La música tiene la curiosa capacidad de suscitar emociones. A veces, con una precisión sorprendente. Esto es explotado con especial éxito en el cine, donde la mayoría de las escenas no estarían completas ni suficientemente claras sin la banda sonora que las acompaña. La música nos permite anticipar si la intensa conversación de los protagonistas es triste o nostálgica, si el peligro los acecha o si acaso nunca más se volverán a ver.
Pero, ¿qué pasaría si cambiásemos la tonadilla de la misma? Film v Music es una curiosa página web donde se combinan aleatoriamente escenas de películas y música de todo tipo. Los resultados, en muchos casos, son sorprendentes y el juego, bastante adictivo (al menos yo, me he pasado bastante rato pulsando «show me another one»). Es curioso comprobar cómo «Gymnopédie» puede teñir de nostalgia hasta el más sangriento asesinato, o descubrir que cualquier escena, bajo el pegadizo «ta ta ta ta ta ta ta ta Batmaaaan» se vuelve cómica (es el Benny Hill de las bandas sonoras).
Ya que jugaba con el experimento, yo he aprovechado para tomarme mi particular venganza: hace años, pagué unas entradas para ver «De dioses y hombres». Quizás uno de los gastos más estúpidos de toda mi vida y un bodrio por encima de la media europea (uno de esos que no puedes soportar ni agarrándote a la pasta de las gafas). Las buenas críticas me confundieron y sólo más tarde descubrí que muchas de ellas alababan la escena «clímax» de la película. En «Vicisitud y sordidez» lo explican mejor que yo:
La escena emotiva en cuestión es una en la que los monjes, tras decidir quedarse, se ponen ‘El lago de los cisnes’ mientras están reunidos. Y claro que queda bien. Feck, es que yo pongo una de las mejores piezas musicales de la historia con un montaje de todos los contertulios de Sálvame Deluxe poniendo cara de pena y también queda de puta madre.
Dejando a un lado que, hasta con Tchaikovsky la escena es leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenta (absurda, redundate, pretenciosa… y aún así, lo mejor de toda la peli) siempre me he preguntado qué pasaría si se le pusiese una música no menos arbitraria que «El lago de los cisnes». Este es el resultado:
Por eso sólo voy al cine a ver cosas que se deslucirían mucho en la pantallita de mi televisor como Avatar o Prometheus, y también me quedo mal.
@Heli: yo rara vez voy al cine por la película. Voy por la actividad, por el ritual que comparto con las personas con las que voy al cine. Pero, aún así, duele tanto cuando piensas que los 7€ pagados deberías, más bién, haberlos cobrado…
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