Pintura, escultura y arquitectura. Diferencia entre la copia y el original
¿Por qué el modelo? Pienso que el caso de estas tres ramas artísticas es el idóneo pues permite al mismo tiempo que todo el mundo pueda “conocer” los Girasoles de Van Gogh, disfrutar de su belleza, valorar el cuadro en su justa medida, verlo y estudiarlo, o imprimirlo y enmarcarlo en su mesilla desde su propia casa si le da la gana, sin que ello perjudique en modo alguno las “ganancias” que genera dicho cuadro. Todo lo contrario. Cuando mayor es su fama, tanto más crece el mito y las visitas al Original.
Pero, claro, tiene truco. Respecto al cine, la fotografía, la música o la literatura, estas artes plásticas (pintura, escultura, arquitectura) cuentan con una ventaja fundamental y es que, en efecto, su copia nunca podrá ser idéntica al original. La diferencia entre ambas en realidad no es tan relevante como podría suponerse, o en cualquier caso, la belleza de estas obras, su “función” no se fundamenta sobre esta diferencia. Pero en cambio existe toda una cultura que mitifica la obra original más allá de su “belleza” o de cualquier función objetivable (función: beneficio o efecto sobre el espectador).
Para entender hasta qué punto es poco relevante la diferencia real entre un cuadro o escultura auténticos y sus copias, pondré varios ejemplos. El caso de la arquitectura queda descartado pues más allá de sus fotografías no es posible reproducir tal cual un edificio: las figuritas de plástico de los chinos quedan completamente descartadas dada su clara desemejanza con el original. En cambio sí es posible copiar un cuadro con gran fidelidad. Un póster a tamaño real sería suficiente. Algunos argumentarán que la textura del óleo, el relieve de la pincelada no pueden ser imitados por la tinta. Pero opino que, salvo los eruditos y los estudiosos (y para ellos fueron concebidos los museos al fin y al cabo), el público mayoritario de los museos no aprecia realmente esas diferencias. Es más, tal como ejemplifica la película “Mr. Bean: The ultimate desaster” poca gente distinguiría realmente el original y un póster con la conveniente capa de barniz. Y… si no os vale con el ejemplo del póster, ¿qué os parecen los falsificadores? Vale que no sea un medio de reproducción mecánica… pero a fin de cuentas, las copias suelen ser exactas y pese a ello, infinitamente más baratas que el auténtico.
Otro ejemplo: la fotografía. Por su propia esencia, es reproducible mecánicamente con absoluta fidelidad. Sin embargo los oríginales de Capa se conservan en un Museo. Podrían haberse obtenido montones de copias más a partir de los mismos negativos. Pero el Original seguiría siendo sólo uno.
En cuanto a la escultura, sucede algo parecido que con la arquitectura: no se puede descargar de Internet y las reproducciones de los chinos no nos valen. El tamaño no es el mismo, el material no es el mismo, el precio de la copia aumenta exponencialmente cuanto mayor es su parecido, haciéndose no apta para la tienda de recuerdos del museo. Sin embargo, os contaré que en Madrid (como en muchas otras ciudades) existe un Museo de Reproducciones Artísticas. Copias a tamaño real, con gran fidelidad de distintas esculturas. ¿Quién es el público de este museo? Estudiantes, dibujantes… gente interesada únicamente en la “forma” objetiva de estas esculturas, más que por su “mito”. El turista que entre aquí, el dominguero en busca de ocio, podrá ver figuras idénticas (capaces de cumplir idéntica “función”, por tanto) a la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia, pero no podrá contar que ha estado frente al Original.