Mea culpa. Lo reconozco: ayer no escuché el debate, no entero. Encendí el televisor armada con mi buen tazón de café con leche a eso de las 22:20, dispuesta a soportarlo entero. Ya lo había hecho la vez anterior, así que supuse que la experiencia me valdría de algo. ¡Ah! Infeliz falacia, qué equivocada estaba. La barba prógnata del uno y las cejas peraltadas del otro fueron dibujándose sobre la pantalla oscura cuando sufrí un extraño viaje en el tiempo y reaparecí exactamente en el mismo sofá, solo que hace una semana:
– “Usted ha hecho de esto un coladero. Esto se ha llenado de inmigrantes que no nos dejan a los españoles disfrutar de los servicios sociales…”
– “Pues usted los regularizó con un bonobús.”
Etc. Para qué repetirlo otra vez cuando es perfectamente obviable. Nunca habría pensado que los agujeros de gusano pudiesen originarse de pronto en medio del salón de la casa de uno, pero algo así debió suceder, porque durante los 15 minutos que aguanté con el televisor encendido, todo a mi alrededor indicaba que aún era 25 de febrero.
Posiblemente fuese ésa la razón de que la audiencia de este… ¿nuevo? debate descendiese en un millón de espectadores respecto al anterior. O será que todos estamos ya hasta las narices de la campaña electoral y sólo deseamos que gane de una vez el que sea, da igual, cualquiera de los dos o los dos como siempre, (total, para la diferencia que hay…), pero que nos dejen ya tranquilos mientras ellos hacen lo que les da la gana y la campaña con todas sus promesas se van olvidando como una mala pesadilla orgiástica… Por favor, señores políticos: vuelvan a ignorarnos; como me llegue al buzón un solo sobre más con propaganda electoral… ¡¡Aaah!!
Pese a todo debo reconocer que miento, un poquito nada más, pero miento. Al final y aún sin quererlo, me he acabado enterando del resto del debate y al parecer sí hubo alguna novedad: dos suicidios políticos desde mi punto de vista al menos. A Zapatero se le ocurrió hablar de ETA en los términos en que lo haría el PP, de forma partidista y comparando gestiones, de modo que el número más bajo de víctimas pasaba a ser una oferta electoral más: VERGONZOSO. Por su parte, Rajoy ¡¡sacó el tema de Irak!! ¡A estas alturas y sin que nadie le obligase a hacerlo! No sé quiénes serán sus asesores, pero si fueron ellos los que se lo recomendaron, eso y lo de volver a acabar su discurso con la cursilada redomada de la niña, debería despedirlos a todos. La respuesta de ZP me pareció ingeniosa en esta ocasión. Se refirió a dicha guerra como una «aventura». Inmediatamente mi cabeza visualizó las historias medievales, a Ricardo Corazón de León con sus Cruzadas, y José María Aznar disfrazado de Robin Hood: RIDÍCULO, si no hubiese sido tan trágicamente real.
Por lo demás, sin novedad: agresividad sin ideología, ofertas electorales, acusaciones mutuas, y sobre todo, muchas, muuchas estadísticas engañosas: datos parciales que ninguno de los dos candidatos se encargaba de contrastar, verdades a medias, sin intención alguna de profundizar más. Así ninguno de los candidatos miente… pero ninguno es de fiar. Desgraciadamente, en este país no abunda el juicio crítico, y más desgraciadamente aún, los políticos lo saben: saben que nadie se encargará de investigar lo que dicen, nadie intentará averiguar cuáles son sus fuentes ni en qué contexto se enmarcan. Sólo interesa el dato: Rajoy dice que 100 y ZP que 105, ergo Rajoy caaaca, ZP bueeeno, (o viceversa, según el credo de cada cual).
Y hablando de estadísticas engañosas… Nunca entenderé cómo hacen los sondeos tras estos debates que siempre se inclinan hacia un lado u otro, para favorecer al partido cuya ideología coincide con la del medio en que sale publicado dicho sondeo. Curioso… ¿no os parece? Qué pena que estemos ya tan acostumbrados a que hasta los números sean mentiras…