Ayer unos pocos prepotentes quisieron hablar más alto que el resto y como lo que dicen no merece la pena, como no pueden defender con la razón su propia prédica, recurrieron al gesto cobarde y animal de la fuerza. O quizás, el auténtico problema es que su «prédica» ya no existe, y hace ya mucho que a ETA sólo le quedan las pistolas: la historia, el pueblo vasco es sólo una mala excusa, una bandera que los terroristas profanan, violan, tiñen de mierda cada vez que la enarbolan para justificar su barbarie.
España fue una dictadura. En España no se pudo hablar. En España las cárceles estuvieron llenas de gente con la boca demasiado grande para oídos demasiado pequeños. En España la gente murió por decir lo que piensa y lo sigue haciendo. Hace 31 años supimos superar el fascismo que ostentaba el poder. Y ahora, sus hijos bastardos quieren reclamar la herencia que les fue legítimamente arrebatada: la capacidad de imponer a otros la propia voluntad por medio de la violencia, al margen de todo diálogo y apoyo social. Y es que ETA es el último vástago de la extrema derecha, del fascismo, la xenofobia y el totalitarismo que empañó el s.XX, sus dictaduras, sus Guerras Mundiales. Por eso me indigna y me asquea, igual que a Jose A. Pérez le indignaba y asqueaba que empleasen el nombre del pueblo vasco, que los terroristas se digan de «izquierdas». Pero al contrario que el autor de este blog, yo no me avergüenzo de ser de izquierdas, ni me avergonzaría en su caso de ser vasca, pues sé que ETA no es ni lo uno ni lo otro, no representa ni pertenece a la izquierda, como no representa ni pertenece al pueblo vasco.
Desde el momento en que asociamos de forma abstracta una tendencia política a un lado u otro, cualquiera puede argüir que sus «ideas» están donde a él le da la gana -suponiendo y ya es mucho suponer, que subyace alguna idea detrás de todo esto-. Así, el PP puede decirse un partido de Centro, y la «izquierda abertzale» sigue llamándose a sí misma «izquierda» y «abertzale» (patriota), cuando en su defensa de los atentados terroristas (o su no condena que es lo mismo a estas alturas), demuestra claramente que no es ni lo uno ni lo otro. Pero si bien el capricho de estos fascistas, puede llevarlos a justificar su programa bajo consignas que por su propia esencia les son del todo ajenas (libertad, justicia, nación, pueblo vasco…), un breve repaso a la historia de la izquierda y al nacionalismo de izquierdas, nos conducen inevitablemente a concluir que ETA y aquellos que le dan su respaldo político, más tienen que ver con el nacionalsocialismo alemán (nazismo), o el nacionalcatolicismo español que con cualquier movimiento de izquierdas.
Izquierda era el lugar donde se sentaban en la Asamblea Nacional, aquellos que defendían a las clases más desfavorecidas de la sociedad durante la Revolución Francesa. De entonces a ahora, las posturas progresistas han evolucionado y se han ramificado, pero a día de hoy resulta incoherente hablar de izquierda sin considerar la defensa de «la igualdad social por medio de los derechos colectivos (sociales), frente a intereses netamente individuales (privados)» y de «una sociedad laica, igualitaria y multicultural» (sic. Wikipedia).
Bien: ETA no considera la igualdad social, pues en su idea de «nación» sólo entran los nacionalistas que comparten su postura sin sentido. ETA no considera los derechos de aquellos que no la respaldan (ni tampoco de los que la respaldan, ¿os acordáis de Yoyes?). ETA considera sus propios intereses (seguir viviendo del impuesto revolucionario y atemorizar a la sociedad) superiores a los de los demás ciudadanos. ETA no consiente que nadie hable, ETA llena los cementerios con aquellos que tienen la boca demasiado grande para oídos demasiado pequeños, ETA consigue que aún hoy siga mueriendo gente por decir lo que piensa. ETA se ceba precisamente con los más indefensos, con el trabajador (él sí, un obrero de izquierdas) que ayer salía desarmado y sin escolta de su casa.
Por eso me niego. Me niego a aceptar su prédica. ETA no tiene ninguna causa política, como no la tienen los partidos que no condenan sus atentados. A estas alturas, se parece más a las mafias de pistoleros como la italiana o la rusa, que a otra cosa. ETA mató ayer al primero que se cruzaba por la calle, no porque fuera socialista, no porque ello lleve a la independencia del país vasco o ningún tipo de «liberación», de hecho el País Vasco hoy es menos libre precisamente por culpa de los asesinos que se llaman sus libertadores, ETA ayer mató a Isaías Carrasco, para poder seguir mamando de la teta, asustando a la sociedad, amenazando y extorsionando…
En cuanto a la solución… la desconozco. Quizás… ignorarles. Demostrar que este asesinato, de nuevo ha sido en vano. Que no les tenemos miedo y su acción no va a influir en las urnas (qué falacia… cuando todos sabemos que sí va a hacerlo y PP y PSOE se siguen pegando pese a lo acordado). Quizás hubiese sido adecuado no cancelar la campaña electoral como sugieren en Público. Pero en parte comprendo y respaldo el gesto, como uno de respeto a la familia y a una sociedad que, por un motivo y otro, de hecho sigue amenazada. Sólo espero que esto acabe pronto, que ETA desaparezca como una mala resaca, como el último vestigio nauseabundo de aquella época en la que no se podía hablar. Pero hoy, ya no es hace más de 31 años, y mañana TODOS iremos a votar. Porque ETA sólo es una banda de pistoleros y sus oídos fascistas demasiado pequeños, no nos van a tapar la boca.