Citas célebres de clérigos humoristas (6)

Llevo un tiempo sin Internet y sin hacerle mucho caso a nuestros clérigos, pero esta edición tiene perlas que no os podéis perder. Espero que la espera haya merecido la pena.

Se han conocido algunos hechos de la vida de nuestro fundador que son sorprendentes y que para nosotros son difíciles de comprender […]. Independientemente de cuáles hayan sido las debilidades humanas del padre Maciel, nos sentimos agradecidos por haber recibido el carisma a través suyo. Uno de los misterios que todos nosotros vemos en la vida es que Dios hace el bien con instrumentos humanos imperfectos. […] Ser honestos sobre el fundador, admitir que ha cometido errores, y que hizo cosas por motivos equivocados, y que quizá algunas acciones eran negativas… Pienso que este tipo de apertura y transparencia permitirá [a la Legión] seguir adelante […] Nos apena profundamente toda ofensa que hayan podido ocasionar las acciones del padre Maciel  a la Iglesia y a sus miembros.

Jim Fair, portavoz de los Legionarios de Cristo en los Estados Unidos en Las 1001 maneras de no llamar a la pederastia por su nombre. Echadle un vistazo a la nota original, comprobaréis que la capacidad humana para el eufemismo es asombrosa.

Todos poseerán el derecho a expresar libremente su opinión de tal modo que no sea contraria a los principios de la Sharia.

Esta es mi preferida: Declaración sobre los Derechos Humanos en el Islam (El Cairo, 1990), artículo No.1, Podéis decir todo… lo que a mí me salga de los huevos.

Es necesario que las autoridades competentes «tutelen como es debido el derecho de los ciudadanos a no ser menospreciados y atacados en sus convicciones de fe». Para ello la libertad de expresión «ha de ser tutelada. Los medios públicos no deberían ser utilizados para socavar derechos fundamentales, tampoco el de los creyentes a no ser heridos y ofendidos en sus convicciones».

Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, hablando sobre las diferencias insalvables entre el extremismo islámico y el democrático espíritu del catolicismo.

Su finalidad [la de la Unión de Ateos y Librepensadores] es cambiar el orden constitucional actual y transformarlo en uno más parecido al de la Segunda República Española, abiertamente hostil a lo religioso y a lo cristiano. Destilan sus páginas odio a la Iglesia, no un debate aséptico sobre la existencia o no de Dios.

Tememos que este odio pueda traducirse posteriormente en ataques no ya verbales o con imágenes sino también físicos […].

Por todo lo anterior exigimos a los promotores de esta campaña publicitaria que la retiren inmediatamente y pidan perdón por las ofensas cometidas, sabiendo que resulta ofensivo y daña los sentimientos religiosos de una parte de la población española.

Observatorio Antidifamación Religioso, hablando sobre el archifamoso autobús en Los ateos, esos violentos golpistas se atreverán a decir que probablemente somos un poco susceptibles.

Gran Torino

En esta película que me ha sorprendido gratamente, Clint Eastwood —aunque esta vez no se carga ningún puente— dice unas cuantas buenas frases, y sin duda las más memorables son las que le suelta al pelmazo del cura, que no ceja en su empeño por confesarlo. Helas aquí para vuestro disfrute (no hay spoilers):

—Dorothy [su mujer muerta] hizo especial hincapié en que deseaba que se confesara.
—Pues confieso que no deseo confesarme con un niñato que acaba de salir del seminario.

—He oído que ha habido problemas en el vecindario, ¿por qué no ha llamado a la policía?
—Recé para que viniera, pero… no hubo respuesta.

Pienso que eres un virgen de 27 años que no sabe nada de la vida y al que le gusta coger de la mano a las viejecitas supersticiosas y prometerles la eternidad.

El desolador Más Allá

—¿Es más reconfortante pensar que esto es todo?
—Me consuela más pensar que esto no es sólo una prueba.

(House contestando a Cameron sobre su idea de lo que pasa después de la muerte, capítulo 21 – temporada 1)

La lógica de la fe (2)

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(Visto en Alberto Montt en dosis diarias)

La verdadera historia de Jesús

En el fondo, todas las historias son iguales: malos malosos putean al bueno hasta la extenuación, el bueno reaparece y se carga hasta a María santísima. Esto se puede complementar con la presencia de «la chica», que, o bien se queda con el bueno, o se vuelve malosa y también sufre la ira de este.

