El sistema electoral español favorece a los partidos mayoritarios y a los nacionalistas. Es la causa principal del bipartidismo al que inevitablemente nos dirigimos y del peso que terminan teniendo en cuestiones de ámbito nacional, partidos que sólo velan por los intereses de una Comunidad en concreto.
Los orígenes del problema, principalmente dos: 1 – La circunscripción provincial en la adjudicación de escaños. 2 – El empleo de la Ley D’Hont. Ambos recursos tuvieron sentido en su momento para evitar la proliferación de formaciones políticas demasiado minoritarias que darían lugar a una democracia fragmentada y débil. Pero a estas alturas de la historia, el peligro es precisamente el contrario: la diversidad política amenaza con desaparecer por culpa de un PP y un PSOE que concentran más del 80% de la representación parlamentaria, in «crescendo» entre otras cosas del mal llamado «voto útil» que ha terminado por decapitar a IU a pesar de su millón de votantes. Y eso sin mencionar lo absurdo de que un voto tenga distinto valor en una provincia que en otra, que unos ciudadanos tenga más poder de decisión que otros.
¿Pero cómo sería hoy nuestro Congreso si todos los votos valiesen lo mismo? Adjunto aquí una comparativa que demuestra lo mucho que de hecho afecta el sistema electoral al reparto de escaños en el Congreso.
Pues si, sería lo más justo. Que todos los votos valgan lo mismo, y en función de eso se repartan escaños.
Con razón Llamazares dice que este sistema les discrimina, de 2 a 14 escaños. Casi nada…
Un saludo,
El sistema electoral favorece en gran medida a los partidos mayoritarios nacionales en detrimento de los partidos minoritarios nacionales. No creo que favorezcan a los nacionalistas regionales. Además, se ve claramente que se quedarían más o menos igual.
Los favorece en la medida de que por la Lay d’Hont deberían obtener menos representación de la que les corresponde y no esto no sucede en todos los casos. Esto se debe a la circunscripción provincial del reparto de escaños, por tres fenómenos:
1- Los partidos de ámbito nacional al repartir sus votos en distintas provincias pierden en la división los «restos». Esto es, IU podría consiguir en Madrid un escaño con (es un ej.) 100.000 votos, y obtiene 180.000. Como los otros 80.000 votos no alcanzan para otro escaño, literalmente, se pierden. Y eso sin contar con el resto de provincias donde de hecho, tiene votantes, pero en grupos menores de (es un ej) 100.000. Sin embargo, los partidos nacionalistas, al tener a su electorado reunido, no pierde representación.
2- No se penaliza la abstención. Ésto es lo que sucede con el PNV y el motivo por el que es el principal partido nacionalista que obtiene más representación de la que le corresponde. En el País Vasco suele haber una abstención superior a la media en España. Pero eso no afecta para nada al número de escaños asignados a sus provincias. Por tanto, aunque fueran a votar 3 gatos, el PNV obtendría la representación asignada al total de su población, más de la que correspondería a los votos obtenidos (al PNV y al resto de los partidos, pero hablo del PNV porque es el que más específicamente se beneficia del fenómeno al ser el principal partido nacionalista en Euskadi).
3- Se premia la agrupación. Los partidos cuyos votantes están agrupados, obtienen comparativamente más representación que aquellos cuyo electorado se encuentra disperso. Eso propicia que los partidos incluyan en sus programas consignas de tipo nacionalista/regionalista y que aparezcan nuevos partidos minoritarios nacionalistas/regionalistas, cuya supervivencia es más plausible que la de otros de ámbito y carácter nacional. Si necesitas que tus votantes sean vecinos, al final buscarás lo que los «vecinos» tengan en común y tenderás a premiar/ensalzar/regalar caramelos a dicho vecindario.
Por cierto: la misma noticia en El País.
[…] hablamos en su día de los problemas que plantea la actual ley electoral. La representación de los distintos partidos en el Congreso de los Diputados, no se corresponde […]
[…] mi colegio me enseñaron que todos los votos valían lo mismo para dar voz a ciudadanos igualmente representados. Que ya nadie podía acceder el poder político […]