O de cómo nuestro cerebro nos engaña cuando le da la gana. En realidad lo hace por nuestro bien, no os lo toméis a mal. Digamos que no es objetivo: recibe una información por los sentidos y no se limita a mostrarla tal como llega, sino que «opina» sobre ella. Es decir, la interpreta según cree conveniente, la reconstruye como él cree que debe ser.
Vamos a ilustrarlo con unos ejemplos. Para abrir boca, uno muy común. ¿Qué me decís si os digo que los romboides de la imagen siguiente tienen el mismo tamaño, esto es, los lados cortos iguales y los largos también?
¿No? Incrédulos… Adelante, coged una regla y medidlos. Miden exactamente lo mismo. Ahora probad a superponer un papel en la pantalla y a calcar en él sólo los romboides de las mesas, es decir, sin copiar las patas y demás. Cuando retiráis el papel de la pantalla… ¡tacháaaan! Ha desaparecido la ilusión óptica, ahora podéis ver claramente que son iguales.
Os preguntaréis ¿por qué, por qué, por qué? La explicación es sencilla. Os he dicho que son dos romboides, pero vuestro cerebro, como ve las patitas y demás, no los ve. En su lugar ve dos mesas y las mesas son rectangulares. Como las mesas son rectangulares y ve dos romboides, interpreta que las está viendo en perspectiva. Vistas desde esta perspectiva, vemos las líneas de una y otra de la misma longitud, pero nuestro cerebro es listo y sabe que en realidad lo que percibimos es una proyección en un plano paralelo al de nuestra cara de la longitud real de los rectángulos de las mesas. Por eso, interpreta que la mesa de la izquierda es más larga y estrecha.
¿Qué interesante, no? Pues ahora una más impactante. Esta vez, una ilusión óptico-auditiva llamada el efecto McGurk. Quiero que escuchéis atentamente el siguiente vídeo dos veces: la primera mirándole la cara al tipo y la segunda con los ojos cerrados. ¿Qué percibis que dice cada vez?
Increíble, ¿no? Mirándole a la cara cualquiera diría que dice «da-da-da…», sin embargo, cuando cerramos los ojos, parece que dice «ba-ba-ba…». ¿Qué dice en realidad? Lo segundo es lo que suena, pero no lo que dice. El truco está en que lo grabaron diciendo «ga-ga-ga…», y lo han doblado diciendo «ba-ba-ba…». Así que cuando tu cerebro sólo recibe la información auditiva, lo interpreta bien. Pero cuando recibe dos informaciones contradictorias, «opina»: parece que dice «ga», pero no suena a «ga»; y a la vez suena a «ba», pero la boca no pronuncia eso. Tu cerebro lo soluciona haciéndote creer que dice «da», debido a que suena parecido a «ba» y se pronuncia poniendo la boca parecido a «ga».
(Vía: A BORDO DEL «OTTO NEURATH» y Apuntes científicos desde el MIT)
[…] (Vía: Microsiervos) Anotación anterior: Ilusiones ópticas […]