Hay mucha gente que se dedica a registrar dominios en Internet, direcciones que consideran «buenas», con la esperanza de que alguna gran empresa se interese tanto por comprar alguno de ellos que pagarían lo que fuera. No es una práctica nueva, por supuesto. En los inicios de Internet y el gran auge de las «.com», fue un fenómeno habitual. Las empresas, lógicamente, querían tener una página web en una dirección con su nombre, pero… ¡muchos ya estaban cogidos! Así que tocaba apoquinar. No sé si Microsoft se lo compró a alguien, pero: imaginad que por allí por los albores de Internet conseguís registrar un dominio como «microsoft.com»… ¡tendríais la vida resuelta!
Hoy en día, se sigue haciendo, y se siguen rentabilizando. El «negocio» ha evolucionado mucho, de hecho. Ahora, ya no se limitan a registrar el dominio: crean una pequeña página web inútil y trabajan duro para posicionarla bien en las búsquedas de Google. Cuantos más dominios tienen y más páginas web enlazándose entre ellas, más arriba salen en las búsquedas. ¿Y qué empresa podría resistirse a pagar por un caramelo tan jugoso? Comprar un dominio y tenerlo bien posicionado en Google de entrada (eso implica visitas, muchas visitas)… desde luego que pagan.
Con la reciente aparición de los dominios con «ñ» y demás carácteres especiales que ahora se permiten, seguro que miles de estos inversores se han abalanzado a la caza de los mejores dominios. Y digo inversores porque eso es lo que son. Registrarlos no es gratis, y mantenerlos tampoco. No valen mucho dinero, andarán por los ¿20$ al año?, pero los que se lo toman en serio tienen registrados muchos: decenas e incluso los habrá con centenares. Sin embargo, les saldrá rentable ¿no?, si lo hacen…
Y todo esto viene a que he leído en PÚBLICO cómo un neoyorquino ha logrado vender un dominio por 2,6 millones de dólares. Chris Clark, que tiene una asesoría de páginas web, mantenía el dominio «pizza.com» desde que lo adquirió en 1994. Curiosamente, afirma que lo compró con la intención de convencer a una pizzería para que se asociase con él, pero no lo logró, así que se quedó con el dominio y ahora lo ha subastado. Ha tardado 14 años en rentabilizarlo, pero ¿ha sido o no ha sido una inversión cojonuda?
Eso se llama estar en el momento apropiado en el lugar adecuado. Porque no creo que cuando lo hizo pensase (¡ni por el forro!) en el pastón que se iba a embolsar.
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