El sábado mencionábamos que el Ártico es especialmente vulnerable a sufrir cambios abruptos debido a que su principal característica, a saber, el hielo, depende directamente de las bajas temperaturas. De hecho, 6 de los 14 tipping points del cambio global que se suelen destacar, se encuentran precisamente en esta pequeña región del mundo.
Ya en la actualidad, se puede observar que la superficie helada del casquete polar disminuye de año en año. En verano del año 2007, en concreto, se midió un descenso especialmente acentuado, tan repentino que muchos científicos lo identificaron como el temido punto de no retorno (si bien existe controversia en este sentido, respecto, ya que en los años sucesivos, el nivel de hielo se recuperó moderadamente). Aquel inesperado fenómeno superó las previsiones de deshielo que había elaborado el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) según las cuales, el Ártico podría quedar libre de hielo en verano a finales de este siglo. Los nuevos datos, en cambio, apuntan a que ese momento podría llegar dentro de apenas 20 o 30 años y las observaciones que se están realizando durante esta campaña de Arctic Tipping Points tampoco parecen muy esperanzadoras: el récord del verano de 2007 podría ser nuevamente superado en 2011, a juzgar por el nivel de hielo que estamos encontrando ya a finales de mayo.