A las 9:55 de la mañana, hora española, comenzaba nuestro periplo hacia tierras asiáticas. En el aeropuerto de Frankfurt, el disco duro de mi portátil ha cascado (vaya momento ha elegido…), por lo que ahora escribo, como buenamente puedo, desde mi teléfono Android, desde una red WiFi del aeropuerto de Pekín, saltándome el gran cortafuegos chino con un certero túnel SSH. Que viva el software libre.
En una hora cogeremos el último avión hacia nuestro destino. Y en dos más, voilà!, siete horas se habrán esfumado como por arte de magia. A ver qué tal nos trata el amigo jet lag. Seguiremos informando.
Esto es vivir peligrosamente. Yo habría esperado a escribir desde Seur, no vayan a meterse los chinos por el túnel.
Seur no, quiero decir Seul… tantas compras por Internet… :(