Si un virus implacable aniquilara a todos y cada uno de los mamíferos del planeta, continuaría habiendo vida en la tierra, que apenas se vería afectada por la pérdida. En cambio, si de la noche a la mañana desaparecieran las bacterias, toda la vida del planeta se extinguiría en cuestión de años.
(Steven Johnson, científico americano, en «El mapa fantasma», el fantástico libro que gané gracias al concurso de la Fotoviñeta… me ha recordado a la célebre frase de Saint-Exupéry de «El Principito», que podéis leer en el título)
Muy buena reflexión. Me ha gustado, sí :)
Por cierto, ¡enhorabuena por el premio de la fotoviñeta! ¡Es muy buena!