3 comentarios sobre “Qué sonrisa tan rara

  1. No me extraña, pero no por la risa sino por los mitómanos. Hace unos meses estuve en el Louvre y pasé de acercarme al cuadro porque había millones (bueno, alguno menos) de guiris posando para hacerse la foto delante. Me conformé con ver la magnífica Sagrada Cena del Tintoretto que tiene enfrente y los otros cuatro leonardos de la galería de al lado.
    Una pregunta capciosa: si no te haces la foto ¿puedes considerar que has visto el monumento, cuadro o lo que sea?
    Otra pregunta capciosa: ¿por qué en en el extranjero puedes usar la cámara en los museos y es este nuestro país no?

  2. Precisamente por eso me hace tanta gracia. Por la grandísima exageración que supone de algo que se da por hecho. Coño, la chica está bien pintada, pero no tiene «la sonrisa más enigmática de la historia de la pintura». Como el síndrome de Stendhal o los ataques místicos (¿epilépticos, orgásmicos?) que le daban a Sta.Teresa. Mucho te tienen que comer la cabeza para que te vuelvas loco con cosas así.

    Y en cuanto a lo del mito, toda la razón. Yo, por suerte, pude ir a París durante un mes entero y en temporada baja, así que no encontré mucho japonés delante de La Estrella, pero me consta que esto debe de ser poco habitual.

    Lo de prohibir el uso de cámaras suelen argumentarlo mentando una mejor conservación de las obras. En tal caso, podría tener sentido (si es que lo tiene, cosa que desconozco pero puedo investigar), prohibir el uso de flashes. Pero no veo cómo permitir que un sensor sea impresionado por la luz que ya de por sí refleja un cuadro, puede afectar a éste en lo más mínimo. A ver si lo que realmente quieren conservar va a ser la tienda del museo…

  3. No sólo en España no dejan hacer fotos en los museos, y para ello os cuento una experiencia muy reciente.

    El viernes pasado estuve en los Museos Vaticanos, y en todas sus salas estaba permitido hacer fotos, con flash, sin flash, haciendo el pino o bailando la conga. Pero cuando entras en la Capilla Sixtina (una de las salas del museo), hay allí 5 o 6 guardas gritando cada dos por tres: «No photo, no photo». Como podéis suponer, todo el mundo pasaba tres kilos y hacían todas las fotos que les daba la gana. De vez en cuando, se te acercaba uno como si fueras un delincuente y amenazándote.

    Conclusión: que les da igual que los frescos de Miguel Ángel se estropeen, lo que importa es dejarse 10, 15 o 50 euros en la tienda.

    Y la solución es la que se ha comentado: dejar hacer fotos sin flash. Y punto.

    Un saludo ;)

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