El universo no tiene sentido

¡Claro que [el universo] no tiene sentido! Decir que algo «tiene sentido» es lo mismo que decir que es el resultado de una intención, de un plan, de un deseo. Pero los deseos son sencillamente un tipo de proceso biológico que realizan algunos seres vivos con ayuda de ciertos órganos especializados, en este caso, el cerebro; las alcachofas y las bacterias no tienen «deseos» —igual que los jabalíes no realizan la fotosíntesis, ni los rosales hacen la digestión—. Así pues, decir que el universo es el resultado de una intención (o sea, del proceso biológico de desear y actuar) es tan absurdo como decir que el mundo es el resultado de una digestión (o sea, del proceso biológico de degradar los alimentos para aprovechar su energía y sus nutrientes, y expulsar lo que sobra), vamos, lo mismo que decir que el mundo es una defecación.

(Visto en el Otto Neurath)

Semana Santa en Zaragoza

Y primavera en El Corte Inglés. Os traigo una bonita estampa que nos deja la Pascua, una de esas que nos arrancan irremediablemente una sonrisa a unos… y a otros les provoca una úlcera de estómago.

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(Vía: Las penas del Agente Smith)

El chiringuito del Ángel Caído

Lo que yo no entiendo es la propia idea del Infierno… administrado, para beneficio del Altísimo, por su presunto peor enemigo.

Lucifer es un tipo que se harta de tanto incienso y lira, y se rebela contra el número uno (y en ciertas versiones de la historia, contra los otros dos). Pero pierde, y lo destierran a la Tierra. Entonces se monta un chiringuito subterráneo en el que se dedica a putear ¡a sus propios partidarios!

(Freman, en un comentario en el Otto Neurath)

Sagradas interpretaciones

No deja de repetirse que la sagrada Escritura es la palabra de Dios, que ella nos enseña la verdadera beatitud y la vía de la salvación, pero en el fondo estamos muy alejados de pensar seriamente de este modo, y no hay nada en lo que piense menos el vulgo que en conformar su vida según las enseñanzas de la sagrada Escritura. Aquello que se nos presenta como la palabra de Dios son la mayoría de las veces absurdas quimeras, y bajo el falso pretexto del celo religioso, no se pretende sino imponer a los demás los propios sentimientos. Sí, lo repito, el gran propósito de los teólogos ha sido desde siempre extraer de los libros sagrados la confirmación de sus ensoñaciones y sus sistemas, a fin de envolverlos en la autoridad de Dios. En su interpretación del pensamiento de la Escritura, es decir, del Espíritu Santo, nada hay que les incite el menor escrúpulo o que pueda detener su temeridad. Si algo temen, no es atribuir algún error al Espíritu Santo ni apartarse de la vía de la salvación, sino únicamente que sus rivales les convenzan de su error, viendo así debilitada y despreciada la autoridad de sus palabras…

(Baruch Spinoza, filósofo holandés en su Tratado teológico-político, 1670)

Mentira cochina

Dice Nietzsche que toda palabra implica una mentira. Que el lenguaje no es posible a no ser que olvidemos las diferencias entre lo que no es igual y desvirtuemos los hechos para encerrarlos en conceptos: abstractos, antropomórficos, artificiales… La postmodernidad ha llegado incluso a negar la existencia de la realidad más allá de sus múltiples interpretaciones, volviendo difuso e indescrifrable el límite entre la verdad y la mentira. La certeza de un hecho no es más que eso, una verdad relativamente interpretada y por lo mismo, incierta.

Sin embargo, opino que esta postura es muy efectista y hasta útil para ligar en los bares, pero no creo que plantee dudas verdaderamente profundas o interesantes: en primer lugar, nadie vive conforme a la idea de que la realidad que percibe no exista más allá de sus sentidos. La hipótesis de un Matrix que nos engaña a todos por igual o parecido (si es que los demás existís, claro), es tan retorcida como innecesaria. Por otra parte, si bien es cierto que toda percepción implica cierta distorsión, también lo es que disponemos de diferentes herramientas y puntos de vista para comparar, contrastar y reconstruir lo percibido, pudiendo llegar a estimar incluso el grado de «distorsión» de nuestras percepciones. La verdad y la realidad existen y existen métodos rigurosos para averiguarlas, si estamos interesados en hacerlo.

Este domingo las calles de Madrid fueron recorridas por 24ooo manifestantes antiabortistas aproximadamente. Como ellos hablan de 500000 (20 veces más) y contar mentiras es pecado, doy por hecho que todos debían ser postmodernistas…