En estas fechas tan señaladas, la televisión se va convirtiendo en ese mundo psicodélico de droga y felicidad con el que soñaría cualquier Teletubbie: los perfumes encharcan las aceras, las burbujas del champán bailotean envueltas en un extraño condón, crecen bombones en las bocas sonrientes, nieva hasta en el Sáhara y todo exhala purpurina o ristras de espumillón. Así que, para no volvernos locos, colocamos el filtro: es Navidad. Asumimos que los creativos se pinchan Prozac por estas fechas (más de lo habitual, vaya) y cambiamos de canal para esquivar sus desatinos siempre que podemos. Lo que me asusta es comprobar que gran parte de esos desatinos van dirigidos a un colectivo que quizás no sea tan hábil para filtrarlos: los niños.
Si la publicidad es manipulación dirigida a los adultos, qué pasa cuando es un niño el que la mama, sin saber para qué sirve, hasta qué punto es una falsedad, sin disponer de un filtro que le permita discernir y catalogar adecuadamente toda esa información. Me preocupan todas esas mañanas muertas ante la tele, las cartas interminables a los Reyes Magos, las cocinitas, los bebés que cagan para las niñas y los supermilitares mortíferos para los niños… Me preocupa que también ellos se conviertan finalmente en consumidores a través de las carteras de sus complacientes y agotados padres. ¿Qué esperanza de cambio cabe cuando esta es la educación que permitimos?
No te preguntes qué tierra dejarás a tus hijos, pregúntate qué hijos dejarás a tu tierra.
Joé, Almudena, te veo pesimista con el futuro de la especie humana… Esa última frase ha sido lapidaria a la par que realista (perfecta para esos padres que salen siempre con la muletilla de «Es que la sociedad está…»)
Yap… muy optimista no soy la verdad. Me siento un poco anciana cuando veo a los niños del vecino histéricos por estas fechas, y pienso que los críos ya no son lo que eran. O son lo mismo pero mucho más a lo bestia, animados en cualquier caso por una propaganda que aumenta su codicia natural.
Especialmente grimoso cuando la propaganda se mezcla con la información
http://www.publico.es/ciencias/185906/claves/elegir/consola
Terrible y acertada entrada, lo más terrorífico es que con tantos años de ser espectadores pasivos del televisor y de seguir dócilmente los contenidos que nos han impuesto la gente tiene asumidas estas cosas. Con niños en casa se debería cortar la antena, echar abajo la TV analógica (y la TDT que es igual de analógica en cuanto a formato). Y si no queda otra que ver TV al menos que los padres sean los editores del contenido, que ahora con los PCs e Internet hay material de sobra para hacer una programación infantil decente.
Si no te gusta la tele no la veas, pero intentar imponer a los demás lo que deben ver o no ver es fascismo.