Diario Malaspina: días 22-23

Elegir un hogar no es fácil cuando eres fitoplancton. Todo depende de su ubicación, pero no existe el lugar perfecto. La luz del sol es necesaria para realizar la fotosíntesis, por lo que vivir en la superficie podría parecer lo más deseable. Sin embargo, los nutrientes son más abundantes en aguas frías, procedentes de capas más profundas de la columna de agua (entre otras cosas, arriba, todo el mundo se los come enseguida). Estos dos factores se equilibran en un punto óptimo llamado DCM (deep clorophyll maximun): la profundidad a la que se encuentra más clorofila, el punto donde la mayoría del fitoplancton prefiere vivir.

Hace algunas semanas os comenté que la roseta llevaba un CTD que le servía para conocer la salinidad, temperatura y presión a distintas profundidades, pero se me olvidó mencionar el fluorímetro que también lleva incorporado. Este aparato sirve para medir, precisamente, la cantidad de clorofila presente en distintos puntos de la columna de agua. Para ello emite un pulso de luz azul que hace que la clorofila emita fluorescencia de una longitud de onda determinada (en el espectro del rojo). De este modo se puede medir la actividad biológica fotosintética: podemos saber cuántas microalgas y cianobacterias hay ahí, por pequeñas que sean.

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