Ese mismo camino llevaba la historia de Jesús en el evangelio de San Marcos, pero no lo terminó, y algún manazas lo hizo por él. ¿Qué hubiera ocurrido si se hubiera encontrado con el manuscrito un Alejandro Dumas, por ejemplo? La respuesta en La segunda parte:

A Jesús, como es natural, lo crucifican en las vísperas de un día festivo, lo cual ya es motivo suficiente para cabrearse. Antes, lo azotan, le ponen una corona de espinas, y encima pierde un concurso de popularidad con un tal Barrabás. Para colmo, lo cuelgan entre dos manguis, y uno de ellos se pasa la tarde dándole la brasa con el Reino de los Cielos (era testigo de Jehová).

Es poco probable que Marcos pretendiese matar realmente a Jesús. Es cierto que el Mesías tiene algunos superpoderes en su historia, pero no tantos como para resucitar a un muerto que llevaba tres días fermentándose. Y es una opinión personal, pero por resucitarte a ti mismo a los tres días seguro que dan más puntos que por revivir a otro. De modo que supondremos que, aunque parecía más muerto que el pavo de Acción de Gracias, Nuestro Salvador estaba mal herido, disimulando sus constantes vitales gracias a sus conocimientos del yoga saduceo. De manera que cuando José de Arimatea, que estaba en el ajo, destapó la tumba, le bastó un par de bofetadas para despertar a Nuestro Señor, que murmuró:

—Pepe, mamonazo, si pudiese moverme te ibas a enterar…

Pepe cargó con el no-muerto a cuestas, y lo llevó a casa de Lucas, que era médico, para que le hiciera algunos arreglillos. Y así pasaron unos cuantos meses.

Un hermoso día de verano, Jesús abrió por fin la puerta de casa de Lucas, y salió a la calle. Iba cojeando un poco, por culpa de la lanzada en las costillas y albergaba en Su Santo Pecho un cabreo monumental. Enfiló la burra hacia el barrio romano, mientras consultaba la dirección del chalet de Poncio Pilato que San Matías El Chivato le había apuntado en la palma de la mano. Al llegar a su destino, se deslizó sigilosamente al patio trasero, y trepó por una higuera hasta el dormitorio del prefecto de Judea. Una sorpresa le aguardaba:

—¡María Magdalena! —exclamó el Mesías.

—¡Jesús! —respondió, asustada, la susodicha.

—¡La Virgen! —profirió Pilatos, poniéndose los calzoncillos.

La pecadora intentó disculparse mientras se ponía la túnica:

—Mi Señor, es que mi carne es débil, ¡pero te juro que mi espíritu es fuerte!

—¡Serás puta! —replicó Jesús de Nazaret, sacudiendo la cabeza con amargura— ¡Vete, y no vuelvas a pecar…  sobre todo porque no podrás!

Y haciendo uso de sus superpoderes, le contagió a distancia el primer herpes genital de la historia. Si lee con atención el Antiguo Testamento, verá que no se habla, para nada, del herpes genital, pero sí de la lepra, de modo que el herpes es un milagro posterior.

La Magdalena abandonó la habitación a duras penas, llorando por sus dolores, y Jesús se abalanzó sobre Pilatos, agarrándole por el pescuezo. El Prefecto tuvo tiempo para susurrar:

—Pero, Señor, ¿acaso no predicabas lo de poner la otra mejilla!

—¡La otra polla pondría, si tuvieses dos ojos en el culo, truhán!

A continuación, rebanó las orejas del romano, y sus testículos, y los arrojó a los cerdos. Las margaritas y las perlas no, pero sí que está bien arrojar los cojones de Pilatos a los gorrinos. De propina, el Hijo de Dios convirtió a Pilatos en obsesivo-compulsivo, condenándole así a lavarse las manos constantemente, per secula seculorum. Chúpate esa, Conde de Montecristo.

Luego, Nuestro Salvador empuñó la lanza del destino y salió a por Judas…

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