Y cuando este borroso escritor, que era suavo, durante su charla (o diálogo) se puso a recordar su periplo como periodista, como armador de páginas culturales, como entrevistador de todo tipo de creadores reacios a las entrevistas, y luego se puso a rememorar la época en que había ejercido como promotor cultural en ayuntamientos periféricos o, ya de plano, olvidados, pero interesados por la cultura, de pronto, sin venir a cuento, apareció el nombre de Archimboldi […]
Y sigue, y sigue, y sigue, hasta cubrir un total de 2.443 palabras sin que aparezca un solo punto. Aparece en la obra 2666 del escritor chileno Roberto Bolaño.
(Gracias a Chumpiru)
¡Maravilloso! El viernes mismo iré a la biblioteca a buscar algo de este autor, del que no he leído nada aunque me suena (no estoy muy puesto en la literatura contemporánea, por desgracia, o no tanto como yo quisiera), pues la verdad es que, no sé si lo habréis notado en mi blog, en el que suelo caer muy a menudo en este vicio decadente, pero a mí me encanta escribir con frases muy, muy largas, y desde luego, aunque implique cierta dificultad, me encantan también los escritores que padecen lo que podríamos llamar la «alergia al punto y seguido», como, por ejemplo, Javier Marías, que es seguramente mi novelista actual favorito en lengua española.
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Vuestra entrada me ha recordado el caso de Torrente Ballester, sobre todo en La saga-fuga de JB, una novela larguísima con sólo tres o cuatro puntos y aparte (y frases muy, muy largas también, y mucho humor).
Pero esto ya viene de antaño: recuerdo que en El Quijote había página y media sin un solo punto. Y no cansaba, conste.
Y yo ahora me voy a ved ed beddaje de Juancad, compromiso obligado.
Felices fiestas, y que cenéis bien.
Otro libro con frases que ocupan varias páginas es «El otoño del patriarca», de García Márquez, y aunque no me lo pude acabar en su momento nunca he pensado que me quedaba pendiente…
hola esta bueno todo