Seamos realistas

Tengo un amigo listo. Un tipo sensato e inteligente a pesar de lucir una espesa barba pelirroja. Mi amigo listo sabe que todo esto no lleva a ninguna parte y por eso gana todos los debates. Sabe que, en «realidad», no hay alternativa, que miles de personas no son tantas frente a millones de bienpensantes, que mañana se nos olvidará todo y el Barça y el Madrid volverán a disputarse la liga. Mi amigo es un tipo listo, como os digo, por eso sabe lo que todos sospechamos. Por eso es imposible llevarle la contraria.

A veces me asusta ser tan lista como mi amigo. Ayer fui a la concentración de Granada y, con los hombros encogidos, me di cuenta de que estaba gritando bajito. En el fondo de mi cerebro, temía estar haciendo el ridículo: porque sé que todo esto no servirá para nada. Porque sé que dentro de un mes se nos habrá olvidado todo. Porque se me volverá a pasar la indignación, como a todos se nos pasa la tontería, el acné y la adolescencia. Y luego recordaremos lo listos que somos, el gran sentido de la realidad que nos adorna, lo bien que se nos da ganar todos los debates.

Por eso a mí me sorprende que en Sol haya tanto insensato sin darse cuenta de cómo son las cosas. Miles de desinformados que van por ahí pensando que esto es 1800 y que las revoluciones todavía se estilan, que el sistema está en nuestras manos o que otra democracia es posible. ¡Ingenuos! Esta gente ¿de dónde sale?, ¿no fueron al cole?, ¿acaso no leen las noticias?, ¿en qué mundo se creen que viven?

A veces invaden la realidad sucesos que, francamente, insultan a la inteligencia de cualquiera. Hasta el último contertulio de cada debate televisivo sabe que nada de esto tiene sentido. Y sin embargo, está pasando. Lo sucedido le hace un corte de mangas a toda nuestra exquisita capacidad de análisis y nos recuerda, que lo único previsible son las ideas: que «el mundo» no es esa narración, ordenada y racional, que se construye cada día a través del noticiario. El mundo «real» somos tú y yo, de carne y hueso: capaces de sentarnos mañana en medio de la Nacional 6 y convertirla en una vía peatonal si nos da la gana. Capaces de acampar en medio de Madrid o de transformar las reglas del juego en el que participamos todos.

El mundo «real» son un montón de papeletas en las urnas este domingo: las del PP y el PSOE no valen más, ni son más grandes, ni necesariamente más abundantes. Cada papeleta la mueve una mano real con su sistema nervioso autónomo: más allá de las previsiones, de las estadísticas y de los contertulios de televisión. Las autopistas, las plazas, las elecciones y la democracia, no son más que «ideas». Por eso, «en realidad» son tan fáciles de cambiar.

Pero para ello es necesario olvidar lo listos que somos, la cantidad de ideas coherentes que barajamos, la mucha razón que tenemos y lo bien que se nos da ganar debates. En «realidad» no sabemos quién va a ganar este domingo. No sabemos si podremos cambiar las cosas. No sabemos que todo esto es imposible y por eso mismo, podremos lograrlo.

10 comentarios sobre “Seamos realistas

  1. Yo pienso ser realista, como en Islandia, que cambiaron el Gobierno, metieron a los banqueros en la cárcel y han negado por 2 veces en Referéndum la financiación de los bancos. Además, no me gustan los magufos.

  2. @Félix: Cada uno de nosotros somos la llave para abrir todas las puertas que se nos cierren o bloqueen. No lo olvidemos nunca y luchemos por ello.

  3. Yo también soy realista ;) por eso me he metido esta tarde en la manifestación, he constatado nuevamente el pacifismo, la tranquilidad y el civismo con los que la gente protesta por la situación actual.
    Y soy tan realista que el domingo cuando vote, aprovechando que la cortina me tapa haré un corte de manga frente a las papeletas de PP y PSOE.

  4. Islandia no es españa, (sus politicos no son los nuestro: camps, aguirre, favra…). Su numero de habitantes no son los nuestros.

    Hacer lo que ha conseguido Islandia en una pequeña-mediana ciudad de españa ( es lo mas parecido a habitantes en españa) es posible. Pero no en un Pais de 40.000.000. (no es lo mismo movilizar a 10 personas (que ejerzan presion) que a 10.000.

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