Por fin sábado y hemos tenido el día libre. Pero no por ser sábado (aquí se trabaja de lunes a domingo, festivos incluidos), sino porque las condiciones de la mar no han permitido realizar ninguna maniobra. Con un viento de 35 a 40 nudos y olas de hasta 6 metros (lo que, según el comandante, se llama mar gruesa), esta mañana el barco era un auténtico tío vivo. Y mi estómago, otro. Poco a poco se me va pasando el mareo pero creo haber adquirido la experiencia suficiente en esta materia como para atreverme a daros algunos consejos. No sobre cómo evitar ese incómodo malestar, ya que yo no he sabido hacerlo, sino sobre todo lo contrario: cómo conseguir marearse en un barco.