La ministra de (in)Cultura dice que (sic) «es «asustante» que los libros circulen libremente por la Red». Y digo yo, al más puro estilo Cuestiones personales. Responde por mí de Eugenio:
¿Qué diferencia hay entre que haya bibliotecas públicas y que los libros estén disponibles en la red?
Para mí, ninguna. Para el estado y las editoriales, dinero.
Hoy le gente no va a las bibliotecas, y tampoco es que antes fuera mucho. En todo caso, para leer un libro de la biblioteca tenías que salir de tu casa a buscarlo. Yo leí, en su día, muchísima literatura de esta forma. Pero me consta que no todo el mundo estaba dispuesto.
Y de la red basta con un clic, el número de clic se confunde con las pérdidas, ¿acaso los clic son el número de libros no vendidos? Para nada. Tengo cientos de libros en mis discos duros que nunca leeré, y otros tantos que sí. Pero no sé cuáles corresponden a cada categoría.
NOTA: me propuse no intervenir en mis cuestiones personales y a veces me tengo que morder la lengua, así que esto me ha venido de miedo.
iñaki nunca aprenderás que un libro o canción descargada es un liro o canción no comprada.
//ironic off//
Personalmente creo que la diferencia consiste en lo siguiente:
1-Que los libres circulen por la red es ‘asustante’ (buf… bueno…)
2-Que los libros estén disponibles es las bibliotécas públicas es… ‘asustador’… puesto que si la gente los acaba leyendo… la liamos parda.
3-Que la afirmación en cuestión la haga la ministra de cultura no es ni ‘asustante’ ni ‘asustador’ es… ATERRADOR
1 – No veo porqué tienen que ser opciones alternativas.
2 – En la red llegan a más gente, más rapidamente y sin complicaciones. Se leería más.
3 – En la red, los mangantes que extorsionan a los escritores no cobran. Y la ministra, que no me extrañaría que cobrase de ellos, tampoco.
Una biblioteca compra los libros. Una biblioteca decide qué libros tenemos a nuestro alcance y cuáles no.Hay un cierto control: tú vas con tu carné, sacas un libro, saben qué libro te has llevado, cuándo y por cuánto tiempo. Aparte de eso y de lo incómodo que pueda ser a veces leer directamente de la pantalla, no veo más diferencias, que seguro que las hay.
No se por qué tienen la manía de llamar «ministerio de cultura» al Ministerio de la industria editorial, de la industria discográfica, etc
Apoyo la moción de Heli. Habría que cambiar el nombre del Ministerio. Daría lugar a muchas menos confusiones.
Acojonante. No sé dónde leí una vez que, si las bibliotecas no existiesen, hoy sería imposible inventarlas. Me pareció que se pasaba tres pueblos, pero ya he visto que la ministra lo ha hecho siete.
Por otra parte, no deja de ser irónico que la ministra de cultura se refiera a los libros dándole una patada al diccionario…
En cuanto a las diferencias, ya las ha expuesto claramente Eugenio Manuel. Por mi parte, tengo que añadir que ahora compro mucha más lectura que antes, y que, además, internet me permite acceder a títulos de una forma que, sin él, me sería imposible.
Por cierto, recomendable leer esta carta del tío Rinze.
Lo que dices tiene mucho sentido (lo de que hoy no sería posible «inventar» las bibliotecas). A fin de cuentas, los derechos de autor, si no me equivoco, datan del siglo XIX (con sus antecedentes en el XVIII). Las bibliotecas, obviamente, son bastante más antiguas. Estos derechos, en principio, protegían durante un tiempo determinado las obras creadas: en principio, 14 años (1790), que se fueron ampliando en sucesivas reformas hasta la actualidad, cuando cubren los años de vida del autor, más 70 años de derechos para sus descendientes: una burrada, vaya.
Al igual que las bibliotecas, tampoco habrían sido posible las obras de muchos creadores: casi toda la obra de Haendel, por ejemplo, está basada en melodías de contemporáneos suyos, gran parte de las óperas barrocas, reutilizaban arias de otras óperas, o se «citaban» entre sí (hasta Mozart lo hacía, si no recuerdo mal, aunque de esto no estoy muy segura), al mismo Cervantes, quizás, le podrían haber acusado de plagio por el Quijote (existía un libro anterior que hablaba de un hombre que se volvía loco por leer novelas de caballería).
Poderoso caballero es don dinero.