Estos días ando haciendo un trabajo para el conservatorio sobre estos cinco magníficos compositores nacionalistas rusos del siglo XIX: Mily Balakirev, Nikolai Rimsky-Korsakov, Alexander Borodin, Modest Mussorgsky y César Cui. Ya os hemos hablado de ellos en otras ocasiones, música mediante, y ahora quería compartir con vosotros un fragmento que he encontrado en el libro Historia de la Música y sus compositores y que me ha gustado mucho (no os perdáis las descripciones que hace de otros músicos). Es un perfecto retrato de lo que fueron.
Dirigidos hasta cierto punto por Balakirev, tenían una especie de programa. Estaban convencidos de que Glinka había mostrado el camino para dotar a la fundación de una auténtica obra rusa, adoraban el canto y el baile popular, todo aquello que indicara un fondo musical genuino y seguro del alma del pueblo; odiaban el Teatro del Emperador, donde toda aquella gente de uniforme o vestidos de noche, daba la impresión de interesarse solamente por los agudos de los cantantes y las piruetas de las bailarinas; creían que Berlioz era un gran innovador, admiraban en Schumann la presencia de una fantasía humana; consideraban a Bach como una momia envuelta en planos de ecuaciones y de cálculos algebraicos; a Mozart y Haydn como dos pelucones inútiles; a Chopin como una señora nerviosísima y a Wagner como un presuntuoso ridículo.
Se la tenían jurada al Conservatorio y creían que al arte en general le faltaba vida, que volvía la espalda por cobardía, a la vida misma. Todos estos temas se desarrollaban, discutían y elaboraban en reuniones fraternas, en las que uno hacía escuchar a los otros la música propia, donde otro proponía melodías «nacionales» recogidas viajando y todos juntos trataban de armonizarlas en la forma más adecuada, más respetuosa y menos académica.
¿Wagner ridículo? Grrr… Ah, esos rusos insolentes :|
¡Jejejeje! Pues a mí me han encantado las descripciones. Está claro que se trata de un punto de vista feroz, pero si Wagner es criticable, es por lo que tiene de presuntuoso, pretencioso. Chopin, sin duda, es una señora nerviosísima (jajajajaja, ¡es una descripción genial!). Haydn y Mozart pueden llegar a ser dos grandísimos pelucones, inútiles por lo que tienen de meramente decorativos, educados, corteses, inofensivos. Que se metan con Bach me duele un poco más, pero admito que tras su música hay mucha álgebra «inhumana» (en el sentido que comentaba el otro día a raíz de su Suite para cello). No pienso que sea una álgebra inútil, se traduce de una manera muy concreta a la música, pero ciertamente emociona de un modo más racional que sentimental.
Por otra parte, puestos así, también se podría decir que Schumann es un niño malcriado y simplón, o que Berlioz es sólo un tipo ruidoso. Lo que cada uno tiene de brillante suele implicar un defecto desde otro punto de vista. El rojo es un color espantoso en tanto que no es azul y viceversa.
A mi me ha matado lo de comparar a Chopin con una señora nerviosísima.
¡Juas, juas! Si que tenían alto el ego los jodíos…
Me pasa un poco como Almudena, la comparación de Bach es la que más me llama la atención. Pero por otra parte es normal, en cada época, para que cada generación de compositores se pueda buscar su hueco, su estilo propio, tiene que renegar del pasado.
Cuando califican a Bach como demasiado matemático y racional, siempre me da la impresión que es una forma de justificar la carencia del que lo dice. Uno no sabe «seguir» esa música cuando la oye, y la critica. Denota un oyente impaciente, busca una música inmediata, rápida. Para este oyente, la música cumple un papel complementario, busca acompañar un estado de ánimo, identificar un sentimiento de grupo, etc. Creo que en Bach la música tiene un papel más central.
También me resulta curioso que se hayan saltado a Beethoven en sus descripciones.
Hago notar (tal vez no lo haya dejado claro en el post) que la cita es obra del historiador, no de ellos.