No deja de repetirse que la sagrada Escritura es la palabra de Dios, que ella nos enseña la verdadera beatitud y la vía de la salvación, pero en el fondo estamos muy alejados de pensar seriamente de este modo, y no hay nada en lo que piense menos el vulgo que en conformar su vida según las enseñanzas de la sagrada Escritura. Aquello que se nos presenta como la palabra de Dios son la mayoría de las veces absurdas quimeras, y bajo el falso pretexto del celo religioso, no se pretende sino imponer a los demás los propios sentimientos. Sí, lo repito, el gran propósito de los teólogos ha sido desde siempre extraer de los libros sagrados la confirmación de sus ensoñaciones y sus sistemas, a fin de envolverlos en la autoridad de Dios. En su interpretación del pensamiento de la Escritura, es decir, del Espíritu Santo, nada hay que les incite el menor escrúpulo o que pueda detener su temeridad. Si algo temen, no es atribuir algún error al Espíritu Santo ni apartarse de la vía de la salvación, sino únicamente que sus rivales les convenzan de su error, viendo así debilitada y despreciada la autoridad de sus palabras…
(Baruch Spinoza, filósofo holandés en su Tratado teológico-político, 1670)
Completamente de acuerdo.
No sé quién será el Baruch ése, pero, como siga diciendo esas cosas, la va a liar.
@jesús: Pues ya va siendo hora de que se líe…
Yo lo mataba, no te digo más. Eso sí, primero hay que construir una máquina del tiempo que retroceda 3 siglos y medio…
@Kelzo: No pillas una…
Me pierdo. Que quieres que le haga si estais a 60 Ghz y yo no estoy perfectamente alineado?
@Kelzo: ¡Jajajaja! ¡Friki!
¡Que bueno el Baruch! Mola que alguien explicara el asunto de forma tan clara nada menos que en el siglo XVII, cuando aun andaban por Europa persiguiendo brujas. :)