Y es que la Congregación para la Doctrina de la Fe en España (ex Santo Oficio de la Inquisición) prepara una notificación de censura para frenar la difusión de un libro titulado Jesús. Aproximación histórica (editorial PPC). Según el obispo de Tarazona, Demetrio Fernández González, el Jesús de la historia (de ese libro) no es «el Jesús de la fe». Que por supuesto es el auténtico y verdadero ¡cómo no! La carta del obispo no tiene desperdicio.
Otro ejemplo de los privilegios que sigue teniendo la Iglesia: no se puede opinar, no se puede argumentar, no se puede dudar de su doctrina, pues estarás «confundiendo a los fieles» dicen. Ya no que no pueda hacerlo un cualquiera, pues el autor del libro no lo es: se llama José Antonio Pagola, estudió Teología y Ciencias Bíblicas en la Universidad Gregoriana de Roma, en el Instituto Bíblico Romano y en la École Biblique de Jerusalén, y desempeñó el cargo de vicario general de la diócesis de San Sebastián, de la mano del obispo José María Setién. Ahí es nada.
La noticia sale en EL PAÍS, y hay un interesante artículo escrito por Jesús Zamora, del blog A BORDO DEL «OTTO NEURATH» del que he extraído este pasaje:
La conclusión principal que se saca sobre mi tocayo más famoso [Jesús] y (algunos de) sus primeros discípulos es que, sin negarles el extraordinario carisma que debían tener (como Mahoma, Napoleón, Lutero, Hitler, los Beatles, las Spice Girs, o Tom Cruise, sin abusar de la comparación), en el fondo eran unos «grillaos» que estaban absolutamente convencidos de que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina (a no más allá de treinta o cuarenta años vista), y que proponían un ideal de renuncia y amor mutuo como instrumento para coger buen sitio en el apocalipsis (no por otro motivo).
También merece mención el final del post:
Y, siguiendo con la cosa episcopal: dice Rajoy que él «nunca se enfrentará a los obispos»; ¿alguien lo dudaba? Tampoco Bush se enfrentará nunca con los fabricantes de armas, ni Paco Camps con los presidentes de las constructoras.