(Esta anotación se publica simultáneamente en Naukas)
En abril de 2009, un médico francés rechazó a un donante de sangre en base a una Orden Ministerial de ese mismo año que establecía exclusión permanente de la donación a «hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres» por considerarse un riesgo para los receptores. El donante recurrió a Estrasburgo y de allí la causa se elevó al Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Ayer, todos los medios se hicieron eco de la publicación de la sentencia de una manera que, personalmente, creo que deja bastante que desear en general. Como consecuencia, se han dicho muchas burradas al respecto.
Desde luego, titulares como «El TJUE avala la prohibición de donar sangre a homosexuales» no ayudan. Yo entiendo que un titular es un titular, pero un tema tan delicado requiere una elección de las palabras mucho más precisa y un tratamiento mucho más cuidadoso (cualidades que, por cierto, sí tiene el texto de la sentencia). Si tenéis que leer una sola noticia sobre el tema, que sea esta. El titular tampoco es ninguna maravilla, pero el cuerpo de la noticia, recogido de EFE Bruselas, es la explicación más fiel que podéis encontrar en los medios fuera de la propia sentencia. Aquí me gustaría dejar un análisis más sosegado y racional de todo el embrollo si me es posible.
El dilema ético sobre el rechazo de donantes varones que han tenido relaciones con otros hombres (de aquí en adelante y por abreviar, MSM, de men who have sex with men) viene de largo. Ojo, el término es preciso: no se dice homosexuales y no es un eufemismo, es literal. Pertenecer al colectivo MSM se considera factor de riesgo frente a enfermedades víricas de transmisión sexual como VIH, hepatitis C, etc. ¿Por qué? ¿Qué fundamento puede tener algo así?
Aquí entran en juego los números. Históricamente (permitidme el palabro aunque hablemos de los últimos 30-40 años), el colectivo MSM ha tenido una prevalencia de este tipo de enfermedades de hasta un par de órdenes de magnitud por encima de la población heterosexual, y lo mismo ocurre con la incidencia (tasa de nuevos contagios). Dicho en román paladino, si coges una muestra aleatoria de personas MSM, hay una probabilidad mucho mayor de que haya alguien infectado que si la muestra es de personas heterosexuales.
Esto, en epidemiología, se denomina factor de riesgo, y es la base de esta ciencia, porque rara vez contamos con las causas últimas. Ejemplo tonto: de repente descubrimos que el 50 % de los zurdos mueren antes de los 30 años. Ser zurdo en sí no mata, pero está claro que sería considerado un factor de riesgo de muerte prematura. Ejemplo más tonto todavía: ser mujer es un factor de riesgo para padecer cáncer de mama.
Volviendo al tema que nos ocupa, efectivamente, suena crudo, suena duro, suena estigmatizante. Pero es así. Uno esperaría que, con los años y la educación sexual, esta desproporción en la prevalencia entre MSM y heterosexuales se hubiese mitigado, pero no (ejemplo, ejemplo, ejemplo patrio). En algunos lugares, incluso ha ido a peor, como es el caso de… Francia, efectivamente. Suena duro y se refiere a un colectivo que todavía hoy está muy discriminado, pero hablamos de epidemiología y salud pública: no podemos simplemente ignorar un factor de riesgo que puede afectar a toda la población. Ojo, también hay que añadir, en contraposición a lo que he leído por ahí, que una persona heterosexual que mantiene relaciones de riesgo también se excluye de las donaciones, evidentemente.
Ahora bien, diréis muchos, ¿acaso no hay controles? ¿Acaso no se analiza cada gota de sangre que se dona? Efectivamente, se hace. Y efectivamente, los tests han mejorado muchísimo desde los años 80. Hoy es mucho más difícil justificar una decisión así porque tenemos muchos más medios y recursos, pero, de nuevo, los números mandan. Por bueno que sea, ningún test es perfecto: siempre hay cierto porcentaje de falsos negativos (el test da negativo, pero la persona está infectada). Y la probabilidad de que se cuele una infección es tanto mayor cuanto mayor sea la prevalencia en la población analizada. Así de puto es el Teorema de Bayes. Por tanto, llegado cierto nivel de prevalencia, puede resultar aconsejable tomar la impopular senda del pragmatismo por el bien común.
Esto por un lado. Con este background, volvemos al tema del día que es la sentencia en sí. Lo primero que hay que tener claro es que el TJUE no juzga el caso concreto del ciudadano francés (eso le corresponderá, en todo caso, a un tribunal francés), sino si la Orden Ministerial francesa entra en conflicto con otras directivas o no, es decir, si prohibe el rechazo de donación de MSM. La sentencia podría resumirse de la siguiente manera:
Yo, TJUE, no puedo prohibirte a ti, país, que apliques restricciones en la donación si hay causas científicas y justificadas detrás, pero puedo meterte un puro así de gordo si no están justificadas y, por tanto, se sospecha que son discriminatorias.
Perdonadme, pero yo no veo la homofobia por ningún lado. No esta vez.
Actualización: Aquí un magnífico artículo de @sophiereloaded que abunda en el caso francés. Complemento perfecto a este artículo que no os podéis perder.
Actualización: Otro magnífico artículo de @hidroboy83 que analiza pormenorizadamente la sentencia del TJUE y sus implicaciones.