Todos estaréis al corriente del desgraciado accidente que ocurrió el otro día en Barajas. No pensaba tratar el tema, la verdad. Pienso que lo mejor es dejar trabajar a los expertos para aclarar el asunto y tratar de que no vuelva a ocurrir. Sin embargo, me veo obligado a hacerlo debido al circo mediático que se ha montado. Los medios de información tienen sus cosas buenas y sus cosas malas; concretamente en la cobertura de tragedias como ésta no muestran su mejor cara, en mi opinión.
A propósito, y dejando a un lado a los medios de comunicación un momento, quiero comentar que me sorprendió muchísimo cómo se pretendía que se hiciera un minuto de silencio en todas las pruebas olímpicas en las que participase un español (¡!). En Pekín. En los Juegos Olímpicos. Una competición deportiva en la que participan todos los países del mundo. La fiesta del deporte. Y parecían molestos porque el COI (siguiendo el reglamento) no accedió a la petición. ¿Qué pretendían? ¿Sólo murió gente en España ese día? Lo que ya no me pareció tan bien fue que se prohibiera a los atletas ponerse un crespón negro. Ahí no le doy la razón al COI. Por mí como si salen a competir con zapatos de payaso. No es problema mío, ni del COI.
En fin, a lo que iba: la prensa. En defensa del llamado «derecho a la información», los periodistas no se cortaron un pelo en perseguir a los familiares que corrían temerosos por el aeropuerto, todavía sin saber qué había pasado. Buscan los testimonios más duros y sanguinolentos, a ese bombero con un nudo en la garganta, a ese asistente sanitario con la voz rota. Tampoco se cortarían con las imágenes de la catástrofe si les dejaran, para que veamos la realidad tal y como es, dicen. Les parece bien mostrar los detalles más escabrosos de la realidad en la prensa y en los telediarios, a la hora de comer, «por el bien de la información». La muerte vende, y más en Agosto, cuando parece que pasan menos cosas y no sabes con qué rellenar.
Lo criticaba hace unos días José A. Pérez en su artículo En directo, desde el infierno, y lo rebatía poco después Ignacio Escolar en La frontera entre información y sensacionalismo. Parece ser que hay quien piensa que si no se nos muestra toda la crudeza de la tragedia no somos capaces de comprender su magnitud. Parece ser que hay quien piensa que la alternativa a informar perdiendo el respeto a la intimidad de las personas, la alternativa a acosar a esos familiares por el aeropuerto, es hacer como que no ha pasado nada. No, señor Escolar. Le tengo en muy alta estima, y por ello me sorprenden estas afirmaciones suyas, esa simplificación absurda, ese mirar para otro lado. Las cosas no se pueden hacer sólo de dos maneras, las cosas se pueden hacer bien, no sólo mal o peor.
Pero no era esto lo que quería comentar. Pongo mi opinión sobre ese asunto ya que escribo sobre el tema, pero, al fin y al cabo, es algo bastante discutible. En realidad, lo que quería criticar es otro circo que se monta en los medios de comunicación paralelamente al anterior: el del morbo, el sensacionalismo y la conspiranoia. Un circo que hace honor a esa España «de bombo y pandereta».
Ejemplos. El mismo día de la tragedia (creo recordar; si no, sería el día siguiente), una reportera salía «informando» de que, unas horas antes del accidente, empleados de la compañía Spanair había enviado un comunicado quejándose de temas laborales. ¿Qué me quiere contar con eso? ¿Que Spanair esclaviza a sus empleados hasta el punto de que no pueden realizar su trabajo? O peor, ¿que en venganza han saboteado el aparato? ¡Venga ya! Como no existen en el mundo empleados descontentos con sus empresas…
Más. Al día siguiente, Spanair fletó un vuelo desde Gran Canaria para que los familiares pudieran viajar a Madrid. Lo normal, vamos. Lo que ya no me parece tan normal, es más, me parece deleznable, es que los periodistas estén acechando para cuando esos familiares bajen del avión en un estado de ánimo presumiblemente bastante tocado, enchufarles el micrófono y preguntarles qué tal ha ido el vuelo. ¿Os imagináis, después de un accidente de tráfico de tantos que hay, a los periodistas apostados en los semáforos preguntando a los conductores qué tal ha ido el trayecto en coche de casa al trabajo?
Y el circo continúa: Un avión de Spanair aterriza en Granada por problemas técnicos nada más despegar. Al parecer, minutos después del despegue el avión volvió al aeropuerto de origen por «un problema de comunicación» del aparato, que podía afectarle en zonas «con mucho tráfico aéreo». Otra que te tiro y no te arreo. ¿De verdad esto es noticia? Pues son los derroteros que los medios de comunicación van a seguir durante unas semanas. Os voy a ahorrar un dinero en prensa y voy a mostraros algunos de los titulares de las próximas tres semanas:
«Un avión de Spanair sale con una hora de retraso por motivos técnicos»
«Un vuelo de Spanair cancelado por problemas técnicos»
«Un trabajador de Spanair molesto con la compañía»
«Spanair pasa con éxito una inspección técnica»
«Un avión de Spanair aterriza en el aeropuerto de ……… por problemas técnicos»
«A un piloto de Spanair le da dolor de huevos durante un vuelo y se toma una aspirina»
Mh… comentaré más cosas, porque es un tema que da para ello. Pero hablo un poquillo para empezar: Lo grave de la periodista que leía aquel manifiesto no es que su hipótesis fuese absurda. Podría suceder que el accidente se debiese al cansancio del pilóto. Pero esa periodista, apenas pocas horas después del atentado, sin ninguna investigación previa ni interés alguno en hacerla, lanzaba esa hipótesis atrevida y peligrosa, porque le apetecía sin más sacársela de la manga. Que el manifiesto de protesta de los trabajadores se publicase poco antes de que sucediera la tragedia, no deja de ser una casualidad. De hecho, en cuanto tuvo lugar el accidente, dicho manifiesto fue retirado para evitar las posibles asociaciones. Las mismas asociaciones que la reportera en cuestión quiso resucitar. Fue un acto grave de irresponsabilidad. Acusar por acusar, cuando no se tiene nada mejor que decir.
«Según las últimas investigaciones de la compañía de seguros,la culpa fue del mecánico, que con las prisas se dejó una llave del 12 detrás del compresor de la turbina y ésta reventó, elhombre deberá indemnizar y bla bla bla»
Es una hipótesis rápida elevada al grado de noticia por mi mismo, es lógica, aporta datos y sobre todo aporta conclusiones para tranquilizar al espectador…Repito, me la saco de la manga ahora mismo
Así son las cosas, en situaciones de catástrofe los periodistas trabajan bajo presión, pero más importante aún, trabajan con más libertad que nunca, ya que las noticias se suceden rápidamente, y si algo no está contrastado no importa, la noticia posterior arreglará el entuerto…
«Parece ser que una cadena de desafortunadas casualidades ha provocado el incidente, la compañía de seguros indemniza a las victimas, Spanair también, los familiares lloran a sus muertos y reciben la indemnización,¿la causa real del accidente?……..»…..»