La verdad es que mi instrumento, el clarinete, es desconocido para mucha gente poco cercana a la música: sí, esa gente que va con su niño, señala a un trompetista y grita: «¡Mira, Pedrito! ¡Mira a ese chico, cómo toca el saxofón!», y en general llaman saxofón a cualquier cañería sonora con una punta por la que se sopla. Así que la siguiente conversación, con más o menos variaciones, es bastante habitual para mí:
—[…] Ah, y ¿qué tocas?
—El clarinete.
—Oh… y… ¿qué instrumento es ese?
Bien. Llegados a este punto, uno ya lleva asumido que va a tener que explicar que es «ese tubo largo negro con anillos plateados que abunda en las bandas de música», lo cual resulta sumamente desagradable para mí, por decirlo con mesura. Pero todavía hay algo que me revienta infinitamente más, y es la gente a la que le suena un poco. La conversación, en estos casos, viene siendo de la siguiente manera:
—[…] Ah, y ¿qué tocas?
—El clarinete.
—¡Anda! ¡Como Woody Allen!
Y aquí se me empieza a hinchar la vena del cuello y los ácidos gástricos entran en ebullición, pero me acabo mordiendo los cojones y entre dientes esbozo un «sí, como Woody Allen». Pero ¡NO! ¡demonios!, ¡como Woody Allen no! ¡Dios me libre! Porque lo que hace ese hombrecillo no es tocar el clarinete: ¡es un crimen!, un asesinato musical de la figura, el tono y el timbre de este bello instrumento que en sus manos se convierte en el esperpento puro.
Qué a gusto me he quedado. Mas a los hechos me remito. Vean y juzguen ustedes mismos:
Por favor, que alguien se atreva a decirle de una vez a este señor que se dedique a hacer películas y vídeos promocionales para la Conselleria de Turismo de la Generalitat de Catalunya y que deje de una vez esto de la música a los profesionales, que no es lo suyo. O que no lo deje, pero que no se aproveche de su popularidad para sacar los cuartos mientras no hace más que darle mala fama al clarinete.
Tengo que hacerme tarjetas de presentación con la dirección de esta anotación para, a todo aquel que me pregunte qué instrumento es el clarinete, dársela mientras dibujo una sonrisa fingida y cuento hasta cien.
Si quieren ver qué es tocar el clarinete e improvisar con el clarinete, aquí tienen:
Ahí queda eso.
Anda que menuda diferencia de un clarinete a otro… xDD
Pues los trompistas yo creo que tienen (yo ya no me incluyo que hace mucho que no toco la trompa) el mismo problema. Nadie sabe que instrumento es. Y eso que en las bandas sonoras de películas de acción/aventuras siempre hay alguna trompa por ahí…
PD: El clarinete siempre fue de mis instrumentos preferidos. Me encanta como suena :)
@Wis_Alien: ¿Alguna trompa? ¡Las bandas sonoras de esas películas están llenas de majestuosas melodías para trompa! Y no sólo son desconocidas para la gente, también hay muchos músicos (mayormente de cuerda; bien frotada, bien percutida) que no saben distinguir el sonido de una trompa del de un trombón o una trompeta. ¿Verdad, Almudena?…
Aunque también existe el chiste aquel que diu… «¿Qué hace un valenciano dando vueltas alrededor de un piano? Buscar el agujero para soplar».
Qué malo eres… la trompeta la distingo perfectamente.
Valga como excusa ¡que los pianistas son unos impresentables y unos ignorantes!
Pues yo tengo un problema de autoestima cada vez que digo que toco la flauta dulce.
No sé que es peor, si esa mirada de arriba a abajo (ah, ¿pero eso no era un juguete?), o la típica respuesta entusiasmada: «sí, yo también la tocaba en el cole, era muy fácil».
Que la flauta dulce también tiene su dignidad, hombre :)
A los catorce años, cando todos los críos de mi pueblo iban los sábados por la mañana hacia el campo de fútbol para entrenar, yo me dirigía en dirección contraria hacia la escuela de música a estudiar con mi tuba. Y, claro, llevaba la tuba sin estuche porque bastante pesaba ella sola, como para añadir el incordio del estuche. La historia con la que comienza esta entrada es casi idéntica: saxofón, trombóm, chompeta, y las burradas más espantosas del mundo mundial. No se quienes eran entonces los profesores de música en los colegios de Arnedo, pero desde luego que ninguno de ellos les enseñó nunca a sus alumnos qué carajos era una tuba. Con que le hubieran llamado bajo me hubiera dado con un canto en los dientes, pero ni eso… Y para colmo, en la película de «American Pie» (creo) sale el padre tonto del culo tocando la tuba en el jardín, como el colmo de lo cutre y bajo que puede caer una persona, nada más lejos de la realidad que puede llegar a representar cualquier tuba en condiciones.
Con el trombón me pasa lo mismo. Y el bombardino… Eso sí que no saben cómo se llama ni por equivocación.
Habrá que matar a los maestros de música de los colegios. Bueno, todos no… :twisted: