Abro Twitter un día cualquiera y cientos de tweets de todos los usuarios a los que sigo abarrotan mi timeline. Responder a la pregunta «de qué están hablando mis seguidos en Twitter» en ese momento requiere una inversión de tiempo que en muchas ocasiones no estoy dispuesto a realizar.
Bajo esta premisa, derivada de una idea del tito Rinze (¡gracias!), nace TweetInsight, una aplicación web que quiere facilitarte ese primer contacto con Twitter tras horas sin acceder al mismo:
Descubre de qué están hablando tus contactos de Twitter. TweetInsight obvia los tweets que no contienen hashtags o enlaces y va directamente a lo importante. Analiza tu timeline y proporciona un resumen de los trending topics no ya de tu lengua o tu país, sino de lo que te interesa: de las personas a las que sigues.
Encuentra los #hashtags más twiteados. En una primera sección, encontrarás los hashtags presentes en la última hora* de tu timeline ordenados de más a menos apariciones. Por cada hashtag, además, podrás ver y acceder a los tweets que lo contienen.
Échale un vistazo a las URLs compartidas por tus contactos de Twitter. En segundo lugar, podrás encontrar los enlaces compartidos por tus contactos. Pero sabemos que el enlace acortado (del tipo «bit.ly/xxxxxx») no te dice nada, por eso TweetInsight trata de mostrarte información de cada uno: enlace real sin acortar, título, descripción, imágenes y, por supuesto, tweets en los que está presente.
* La cantidad de tiempo a analizar es configurable dentro de las restricciones que impone la propia API de Twitter. Cada llamada recupera un máximo de 200 tweets, los cuales pueden suponer 5 minutos o 50 horas dependiendo de a cuántos usuarios sigas y la actividad que tengan.
(Esta anotación se publica simultáneamente en Amazings.es)
Siempre me sorprendo de lo extendida y aceptada que está la errónea explicación que le atribuye al fenómeno de la resonancia el mérito de ser el principio físico de funcionamiento de los hornos microondas, ya sea en la sabiduría popular como entre los propios físicos. Dicha explicación sostiene que la frecuencia de trabajo de estos aparatos (2,45 GHz) está especialmente escogida por su proximidad con la supuesta frecuencia natural del agua. Debido a esto, las moléculas de agua entrarían en resonancia absorbiendo mucha más energía de la que obtendrían a otras frecuencias. Puede que precisamente aquí se halle uno de los orígenes del miedo a muchas de las tecnologías inalámbricas que utilizan bandas de frecuencias coincidentes o adyacentes (véase WiFi, Bluetooth, móviles, etc.). Nada más lejos de la realidad.
Lo cierto es que la elección de la frecuencia de trabajo no es casual, así en el caso de los hornos microondas como en dichas tecnologías de comunicaciones. Sin embargo, la razón subyacente no tiene nada que ver con la excitabilidad del agua; es más simple. Como sabréis, el reparto del espectro electromagnético está regulado y, en general, se requiere el pago de licencias para su aprovechamiento. No obstante, existen ciertas bandas de frecuencias llamadas ISM (Industrial, Scientific and Medical) que no requieren licencia: cualquiera puede emitir en ellas respetando unos límites. Esto ha hecho que se encuentren saturadas de aplicaciones que se molestan mutuamente.
La elección de frecuencias ISM responde, por tanto, a su gratuidad. La utilización en concreto de la banda de 2,4 GHz, y no otra, en comunicaciones responde a un compromiso: por un lado, en frecuencias más altas se dispone de mayor ancho de banda (caben más datos, a más velocidad) y las antenas son más pequeñas; por otro lado, a medida que aumenta la frecuencia, se encarece el equipamiento para generarla. En el caso de los hornos microondas, el compromiso es similar: a mayor frecuencia, más energética es la radiación y más calentará, pero tampoco queremos que los electrodomésticos se disparen de precio.
El funcionamiento de un horno microondas se basa en la vibración de las moléculas de agua al ser excitadas por un campo electromagnético debido a que se trata de una molécula polar. Cualquier onda electromagnética aporta energía al medio por el que se propaga, pero, en el caso del agua, se acentúa este aporte a causa de esta vibración. No obstante, hay frecuencias mucho más adecuadas para perseguir ese propósito. Esto se aprecia muy bien en los diagramas de absorción en función de la frecuencia y el medio: es decir, la energía que pierde la radiación (y que gana el medio, que se calienta) a diferentes frecuencias.
En la figura 2 se aprecian sendas curvas para el oxígeno (línea continua) y el agua (línea discontinua). Se ve claramente que la frecuencia de 2,4 GHz no es nada especial en cuanto al calentamiento del agua se refiere (y hay que tener en cuenta que esta curva se corresponde con el vapor de agua: para agua líquida, los valores de absorción son menores). Sí que hay picos de absorción (frecuencias de resonancia, podríamos llamar), pero son tan lejanos que se sitúan por encima de los 100 GHz.
La capacidad de calentamiento se sustenta, por tanto, en la potencia. Potencia, potencia y potencia dentro de una cavidad que hace rebotar las ondas una y otra vez. Así, cualquier frecuencia es capaz de cocinar alimentos. De hecho, el primer microondas utilizaba radiofrecuencia en el rango de los 10-20 MHz.
Me ha encantado la siguiente anécdota que nos cuenta @elprofedefisica a través de la lista de correo de Amazings:
Traducía yo un manual a finales de los noventa con un colega argentino. En un momento dado, tuvimos un problema porque, en español de España «computer» es ordenador, pero para los argentinos es «computadora». Y decir ordenador allí suena tan raro como decir computadora aquí. Finalmente, nos dimos cuenta de por qué, al cerrar Windows95, aparecía el mensaje «ahora puede apagar su EQUIPO».
No hay otra. Antes o después te va a tocar; te van a llamar. Y son duros de pelar: si no coges, vuelven a llamar; si dices que no eres el titular de la línea, vuelven a llamar; si dices educadamente que no te interesa, te bombardean a preguntas y te tienen media hora al teléfono; si cuelgas repentinamente, vuelven a llamar; si te cagas en sus muertos, a veces vuelven a llamar, a veces no… Sin embargo, hoy he descubierto, de manera improvisada, un método rápido e infalible para deshacerme de ellos:
Teleoperadora: Buenas tardes, le llamo de Vodafone, soy fulanita de tal. ¿Es usted el titular de esta línea?
Yo: Buenas tardes. Así es.
TO: ¿Con qué compañía tiene contratada su línea?
Yo: Con Yoigo.
TO: Le llamaba para ofrecerle…
Yo: Tranquila, no te calientes… No puedo cambiar de compañía porque estoy en periodo de permanencia.
TO: ¿De cuánto tiempo estaríamos hablando?
Yo: 18 meses.
TO: Gracias, buenas tardes.
[Click]
Espero que no se lo haya apuntado… Si alguien conoce un método mejor y más rápido, se aceptan sugerencias.