Paseando por Etiopica, me he encontrado este interesante artículo escrito por Einstein en 1949. El texto es inmenso y trata varios temas interesantes, por lo que no creo que sea la última vez que lo cite, pero un fragmento ha traído una idea a mi cabeza: el realismo necesario para cambiar el mundo.
Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos –que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos– en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.
Quizás tiendo a ser muy crítica con los eslóganes, pero siempre me he opuesto a aquellos que defienden que «otro mundo es posible». A muchos os parecerá un mero formalismo, enredarse en las palabras para perder el contenido, pero las palabras, de hecho, conforman su contenido: Otro mundo posible, nos invita a olvidarnos del que ahora disfrutamos, del realismo necesario para observar sus problemas, para coger el toro por los cuernos. Nos invita a «soñar» partiendo de cero, usando una tabula rasa en la que imaginar un mundo «ideal» (ideado, idealista) y esto, no es posible.
La izquierda de hoy, más nostálgica que nunca, adolece especialmente de este «idealismo» inerte. Sueña con una revolución que no, ya no es posible, o se niega a soñar siquiera y se instala en ese pesimismo intelectual que tan de moda se ha puesto últimamente. Es la izquierda antitodo, la izquierda melancólica (aflijida por algo que nunca ocurrió) o directamente cínica (melancólica y con capacidad laboral) que se niega a avanzar, en parte, porque el otro mundo soñado no existe ni puede existir. Con lo cual la paradoja está servida: al final, la izquierda de hoy resulta ser más inmovilista y conservadora que la propia derecha.
Chica, siempre acabo en desacuerdo contigo.
Otro mundo es posible. Sólo deja de serlo cuando mayoritariamente se admite ese supuesto «fin de la historia» y la gente (de determinados países, de determinados continentes) acepta que viven en el mejor de los mundos posibles.
En la cita, Einstein constata una evolución hacia sistemas económicos industrializados, en contraposición a los entornos rurales cerrados que aún estaban presentes a mitad del siglo XX. Hoy podemos interpretarla como la realidad de un sistema económico global frente a las economías nacionales cerradas… pero que no será completo hasta que la libre circulación del capital y mercancías no esté equilibrada por la libre circulación de personas; con todo lo que eso implica, que es mucho (¿es esa idea negarse a avanzar? ¿es acaso una revolución imposible?)
Ya hace muchos años, unos niñatos que iban de punks me dijeron que «ya no quedaba nada por lo que luchar». No he oído otra sandez semejante en mi vida. Estamos aceptando ‘1984’ y ‘Un mundo feliz’ como si fueran manuales de instrucciones, y avanzamos hacia ellos con paso firme. Cuando las distopías de Gibson sean consideradas como un cuento costumbrista, será por culpa de los conformistas de hoy.
Sí, parece que nos malinterpretamos, porque en esta ocasión no creo que estemos en desacuerdo. No niego que el cambio sea posible. No digo que Este mundo no pueda cambiar. Digo que para cambiarlo hay que tener los pies en la tierra y saber cómo es el mundo de hoy: hay que ser realista. Dejar de soñar con comunas anarquistas o con un sistema comunista que a día de hoy nadie aceptaría. Hay que pensar qué medidas son posibles y pueden mejorar el mundo que tenemos ahora.
Mi crítica al slogan «Otro mundo es posible» es sutil, tiquismiquis, diría yo (quizás de ahí la confusión). Lo que no me gusta es eso de «otro»: porque parece que podemos partir de cero y reinventar la sociedad soñada: sin historia, sin superpoblación, sin industria… Y esto no es posible. Niego las revoluciones que suele invocar la izquierda melancólica (los «rebeldes» de 13 años en mi colegio aún siguen mentando las comunas…): porque nos impiden ver la revolución necesaria HOY y posible hoy, que quizás no tenga que ver con las ideologías de antaño.
Pues tiene usted razón; aparentemente estamos destinados a malinterpretarnos, pido disculpas.
(Vaya, ahora me pasaré el día tarareando el «Don’t let me be misunderstood»)
Un cambio en la produccion de energia para hacerla mucho mas barata (y practicamente ilimitada) y un giro hacia una comunidad trabajadora compuesta de robots… Si, ya lo se, estoy leyendo ahora mismo a Asimov y soy muy influenciable :P