a hallar posibles patrones en ciertas imágenes. El segundo artículo es aún más significativo: Querido Dios, por favor confirma lo que ya creo describe cómo la gente tiende a atribuir a su dios sus propias opiniones y creencias. De modo que, si ya se es testarudo por naturaleza, con un dios en la retaguardia os lo podéis imaginar: de Mesías salvador a libertadora de Francia, elija su megalomanía preferida.

Por supuesto, toda esta teoría cobra especial interés si es Jovovich quien la ejemplifica, pero eso ya, es una apreciación personal.

7 comentarios sobre “Viste lo que querías ver

  1. La obcecación, creo yo, hace que veamos el patrón visual (entre otras cosas). Si sólo pienso en patos, acabo por ver patos en las formas de las nubes, en los charcos del suelo tras la lluvia… Si sólo pienso en síumbolos religiosos (u otra cosa cualquiera), pues lo mismo.

    Por otro lado, incluso suponiendo «buena voluntad», buscar justificaciones para nosotros mismos creo que hace parte de la capacidad «autónoma» o «semiautónoma» de nuestro cerebro para que podamos vivir con lo que pasa en el mundo (la autojustificación es necesaria para que no nos hundamos con sentimientos de culpabilidad). Por ejemplo, sin esto, no sé como iban a sobrevivir los soldados supervivientes de cualquier guerra, de cualquier bando. Las mayores bestias humanas que han existido siempre (creo) han estado convencidas hasta lo más íntimo de que tenían razón. Las mejores personas, también, seguramente. Si alguno de estos (unos u otros) es religioso, considera que hay un dios que está «por encima» suyo, entonces es evidente que el dios piensa como él, una vez que está convencido de que él mismo tiene razón, y el dios ese también tiene siempre razón.

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