Escrito en 1894, el Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy es considerado como una de esas obras que marcan un hito en la historia de la música. Concretamente ésta supuso un antes y un después en todos los aspectos compositivos que se habían convertido en estándar de facto de la música occidental desde hacía más de un siglo. Debussy consiguió romper por primera vez con todo lo anterior y abrió una nueva puerta hacia el modernismo. Algunos añaden, no sin cierta guasa, que la abrió pero no la cruzó, aunque a mi parecer bastante mérito tiene el simple hecho de abrirla, de hacer algo inédito hasta la fecha y encima que funcione.
El Preludio es una obra orquestal de corta duración (10 minutos) que, en principio, iba a a ser el primero de tres movimientos agrupados en una suite —Preludio, Interludio y Paráfrasis Final— que nunca se continuó. Está basado en un poema con el mismo título del también francés Stéphane Mallarmé. Dicho poema es un hito del simbolismo francés, llegando a ser considerado por algunos como el mejor poema de la literatura francesa. Cuenta las ensoñaciones de un fauno que despierta de la siesta y sus encuentros con las ninfas. La música supone una «interpretación muy libre» —según palabras del propio Debussy— de ese ambiente de sensualidad y erotismo que desprende el poema.
La obra se estrenó a finales del mismo año con enorme éxito entre el público; tanto es así que tuvieron que tocarla dos veces. No tuvo tanto éxito entre la crítica, en cambio. A Mallarmé le encantó: en una ocasión la escuchó interpretada por el propio Debussy al piano y dijo que no podía esperar más de esa música. Más tarde fue coreografiada por el célebre bailarín Nijinsky y llevada a los escenarios por la compañía de ballet de Diaghilev, aunque se cuenta que Debussy abandonó la sala disgustado por el excesivo erotismo de la coreografía.
Hablando de aspectos más formales, lo primero que sorprende cuando se analiza la música de Debussy es lo preciso, lo riguroso y lo cerebral que hay que ser a la hora de componer para conseguir una sonoridad totalmente imprecisa, sin rigor, vaporosa, etérea… Y para ello, utiliza una serie de recursos y técnicas que siempre tratan de huir del Romanticismo, de lo establecido.
Orquestación
Escapa de lo característico de la gran orquesta romántica. La orquestación completa se compone de tres flautas, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, dos fagotes, cuatro trompas, dos arpas, dos crótalos y cuerdas. Destacan la ausencia de trompetas, trombones y percusión y la presencia de dos arpas.
El uso que hace de la orquesta es muy colorista. Busca distintos ambientes, distintos colores, a través de grupos pequeños de instrumentos. Las maderas cobran vital importancia al ser las encargadas de comenzar todos los temas en intervenciones solistas. Además, Debussy tiende a aligerar los graves, lo que refuerza ese carácter vaporoso: los cellos tocan en octavas agudas a menudo, y los contrabajos dan pequeñas pinceladas.
Melodías
Se componen de pequeñas células con motivos ondulantes, moviéndose casi siempre en matices piano o pianissimo. Los fortes son escasos y están muy bien escogidos en puntos de clímax. Los ritmos están escritos al milímetro de tal forma que se consigue que las melodías vuelen por encima de las barras de compás (no van sujetas a las métricas).
Todas estas características pueden observarse en el tema inicial que expone la flauta con una melodía totalmente ambigua tonalmente hablando, ya que baja un tritono y vuelve a subir mediante una escala de tonos enteros enmascarada con cromatismos. El ritmo, muy preciso en la escritura y muy libre (casi improvisado) para el oyente, junto con la ausencia de acompañamiento, de nuevo refuerza ese carácter etéreo e impreciso que busca Debussy (y que encuentra). En una lucha contra la tonalidad (que obliga a movimientos contrarios), destacan los paralelismos entre las diferentes voces.
Podríamos seguir hablando de la armonía (el uso de progresiones no funcionales, escalas exóticas), la forma (daría para dos artículos más), etc., hasta la saciedad, y en todas partes seguiríamos encontrando este afán por huir de las técnicas compositivas anteriores.
[…] Prélude à l’après-midi d’un faune de Debussy. […]